sábado, 16 de julio de 2016

La dicha según Joseph Campbell.

Leía sin mucho interés un artículo de Joseph Campbell, "Cómo encontrar su dicha. Lo que se necesita para tener una vida plena. Tiene que aprender a reconocer su propia profundidad". Ya tengo poca resistencia a cualquier texto con tufo a superación personal, el peor y más deshonesto género literario. Pero por la reverencia general que goza el autor ahondé vacilante el artículo con el ingenuo propósito de hallar en él una síntesis de su 'filosofía' sin necesidad de leer un libro suyo.

Dice que basta hallar un propósito dichoso y en consecuencia, la vida que deseamos, despuntará. Este es el clásico disparate new age que afirma que basta un acto volitivo para ver cómo germinan nuestros anhelos hasta su cumplimiento. Luego sugiere (esto me agradó) que para descubrir nuestro propósito nos es preciso un 'espacio sagrado', un rincón de soledad meditabunda, "...un lugar para simplemente experimentar y revelar lo que es y podría llegar a ser. Este es un lugar de incubación creativa. Al principio es posible que nada surja. Pero si usted se mantiene en ese lugar sagrado y lo utiliza, eventualmente algo ocurrirá..."

Me constan y son familiares esos estados de lucidez y creatividad que sólo se manifiestan en plena soledad. Pero no pasan de ser brechas lumínicas sin repercusión alguna en el mundo real. La filosofía de Campbell es propia de alguien que ha descollado sin grandes dificultades, que no se le ha nulificado hasta abrazar el determinismo. Es tan confiado que se atreve a extrapolar su feliz e irreal visión del mundo a un plano universal.

Visión que no toma en cuenta a los impedidos, los marginados, aquellos ya incapaces siquiera de contemplar un propósito, a quienes ya su mero planteamiento resulta lastimoso. Que tanto se han internado al páramo con poca posibilidad de volver. Que sienten estar de más en el mundo. Las palabras de Campbell resuenan lejanas e incomprensibles, casi extraterrestres. Su prédica resulta ofensiva y chocante para el que deambula exiliado...

Señor Campbell, no tengo la menor idea de qué esta usted hablando.

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