Un sueño recurrente es quedarme sin dientes, o perder las piezas dentales poco a poco. Creo que en el fondo tengo un miedo a que esto suceda, aunque no tiene fundamento ya que mis dientes se encuentran sanos. Otro elemento constante en mis sueños es mi hermano, quien se me presenta hostil; creo que en un rincón de mi mente persiste esa infortunada faceta suya.
Soñar con personas que extraño o que tengo siempre en mente es también una constante. Desde mi madre o abuelos hasta mi ex-novia y mi mascota que enfermó y murió. Otro sueño que se repite de vez en cuando tiene qué ver con mi rezago educativo. De repente me encuentro a punto de asistir a la secundaria. Desempolvo mi uniforme y me avergüenza tener qué volver a usarlo a mis treinta y dos años.
Cuando llego a la escuela y el maestro me exige entregar la tarea, descubro que no he hecho nada en veinte años. Un cuaderno en blanco, encontrar que ignoro la materia a tratar, estar completamente fuera de juego. Es el sueño más horrible, en el que siento ese vacío en su más aguda intensidad en la boca del estómago.
Creo que todos mis sueños denotan, principalmente, que vivo en el pasado, que no he superado del todo algunas experiencias adversas y que me siento impedido para encauzar mi vida con entera voluntad.
Ya recuerdo cuál es el sueño más extraño, y lo tuve recientemente. Soñé llevándome bien con mi padre. Pero no era el tipo deficiente que conozco, sino una versión diluida, como he imaginado que sería después de un profundo examen de conciencia: incapaz ya de hacer el mal.

No hay comentarios:
Publicar un comentario