martes, 28 de enero de 2014

Breviario esquizoide.

[1] Novias formales, solo tres en toda mi vida. Mi vida en ese aspecto ha sido bastante patética. Jamás he sentido una necesidad ansiosa de tener pareja. Y ahora que rememoro,
veo que esas pocas relaciones comenzaron de forma similar: de algún modo fui llevado a una situación donde se me forzó "sutilmente" a decir "sí".

[2] No soy una persona a la que se podría imaginar con pareja; mucho menos con hijos. Tener pareja formal es como ajeno a mi naturaleza. No tengo ese instinto que me empuje a buscarla. Siempre me he entendido mejor con la soledad.

[3] Hay un problema de entendimiento entre la gente normal y nosotros los esquizoides. Es un muro infranqueable que ni el más sincero intento de empatía por parte de un normal puede fisurar.

[4] No hay frase más irrisoria que "te entiendo". Solo un esquizoide podría entender a otro (y esto no siempre es así). Pero ya ni se intenta hacerse entender, por la certeza de su inutilidad. Así que uno se resigna al constante desconcierto ajeno.

[5] Aún la simple amistad es difícil. Es fácil iniciarla, mas no forjarla o conservarla. Simplemente la abandonamos, le damos la espalda. A esto
súmese la marginación que impone la ausencia de titulo académico: tiene un peso social enorme.

sábado, 25 de enero de 2014

La imposición de lo autóctono.

A donde voy escucho música de banda, norteña, corridos... ¡yo desprecio profundamente esa música! Me parece retrógrada: hace apología del narco, cosifica a la mujer y enaltece al hombre en base al poder que adquiere matando; además resulta monótona y estridente.

Alguna vez traté de tomarle gusto, pero no pude. ¡Esa música es basura, el foso de la cultura! Debería estar
circunscrita al contexto neandertalesco del que emerge y no pasar de ahí.

Jamás torceré mis gustos
musicales para sobrellevar esa porquería. Prefiero sufrirla.

Bestias del habla.

Jamás he sido ni seré buen
conversador. Pero sé que una buena charla consiste en un ameno intercambio de ideas y puntos de vista. No en una verborrea interminable, sin consideración alguna hacia el
receptor. Y no porque éste
tolere estoico la sarta de
trivialidades y asuntos de bajo nivel, hay qué arrojarle toda la inmundicia posible.

O son personas inconscientes
(solo les importa su charla a
costa de su interlocutor) o yo
soy muy cerrado. De cualquier modo, he entablado un vínculo con la gente equivocada, que gusta de hablar compulsivamente y yo, afín al silencio, aborrezco tal costumbre.

Entradas más leídas