jueves, 13 de marzo de 2014

Hola, Orwell.

Quizá no tenga mucha relevancia pero merece una anotación. El pasado fin de semana, la madre de 'S' me regaló 'Rebelión en la granja' y '1984' de George Orwell. Si bien las complejidades tras este gesto son tema aparte, un libro como regalo, algo raro actualmente, resulta invaluable.

¡Qué inesperado mi tardío encuentro con la obra de Orwell! Irónico que una persona digamos 'rústica' alcance a tener buen ojo con respecto al regalo adecuado según las preferencias del obsequiado; una cualidad de reconocerse.

Gracias.

Una posibilidad de liberación.

Hace como un mes 'S' reanudó su amistad con un antiguo novio. A veces la veo conversar muy contenta con él mediante WhatsApp... y lejos de sentir celos, comienzo a alimentar la esperanza de que me reemplace con él.

Actualmente hemos caído en la rutina, la falta de entusiasmo, los desacuerdos, etc. En cambio él le proporciona esa sensación de novedad propia del ligue.

Inconscientemente me comporto aburrido y hueco (es decir, más de lo normal) para hacer que sienta más interés por su ex-novio que por mi. Ojalá ese contraste la motive a intentar algo con él. Entonces yo recuperaría, de forma limpia e inesperada, mi libertad.

sábado, 1 de marzo de 2014

Aversión a que se sepa demasiado de mí.

En mi atenuante relación actual me he visto obligado a confesar detalles personales a mi novia para generar cercanía. Ella, poco discreta y diapasón de su madre, le contó todo a esta, quien de forma bruta e invasiva dosifica elementos de mi vida en las conversaciones.

Entre la traición de mi novia y el sutil escarnio de su madre, me arrepiento de haberme sincerado. Independientemente de esta decepción, siempre he optado por el silencio, el pasar desapercibido y guardarme todo lo bueno y malo de mi vida.

Parece que el abrirse aunque fuese un poco, tuviera casi siempre consecuencias nefastas.

Esperanza... ¿buena o mala?

Creo que depende del tipo o grado de esperanza y el momento en que ésta se presenta. Si atravesamos por un periodo particularmente aciago, una esperanza desbordada solo aumentará nuestra desesperación.

Apostaría por una esperanza moderada y realista, que nos auxilie en el momento oportuno y no genere un contraste punzante con la adversidad en turno.

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