Creo que depende del tipo o grado de esperanza y el momento en que ésta se presenta. Si atravesamos por un periodo particularmente aciago, una esperanza desbordada solo aumentará nuestra desesperación.
Apostaría por una esperanza moderada y realista, que nos auxilie en el momento oportuno y no genere un contraste punzante con la adversidad en turno.
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