A principios de mes platicaba con 'S' en su casa sobre música. La charla cobraba buen tono y me permití hablar con mayor libertad. Llegamos a David Bowie. Se me ocurrió mencionar a una amiga de redes sociales, fan el artista y apasionada de la cultura pop en general. Hice un comentario elogioso sobre su amplitud en el tema. De inmediato 'S' frenó mi entusiasmo en seco con una 'nacada' (en México el término describe un acto vulgar o de mal gusto que rompe una dinámica social): sacó a comparación una amiga suya, en tono hostil. "Pues mi amiga sabe más de David Bowie que ella; hasta ha escrito sobre él. ¿Tu amiga qué ha escrito?"
A casi tres años de relación algo se aprende, así que le devolví la hostilidad. "¿A qué viene la comparación? ¿Por qué pretendes hacer menos a mi amiga? ¿Qué, te hace sentir inferior?"
'S' quedó pasmada. Y en silencio se recostó en su cama dándome la espalda. No lo vio venir.
Reaccionó así porque no esperaba que fuera a responder su agresión. Y porque supo muy bien de la nacada que cometió. Arruinó sin motivo justificable una conversación casual, con una comparación despectiva hacia una persona que aprecio y ni siquiera conoce. Luego, y una vez más, la traición a la confianza. Aprovechó mi lapsus de extroversión (cegado por el entusiasmo uno habla de más) para esgrimir una descalificación.
Tal parece que a 'S' le molesta mi libertad para tener amistades y reconocer en ellas alguna cualidad. Lo suyo es vilipendiar a todo mundo. Herencia materna.
A casi tres años de relación algo se aprende, así que le devolví la hostilidad. "¿A qué viene la comparación? ¿Por qué pretendes hacer menos a mi amiga? ¿Qué, te hace sentir inferior?"
'S' quedó pasmada. Y en silencio se recostó en su cama dándome la espalda. No lo vio venir.
Reaccionó así porque no esperaba que fuera a responder su agresión. Y porque supo muy bien de la nacada que cometió. Arruinó sin motivo justificable una conversación casual, con una comparación despectiva hacia una persona que aprecio y ni siquiera conoce. Luego, y una vez más, la traición a la confianza. Aprovechó mi lapsus de extroversión (cegado por el entusiasmo uno habla de más) para esgrimir una descalificación.
Tal parece que a 'S' le molesta mi libertad para tener amistades y reconocer en ellas alguna cualidad. Lo suyo es vilipendiar a todo mundo. Herencia materna.
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