La primera entrada de este año se suponía que era un epílogo informal. Perfecto cierre porque deja clara la intención de proseguir sin muchas expectativas. Pero parece que estoy atado a este blog, y la verdad no me molesta: hay pensamientos que solo tienen cabida en este sitio. He vagado diez años por la blogósfera, término anacrónico ante Facebook, Instagram, Twitter y Whatsapp. Esas alternativas nunca fueron para mi, no permiten la construcción de un sitio con identidad propia.
Estoy pensando si lo que me pasó (despojo de mi inmueble) tuvo su lado favorable. Supongamos que hubiera permanecido en casa viviendo solo (que prácticamente ya era así, al vivir con una sombra de ser humano)... ¿qué vida llevaría? La verdad no habría podido salir adelante y habría terminado viviendo en casa como indigente, incapaz de pagar las cuentas, de arreglar ese departamento, de lidiar con el administrador, etc. En cambio, se me dio asilo y ayuda en otro lugar, donde he podido más o menos despuntar. Estoy lejos de morirme de hambre: peso 85 kilos, midiendo 1 metro 70.
Así que volver ahí ofrece una perspectiva funesta porque pone en relieve toda mi incompetencia. De milagro puedo conmigo mismo, con mi manutención más básica. ¿Cómo podría hacerme cargo de una casa, aunque sea pequeña, en mi condición de hombre inútil? No tengo idea de qué hacer cuando recupere ese inmueble... ni siquiera estoy seguro de recuperarlo pronto o si lo recuperaré algún día. Estoy en completa desventaja debido a mi discapacidad, la cual aún no he podido definir. ¿Es fobia social, alguna deficiencia a nivel cerebral, falta de voluntad, indefensión aprendida profundamente arraigada? No tengo idea.
El hecho es que jamás he estado a la altura de los acontecimientos y no me siento para nada confiado.
Estoy pensando si lo que me pasó (despojo de mi inmueble) tuvo su lado favorable. Supongamos que hubiera permanecido en casa viviendo solo (que prácticamente ya era así, al vivir con una sombra de ser humano)... ¿qué vida llevaría? La verdad no habría podido salir adelante y habría terminado viviendo en casa como indigente, incapaz de pagar las cuentas, de arreglar ese departamento, de lidiar con el administrador, etc. En cambio, se me dio asilo y ayuda en otro lugar, donde he podido más o menos despuntar. Estoy lejos de morirme de hambre: peso 85 kilos, midiendo 1 metro 70.
Así que volver ahí ofrece una perspectiva funesta porque pone en relieve toda mi incompetencia. De milagro puedo conmigo mismo, con mi manutención más básica. ¿Cómo podría hacerme cargo de una casa, aunque sea pequeña, en mi condición de hombre inútil? No tengo idea de qué hacer cuando recupere ese inmueble... ni siquiera estoy seguro de recuperarlo pronto o si lo recuperaré algún día. Estoy en completa desventaja debido a mi discapacidad, la cual aún no he podido definir. ¿Es fobia social, alguna deficiencia a nivel cerebral, falta de voluntad, indefensión aprendida profundamente arraigada? No tengo idea.
El hecho es que jamás he estado a la altura de los acontecimientos y no me siento para nada confiado.