El prólogo de Mi Refugio Personal.
Creo que he desarrollado el gusto (¿o el vicio?) de hablar sobre mí. Desde que tengo acceso a Internet y por ende al uso de un blog, me he permitido explayarme a mis anchas, o al menos casi sin empacho. Será por soledad pero creo que este recurso de expresión es mejor que una charla personal porque, a pesar de que pocos me leerán y mucho menos empatizarán conmigo, mis palabras quedan de algún modo inmortalizadas y no se pierden en la efímera memoria de un interlocutor humano. No busco la comprensión de nadie porque nadie puede comprenderse mejor que uno mismo, en tanto sepa uno observarse y superar los límites que su propia mente le impone. También, el indagar sobre cada aspecto obedece a esa búsqueda interna, en un intento saber quién rayos soy y mi papel en la vida.
Es un sentimiento de inmediatismo el que a veces me impulsa a escribir: una voluntad
in extremis, si se puede decir así. He sentido la muerte cerca y en esos momentos mi voluntad se tensa lo más posible. No quisiera morir o sufrir un repentino cambio de circunstancias sin haber manifestado algunas cosas. ¿Qué más puedo hacer en esas horas límite? Difícilmente muera hoy o mañana (bueno, quién sabe), pero los 10 pasados años han sido un tanto aciagos y forjaron esta actitud
in extremis para con la vida. Es decir, a veces escribo con desesperación.
Es una hazaña para mí, introvertido en extremo, sincerarse como pocas veces lo haría un individuo corriente. Lo he hecho y lo seguiré haciendo. Si alguien quisiera juzgarme por lo que escribo, es algo que no le corresponde. Sólo Dios puede juzgarme y es Él a quien le rendiré cuentas cuando llegue el momento.
A diferencia del diario donde me examiné entre los años 2006 y 2007
, aquí no omitiré las experiencias externas, ni las profundas ni las superfluas. Voy a hablar sobre un pasado difuso, un presente y futuro inciertos y mi forma de encararlos. Cuestiones que no creo interesen a nadie y sobre las que nadie más que yo podría emitir un juicio de valor acertado. Por cierto que escribiré sin cuidar mi prosa; me voy a soltar porque me he dado cuenta que el procurar detalles en la escritura distorsiona y malogra las ideas que se quieren transmitir. Además estoy lejos de ser escritor, así que no viene al caso esa búsqueda de rigor.
Sean estas letras el eco definitivo de mi mundo interior.
Escrito a principios de 2010.