Pero me siento un poco distinto. Un poco más valemadrista. No sé si eso sea bueno o malo. Es bueno en el sentido de que ya no me importa mucho el qué dirán, ni el llegar a ser esto o aquello. Es malo en el sentido de que comienzo a acostumbrarme a este letargo en el que vivo y a los inexistentes logros debido a mi nula voluntad. Pero en fin, no soy nada en este mundo y afortunadamente a nadie le afecta mi participación en él; no aporto prejuicios ni beneficios porque soy invisible. Eso está bien.
Y a pesar de todo soy positivo. Tengo el presentimiento de que este año no será tan malo.

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