sábado, 14 de enero de 2012

Silvia...

He estado releyendo nuestro antiguo intercambio de correos (los conservo todos). Esos extensos diálogos que consideraste “fríos” comparados con estar juntos, son ahora un extraño consuelo.

A veces me parece absurdo seguir pensando en ti, después de un año de no comunicarnos. Lo más probable es que a estas alturas tu amor sea bien correspondido por alguien más.

Lo hice todo mal. Y cómo fantaseo con regresar a ese día en que, agotado por mis circunstancias decidí alejarte de mi, y hacer lo contrario: decirte lo feliz que me encontraba por haberte conocido y poder amarte.

Eran días difíciles. Frustración afuera, conflictos dentro. Cosas que jamás hablé contigo por mantenerte separada de lo malo que finalmente me venció. No quería involucrarte. No quería que te preocuparas.

¿Sabías que soy una persona completamente disfuncional? Por eso lo mejor fue distanciarnos. De otro modo habrías experimentado una progresiva decepción que te hubiese destruido. Nos resultó caro a ambos, pero a la larga fue lo mejor. Peor hubiese sido lo otro: vivir conmigo, conocerme a fondo.

De repente me invade la idea de ir a buscarte... ¿cómo sería ver tus ojos otra vez? Iluminabas mi alma rota con ellos. Me hace falta eso.

Ojalá seas feliz ahora. Ojalá ni siquiera me recuerdes. Ojalá que, cada vez que el destino se ensañe conmigo sea generoso contigo. Que toda la realización sea entregada a quien pertenece.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Entradas más leídas