jueves, 25 de septiembre de 2014

Escisión.

Siempre antes de llegar a casa (después de mi prolongada estadía en casa de 'S'), experimento nerviosismo durante el trayecto de vuelta. Se debe principalmente a no saber cómo se encontrará mi mascota (aunado al cargo de conciencia: siento cometer una crueldad al abandonarla tanto tiempo) y a si habrá nueva cerradura, enfrentando así una situación que encuentro irresoluble.

Son solo esos 2 factores los que tanto me intranquilizan. El solo proyectar su variación me produce melancolía y leves ataques de pánico (sumado a un rechazo general a mi entorno).

Y sucede que al llegar y encontrar todo como estaba, esa ansiedad desaparece instantáneamente.

Entonces mi cerebro retoma su dinámica habitual. El cambio que adopta en primer lugar es esa sensación de desrealización: vuelvo a ser un elemento aparte, que no tiene lugar en el mundo. Será la ausencia de estímulos mundanos (televisión, radio, internet, convivencia sostenida) pero de repente todo lo vivido con 'S', las pláticas, las expectativas, se tornan fantasmales. Como si toda mi vida activa hubiese sido una historia que ha concluído definitivamente una vez que he puesto un pie en casa. Me despojo de ese rol social para volver a ser una sombra que vegeta en la contemplación.

No debería, pero invariablemente me acompaña esa sensación, incluso en compañía de 'S', aunque disminuida. Jamás me sentiré realmente parte de algo; vivo desconectado.

Es un estado a veces extraño, a veces insoportable (algo muy distinto de la paz que encuentro entre mi mascota y mis libros). Es un viejo mecanismo de defensa que ya no me sirve pero se sigue detonando y me hace perder el poco terreno ganado (apenas cierro la puerta mi cerebro abandona toda responsabilidad para con el exterior; contrario a un cerebro funcional, que se nutre con expectativas del día siguiente). Y por más que intento hacerme un lugar en el mundo (al menos un trabajo estable para sostenerme), ese campo de fuerza se interpone, separándonos totalmente. El problema es que las circunstancias apremian, y preciso una integración mínima si quiero seguir vivo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Entradas más leídas