miércoles, 15 de julio de 2015

Miedo a trabajar (o buscar empleo).

Es increíble cómo algo que la mayoría desempeña con facilidad para nosotros los socio-fóbicos sea una tortura.

He descubierto que por más razonamientos que uno use para disolver el miedo, éste sigue anclado en nuestra mente, listo para detonarse en cuanto detecte la situación con que nos agobia.

Algunos sugieren apoyarse en un psicólogo o psiquiatra pero, ¿qué hacer si ninguno está a nuestro alcance, ya sea por vergüenza a confesar nuestros temores o por simple impedimento económico?

La verdad es que no hay solución inmediata que nos arranque ese temor incapacitante. En el borde de la impotencia solo nos queda tantear la situación poco a poco, lo que implica presionarse uno mismo.

Es duro, como lanzarse a un vacío.

Vale acompañarse de un pensamiento que aligere la presión: "Voy por propia voluntad, nadie me obliga. En cualquier momento puedo dar media vuelta e irme". Es un recurso poco brillante, es burdo. Pero hay qué comenzar por algo, asumiendo de antemano que nada resultará perfecto.

martes, 14 de julio de 2015

Viajero.

Creo que este diario es un cúmulo de temas tan personales que no hacen contacto con nadie. Da la penosa impresión de que me encuentro imbuído en un mundo de dos dimensiones, ajeno a un mundo tridimensional.

En el fondo intenté un 'diario de espera', algo así como los pensamientos que repasaría un viajero mientras llega el transporte que lo llevará a su destino. Siempre escribí con la vaga fantasía de que algo especial o importante habría de ocurrirme y dignificaría mi existencia. Algún reto u oportunidad llegarían, encaminándome a la 'ruta del héroe' que, o no existe o es privilegio de pocos.

La realidad es que la propia realización no debe concebirse desde la imaginación, sino el reconocimiento y aceptación de lo que está a nuestro alcance y lo que no. Porque los errantes no estamos destinados a nada noble. Tan solo vagamos aquí y allá, o permanecemos estancados con mínimas variaciones que no siempre son para bien.

El único viaje es hacia un futuro infrahumano, con un pasado insatisfactorio.

lunes, 13 de julio de 2015

Un respiro.

'S' y su madre han salido de viaje a ver un pariente enfermo; yo volví a casa días antes a recuperar mis bríos.

Nada mejor que el silencio y la compañía de mi gato que por ahora duerme. Solo suena el tic tac del viejo reloj de cuerda y como he comido bien, me siento lúcido, aunque he perdido soltura e inspiración para relatar mis cuitas. Pero ya siento cómo la claridad gana terreno a la brutal ofuscación enquistada por la convivencia con 'S' y la charla de su madre.

A veces me siento combatiendo un proceso de 'reforma del pensamiento' propio de toda secta, donde asedian de forma sostenida el intelecto del incauto. Pero, oh sorpresa, tanto asedio no ha hecho más que agudizar mi escepticismo, y por ello he sobrevivido. Además no ceso de leer artículos sobre manipulación y gente tóxica con los cuales blindarme.

Marcar límites supone una lucha constante: ganar terreno en cierta área un día, perderlo en otra al siguiente, lo que implica ejercer cierta crueldad lastimera. No estoy acostumbrado a ser así, pero la situación me ha obligado a desarrollar indolencia. La compasión lo hace a uno ceder hasta el sacrificio. Los reproches (recurso habitual en un manipulador) me importan cada vez menos: ya no me inducen culpa sino enfado o irritación.

Mi punto débil sigue siendo el beneficio material (comida, básicamente) que aunque compenso haciendo de peón, aún me arroja a la vergüenza y la humillación.

¿Por qué atribularme pensando en ello ahora? Este momento es perfecto. Y podría mejorar si escucho Clannad en mi arcaico e infalible cacharro de CD. Siempre preferiré la austeridad a las comodidades que resultan falsas pues conllevan constantes molestias.

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