miércoles, 15 de julio de 2015

Miedo a trabajar (o buscar empleo).

Es increíble cómo algo que la mayoría desempeña con facilidad para nosotros los socio-fóbicos sea una tortura.

He descubierto que por más razonamientos que uno use para disolver el miedo, éste sigue anclado en nuestra mente, listo para detonarse en cuanto detecte la situación con que nos agobia.

Algunos sugieren apoyarse en un psicólogo o psiquiatra pero, ¿qué hacer si ninguno está a nuestro alcance, ya sea por vergüenza a confesar nuestros temores o por simple impedimento económico?

La verdad es que no hay solución inmediata que nos arranque ese temor incapacitante. En el borde de la impotencia solo nos queda tantear la situación poco a poco, lo que implica presionarse uno mismo.

Es duro, como lanzarse a un vacío.

Vale acompañarse de un pensamiento que aligere la presión: "Voy por propia voluntad, nadie me obliga. En cualquier momento puedo dar media vuelta e irme". Es un recurso poco brillante, es burdo. Pero hay qué comenzar por algo, asumiendo de antemano que nada resultará perfecto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Entradas más leídas