Según lo que se le pudo arrancar a los parientes de mi padre durante la última audiencia, hace exactamente un año lo ingresaron a un hospital donde murió pocos días después. A saber si la fecha es cierta, en realidad no importa. Sólo puedo pensar en la vida de mi padre como una advertencia que deja algunas "lecciones":
No se puede ir contra las tendencias individuales. Si una persona quiere vivir en condición de ruina, vivirá en condición de ruina. Si es su voluntad fracasar en cada aspecto de su vida (ético, social, económico, familiar, emocional, salud), fracasará y nadie puede disuadirla.
No se puede ir contra la existencia y sus reglas. La prosperidad no aparece sola; no es un "postulado" ni un "acuerdo". Es producto de la inteligencia, el esfuerzo y el trabajo. Quien se hunde en la pasividad y el vicio se condena solo y no es culpa de nadie.
Es presuntuoso asumir que las circunstancias están bajo nuestro control o se tornarán favorables solo por un concepto vanidoso de nosotros mismos. La vida es difícil y le es indiferente nuestro apellido, nuestra labia o nuestra supuesta "gran" personalidad.
Estamos obligados a aceptar que las circunstancias pueden sobrepasarnos. Es insensato no columbrar los posibles reveses o creer que estos jamás nos alcanzarán. Lo inesperado sucede todo el tiempo. A la vida no le importan nuestros delirios de grandeza.
No se puede ir contra las tendencias individuales. Si una persona quiere vivir en condición de ruina, vivirá en condición de ruina. Si es su voluntad fracasar en cada aspecto de su vida (ético, social, económico, familiar, emocional, salud), fracasará y nadie puede disuadirla.
No se puede ir contra la existencia y sus reglas. La prosperidad no aparece sola; no es un "postulado" ni un "acuerdo". Es producto de la inteligencia, el esfuerzo y el trabajo. Quien se hunde en la pasividad y el vicio se condena solo y no es culpa de nadie.
Es presuntuoso asumir que las circunstancias están bajo nuestro control o se tornarán favorables solo por un concepto vanidoso de nosotros mismos. La vida es difícil y le es indiferente nuestro apellido, nuestra labia o nuestra supuesta "gran" personalidad.
Estamos obligados a aceptar que las circunstancias pueden sobrepasarnos. Es insensato no columbrar los posibles reveses o creer que estos jamás nos alcanzarán. Lo inesperado sucede todo el tiempo. A la vida no le importan nuestros delirios de grandeza.