viernes, 30 de marzo de 2018

Aguas tranquilas.

Leonid Afremov
Estoy solo en una habitación que cubre mis necesidades. Se asemeja mucho a mi cuarto pero admito que es mejor. Una versión 2.0 de mi soledad. Hay luz, un radio, una cama, baño y regadera. Mayor espacio e incluso una modesta mesa donde puedo escribir o dibujar.

Tengo pocas posibilidades de ser molestado. No tengo fobia a salir y toparme con algún vecino. Si necesito algo, hay tiendas muy cerca y no socializo con nadie. No hay una cortina rota que me avergüence. Sobretodo, aquí no apesta a cigarro.

Más de un año ha pasado desde la última vez que me he puesto a escribir a mano. Me he adaptado parcialmente al teclado pero el diario en papel es insuperable. Siempre seré rústico en este aspecto. Lo extrañaba mucho.

Desde que mi casa fue saqueada y mi diario fue robado no volví a tomar una pluma para unas líneas personales. Podría pensarse que mi actual contexto facilitaría la labor pero después de lo que pasó me queda claro lo frágil de la privacidad. La gente es curiosa o francamente entrometida. Esta sola cuartilla significa un riesgo y la sepultaré en el blog en cuanto pueda.

Por lo demás, todo transcurre en calma y no tengo mucho qué narrar. No puedo quejarme. De no ser por mi novia, que me facilitó esta habitación en el mismo predio de su casa, quizá habría terminado en la calle. Así que me ha ido mejor de lo que esperaba. El año pasado fue bastante tenso y no podía pensar con claridad pero ahora tengo oportunidad de ganar perspectiva.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Entradas más leídas