domingo, 4 de marzo de 2018

Lo que se me arrebató.

Dije en una entrada anterior que, después que murió mi padre, sus parientes aprovecharon mi ausencia para saquear la casa. Antes del saqueo, hoy hace un año, todavía pude entrar y ver a mi gatita.

Ya no la volví a ver.

No diré que esto iguala la pérdida de un hijo. Pero no es menos desolador: nunca sabré si dieron a mi gatita en adopción, o la arrojaron a la calle, o la sacrificaron. Esa punzante incertidumbre.

Como mínimo, merece ser honrada en una entrada.

Arreglé esta foto mediante filtros ya que la original tenía una insípida tonalidad azul. Si bien poseo fotos más recientes elegí esta por ser una de las mejores, que data del 6 de Agosto de 2013.

Ante las pérdidas que aún no asimilo, no tengo mucho qué decir. Extrañaré a mi gatita y nunca la olvidaré.

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