martes, 18 de enero de 2022

Que tu diario no te sepulte.

Encontré este artículo sobre cómo llevar un diario. No en el sentido de proponer un esquema rígido y autoritario (a fin de cuentas cada quien escribe como quiere) sino de sugerir pautas para sacarle provecho como actividad de auto ayuda.

En general, un diario suele tener un enfoque meramente catártico. Volcamos nuestras emociones cual cubo de desechos, lo cual es completamente válido y tiene su beneficio hasta cierto punto. Pero es un ejercicio incompleto. Resulta que falta una segunda parte, y es escribir después desde un enfoque más neutral, para finalizar con la tercera parte del proceso que sería una sesión de preguntas en sentido analítico.

Por supuesto que el desahogo viene bien. Pero en la cultura popular se enfatiza esta fase como un proceso único y suficiente. "No te guardes eso que sientes, sácalo", "grita/llora si quieres; no te reprimas", "pégale a la almohada, rompe algo", "escribe sobre ello, si quieres con groserías", son ideas chuscas pero arraigadas. Y aquí viene la trampa: mantener nuestros soliloquios en "modo desahogo" puede llegar a intoxicarnos, al encerrarnos en una visión túnel donde todo ha de ser dramático e irresoluble. Quedamos enganchados en un discurso victimista que nosotros mismos hemos montado.

Si bien ahí hemos purgado algo que nos molestaba, no basta para superarlo. Lo que sigue es volver a ello pero ahora con cabeza fría, describiendo lo ocurrido sin toda la carga emocional. Describir el evento o los hechos que lo componen pero de forma neutral y sin arrebatos, así como examinamos algún objeto roto y pensamos cómo repararlo. Y ahí entra la tercera parte, que es cuestionar el evento y nuestras reacciones a él.

Pasar de: "¿Por qué me pasa esto a mi? Es espantoso, la vida es un asco". 

A: "Esto que me pasó ¿es tan grave? Sí, fue desagradable, ojalá estas cosas no sucedieran, pero sería un error extrapolar el sinsabor de una mala experiencia a lo que es la totalidad de mi vida. Por el contrario, veré qué rayos puedo aprender de esto".

Esto es como arreglar un auto. No dices que está afinado sólo por haber cambiado las llantas. Faltan los demás componentes. Expresar emociones no es lo mismo que explorar emociones. Lo segundo ya conlleva una finalidad constructiva.

Otra trampilla en la que se suele caer es en convertir todo lo que nos pasa en un problema, a fin de escribir sobre ello en nuestro diario, elevando incidentes menores a la categoría de grandes tribulaciones. Que ibas caminando en la calle y casi chocas con un tipo en bicicleta. Que el camión te dejó dos cuadras más adelante de donde querías bajar. Que no había suficientes cajas abiertas en el supermercado y sufriste gran desesperación en una fila inesperadamente larga. Si tú llenas tu diario de esos desencuentros triviales, habrás fortalecido el hábito de quejarte y afectarte por todo. No es a fuerza escribir cada día, solo cuando sea necesario. Un diario personal no es contenido que debas generar con periodicidad para que otros lo consuman. Si pasan semanas, meses o años sin que escribas nada, está bien.

Obviamente llevar un diario no te va a resolver la vida ni sanará todas tus heridas. Las panaceas no existen. Además, el proceso descrito en el artículo tiene sus límites. Hay situaciones que se pueden abordar, pero otras más duras como la muerte o una enfermedad grave ya están a otro nivel y a veces por mucha reflexión que le dediquemos a estas grandes adversidades, puede tomarnos años y hasta la necesidad de terapia para sobrellevarlas. Aceptemos que hay cosas que nunca se superan. Pero igual te tienes que mover a pesar de ellas.

Las dos entradas anteriores a esta fueron un experimento en el que intenté romper con el patrón de escritura con que me guiado desde que inicié este blog. Ya había detectado las taras de limitarse a lo catártico hace tiempo, y seguiré explorando formas más benéficas de escribir. Realmente no me gustó el tono sentencioso de esas entradas porque hasta se leen medio arrogantes pero bueno, es lo que la tentativa arrojó.

sábado, 15 de enero de 2022

Umbral.

A veces no se puede solo contra los adversarios. Se requiere humildad para aceptar ayuda, una intervención favorable.

El enemigo no siempre ha de ser una persona. Puede ser una enfermedad que persiste largo tiempo.

Una afección que te ha acompañado cual lastre malogrando momentos que pudieron ser más plenos.

De pronto surge la oportunidad y tomas la decisión de extirpar el mal que te minaba. Ahora tienes fuerzas nuevas.

Nuevas fuerzas y una atención más libre, que de momento quizá no sepas en qué emplear. Pero has recuperado algo valioso.

Algo que pudiera acercarse a la felicidad es el momento en que te libras de ese padecimiento de años, gracias a la ayuda recibida y la decisión tomada.

Quizá este rigor tiene su aspecto absurdo e innecesario. Pero resistir una dolencia veinticinco años debió forjar el umbral de dolor.

viernes, 14 de enero de 2022

Con calma.

La vida siempre te va a sorprender, aunque seas consciente de lo cambiante que puede llegar a ser.

Un día todo transcurre relativamente bien y al siguiente ya tienes dos adversidades encima. Llegaron de repente.

Sabes que tu primera reacción debería ser de calma pero es demasiado tarde. Sin darte cuenta ya depositaste las reacciones emocionales de siempre.

Te sientes tonto y avergonzado de ti mismo. Qué fácil te puede doblegar la vida con un par de jugadas.

Queda intentar lo recomendado por los sabios: un problema a la vez. Te ocupas primero del más prioritario y el otro lo pospones.

Luego, practicar la mentalidad neutral. No arrojar leña (emociones de más) al fuego (las dificultades).

Ante la siguiente oleada de problemas reaccionarás igual, pero la mente neutral operará más pronto. Gradualmente acudirá casi de inmediato, reduciendo el gasto emocional.

Se trata de reducir el brote de emociones entre la adversidad y la calma.

martes, 7 de diciembre de 2021

Contracorriente.

La semana pasada (hace ocho días para ser exactos) acudí con mi abogado a una audiencia decisiva para mi caso. Era una audiencia en la que supuestamente los nacos que habitaban mi departamento debían presentarse y justificar su estancia ilícita, sin contrato de arrendamiento.

Pero desde que recibieron la notificación de la demanda en abril, huyeron furtivamente sacando sus cosas a deshoras. A su vez metieron a otra gente. Creen que mantener un ciclo de gente que va y viene eternizará un proceso que les permitirá poseer el inmueble... un razonamiento muy estúpido, porque lo que sigue es solicitar el desalojo y listo, se vuelve irrelevante quién o cuántos nacos estén ahí dentro.

Así que por fin puedo decir que hay un avance objetivo en mi fatigosa pugna por recuperar lo que de forma legítima me pertenece. Este tipo de procesos son lentos y se han vuelto más torpes debido a las medidas contra el covid. Es lo que hay y no queda mas que adaptarse a ello.

No puedo quejarme. En España por ejemplo, existen los llamados «okupas» una fauna que se dedica a invadir inmuebles escudándose en su situación de calle. Algo así como los «paracaidistas» en México pero con el plus del chantaje moral. De forma aberrante, el estado favorece a estos okupas pisoteando los derechos de los auténticos propietarios. Por fortuna, tal aberración impulsada por la ideología progre aún no se aplica aquí, pero creo que es cuestión de tiempo.

Hace tres años, el gobierno bolivariano que ahora padecemos intentó castigar a los propietarios que querían desalojar y recuperar su inmueble, con una medida insultante: el propietario debía costear la renta de otro inmueble para los indeseables inquilinos, gastos de mudanza incluídos. No se habló mucho de esta jugada sucia del gobierno pero hubo algunos avispados que la interceptaron y echaron atrás. Era apenas una iniciativa pero de haberse implementado, hubiera sido (y en el fondo lo era) una suerte de represalia a los propietarios por el sólo hecho de tener un patrimonio. Así que la amenaza del socialismo anda rondando, tanteando brechas aquí y allá por las cuales filtrarse.

Como sea, a pesar de todo y contra todo, por fin me anoto una victoria, pequeña pero sólida. Jamás me creí capaz de lidiar con tanto. Kudos a mi abogado, dicho sea de paso.

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