Un día todo transcurre relativamente bien y al siguiente ya tienes dos adversidades encima. Llegaron de repente.
Sabes que tu primera reacción debería ser de calma pero es demasiado tarde. Sin darte cuenta ya depositaste las reacciones emocionales de siempre.
Te sientes tonto y avergonzado de ti mismo. Qué fácil te puede doblegar la vida con un par de jugadas.
Queda intentar lo recomendado por los sabios: un problema a la vez. Te ocupas primero del más prioritario y el otro lo pospones.
Luego, practicar la mentalidad neutral. No arrojar leña (emociones de más) al fuego (las dificultades).
Ante la siguiente oleada de problemas reaccionarás igual, pero la mente neutral operará más pronto. Gradualmente acudirá casi de inmediato, reduciendo el gasto emocional.
Se trata de reducir el brote de emociones entre la adversidad y la calma.

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