viernes, 3 de diciembre de 2010

Apocalipsis Zombie.

Mis párrafos favoritos del libro de Manel Loureiro:

Cada uno debe mirar por su culo en este nuevo mundo de "no vivos" en el que nos hemos metido.

He cometido el error de contarle mi aventura con el soldado y ahora cree que podemos ser capaces de abrirnos camino a sangre y fuego por la ciudad, hasta su puto barco.

La próxima vez que escriba en este diario será para contar como me ha ido. Si no vuelvo a escribir aquí…Bueno, evidentemente, algo habrá salido mal y un nuevo cadáver, vestido con neopreno estará dando vueltas por la ciudad. Pero no sin haber vendido antes cara su piel. Estoy aterrorizado. Estoy nervioso. Pero también estoy decidido. Vamos allá.

Un cadáver andante es un concepto tan terrorífico que no se puede entender si no ves a uno en persona, pero la imagen de cientos de ellos tratando de cogerte realmente puede poner los pelos de punta al más templado.

A joderse. En este nuevo mundo sólo el que pueda cuidar de su culo tiene posibilidades de ver el nuevo día.

Me dejé caer, agotado, contra una pared, mientras observaba aquel montón informe de pasta para sopa en el suelo. Inevitablemente, me acordé de mi madre y de la sopa que me preparaba los días de lluvia. El recuerdo fue intenso, y muy doloroso. La angustia, que había tenido retenida en algún rincón de mi cabeza, se liberó como un torrente incontrolable, y empecé a llorar silenciosamente, con gruesos lagrimones corriendo por mis mejillas.

En un nivel abstracto, había sido consciente de ello todo el tiempo, pero no había querido enfrentarme a esa situación hasta ese momento.

El dolor seguiría ahí presente, no solo ahora, sino a lo largo de las próximas semanas, pero al menos sabía que no iría a más y que poco a poco desaparecería, como un rescoldo.

No quiero seguir hablando de cosas tan tristes.

Era la primera vez que nos reíamos en semanas y la risa brotaba, incontrolable, dando rienda suelta a un caudal incontrolable de tensión emocional. Estábamos en ese estado de risa floja en el que cualquier tontería, por banal que sea, te hace reír sin control posible. Era fantástico. Aún éramos humanos. Aún estábamos vivos. Aún podíamos dar batalla.

Sabía que tenía que controlar el miedo. Si dejaba que el pánico prendiese en mí, estaría acabado y Prit conmigo. Valoré la posibilidad de abandonar a Lúculo a su suerte por unos instantes, pero deseché la idea con más rapidez que el tiempo que me lleva escribir esto. Lúculo no era solo mi mascota, ni mi fiel compañero desde hacía meses. No. Mi gato era el último vínculo que me quedaba con mi vida anterior. Si lo perdía, algo dentro de mí se perdería para siempre, y la memoria de la vida que llevaba antes se perdería como arena en el viento. No, tenía que encontrar a Lúculo como fuese.

No tenía ni la más remota idea de donde podía estar Lúculo. Supuse que terriblemente asustado por la refriega habría buscado un rincón tranquilo donde guarecerse por un momento. En casa, cada vez que se desencadenaba una tormenta solía atrincherarse en el armario de las sabanas hasta que pasaba lo peor. Desalentado, caí en la cuenta de que encontrar a mi gato en un espacio tan vasto como aquel Hospital, a oscuras y con millones de recovecos desconocidos, podía ser una misión desesperada, sobre todo si lo que buscaba era un gato asustado que no tenía ganas de ser encontrado.

De todas formas, tenía que intentarlo. Sé que suena como una locura, y que tan solo era un gato, pero me sentía con la obligación moral de encontrarlo. Además, perder a Lúculo me partiría el corazón, después de todo lo pasado juntos. Cualquiera que tenga un animal de compañía entendería perfectamente lo que digo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Entradas más leídas