—24 de Enero, 2011.
Neofobia.
Mi gama de emociones no es muy amplia pero hoy me siento un poco inquieto. Creo que es fastidio de la rutina, de hacer siempre lo mismo. No hay razón para quejarse de la monotonía; basta con hacer cosas distintas. El problema es me falta la audacia para buscar experiencias nuevas, lo cual me hace pensar si realmente existe la Neofobia. Peor aún, ni siquiera se me ocurre qué tipo de experiencia buscar (tan enfrascado me encuentro). Solo requiero dos recursos: el dinero y el valor. Aceptémoslo, se requiere un buen ingreso económico para llevar a cabo cualquier idea, no hablemos ya del
espíritu aventurero.
Por mientras me conformaré con aprender a redactar bien, sirviéndome de este blog para practicar. No me librará del fastidio, pero es un propósito útil y realista. Lo otro queda pospuesto, fraguándose en mi inconsciente. A estas alturas pienso que los sueños pueden esperar.
—1ro de Febrero, 2011.
Año Nuevo Chino.
Por medio de una amiga (esa chica hermosa) me he enterado que en 2 días se celebra el
Año Nuevo Chino. Y quiero tomarlo como una segunda oportunidad, porque desde el pasado 31 de Diciembre a la fecha, no he realizado ningún cambio en mi vida. No tengo grandes propósitos, sólo ser más constante. Por ejemplo, acostumbro hacer ejercicio, pero a veces tengo periodos de sedentarismo. También tiendo a desvelarme mucho y ya no leo con la misma regularidad.
Pues desde el 3 de Febrero seré fiel a mi rutina, procuraré dormir temprano y leer al menos un libro por mes. Ya sé, no son grandes propósitos pero sí un reto a mi voluntad y quizá hasta una vía de superación. Al menos
seré mejor no seré tan peor persona de la que soy ahora.
—6 de Febrero, 2011.
La gran pregunta.
Los mediocres no deberíamos participar en redes sociales. No si queremos conservar algo de dignidad. Si hay un tema que evito tocar (en la red o el mundo real) es el laboral. Desafortunadamente es tema obligado en cualquier ocasión y es difícil evadirlo. Bastante humillante es ya enterarse del éxito ajeno, que el ser cuestionado sobre mi oficio inferior es ignominioso. Un amigo y antiguo compañero se ha atrevido a preguntarme al respecto; parece que no he dejado claro mi rechazo al tema.
Irónicamente mi austeridad económica me dejó algunos días sin Internet, dándome tiempo para formular una respuesta que no me comprometa; sería descortés ignorar su pregunta. Y como tengo la mala costumbre de responder cada publicación sería muy notorio si omito la suya. He notado que existe una especie de "lenguaje imperceptible" en ello. Por ejemplo, cuando algún usuario, para nosotros importante, responde todas las publicaciones excepto la nuestra, más allá de sentirnos ignorados, sentimos que algo anda mal. Nuestro ligero entusiasmo por obtener respuesta se esfuma reemplazado por una gran consternación.
¿A qué te dedicas ahora? Sepa, quien lea esto, que tan sencilla pregunta puede significar un serio
jaque para un ente acomplejado.
Y aún no se me ocurre el modo de salirme por la tangente sin perder el estilo.
—7 de Febrero, 2011.
Un grato descubrimiento.
Esta mañana se me ocurrió pesarme en la vieja báscula (no me había pesado en 6 meses) y descubro que he subido 10 kilos, recuperando mi peso de antaño. Siempre he sido ectomorfo, pero veo que mi entrenamiento, casero y rudimentario
a la Rocky 4, ha rendido sus frutos.
Aún hay
galleta en este viejo de 31 años.
—18 de Febrero, 2011.
Cómo NO conseguir trabajo.
¿Cómo? Armado de complejos.
Mis primeros intentos por salir adelante siempre se vieron frustrados por el temor a situaciones nuevas o a no ser lo suficientemente capaz. Salir a conseguir trabajo fue siempre una experiencia áspera y desgastante. Ahora me es indiferente, pero un día, hace 7 años, escribí lo siguiente:
"...Ya iba mentalmente vencido. Así que cuando debí actuar resuelto, mi mente me traicionó. El miedo se me atravesó y durante el trayecto me inyectó desánimo con argumentos del tipo "...No tienes la capacidad, ahora te será más difícil que antes, no podrás hacerlo, no pierdas tu tiempo ni le arrebates la oportunidad a alguien que en verdad la merece, además podría resultarte peor. No te hagas el tonto..."
Incluso, apenas saliendo de casa, papeles en mano, sabía ya en mis adentros que ni siquiera me atrevería a tocar el timbre de esa fábrica horrenda. Al llegar ahí, me daría media vuelta o pasaría de largo, esperando que nadie notara mi intención frustrada de conseguir empleo ni mi temor, cuestionándome a mí mismo, ¿qué me pasó?
Hoy entendí que esto me sucederá siempre y cada vez que lo intente, pero no me resigno a la frustración ni logro aceptarlo del todo; aún añoro la posibilidad de un cambio..."