Arruinado mi ordenador en Diciembre, tuve que volver al rústico papel.
Actualmente me conecto desde un obsoleto dispositivo móvil, que me permite escribir entradas breves pero precarias: sin etiquetas, imágenes ni formatos de texto. Por más que lo evite, ocurren saltos de línea que desordenan los párrafos. No puedo corregir o actualizar una entrada una vez publicada. La torpe interfaz móvil hace imposible gestionar o ingresar comentarios apropiadamente.
Y si algo extraño de esta matriz digital, es mi blog. Voy a retomarlo con esas desventajas; pero lo que escriba en lo sucesivo no se entenderá del todo por la brecha de casi un año.
Mi principal intención, por el momento imposible, es transcribir el diario de ocho meses.
Actualmente me conecto desde un obsoleto dispositivo móvil, que me permite escribir entradas breves pero precarias: sin etiquetas, imágenes ni formatos de texto. Por más que lo evite, ocurren saltos de línea que desordenan los párrafos. No puedo corregir o actualizar una entrada una vez publicada. La torpe interfaz móvil hace imposible gestionar o ingresar comentarios apropiadamente.
Y si algo extraño de esta matriz digital, es mi blog. Voy a retomarlo con esas desventajas; pero lo que escriba en lo sucesivo no se entenderá del todo por la brecha de casi un año.
Mi principal intención, por el momento imposible, es transcribir el diario de ocho meses.
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