A pesar de mi natural introversión, intuyo que seré víctima del Síndrome de la Cabaña. La idea de regresar a la normalidad me pone alerta, lo cual no es forzosamente malo, pero no me estoy predisponiendo adecuadamente. Intuyo que presentaré más resistencias de las habituales cuando el aislamiento concluya.
Para los de mi tipo, este escenario ha tenido aspectos utópicos: distanciamiento y reducción de toda actividad social. Lo mejor ha sido la imposibilidad de comer en locales (odio comer afuera, no me gusta comer en medio de la gente ni que me vean hacerlo).
A riesgo de parecer frívolo, es como si el mundo se hubiera alineado a favor de los introvertidos, al menos de forma temporal. Calles semi vacías, pocos autos circulando, locales cerrados. El mundo ideal de los introvertidos es un poco siniestro. Soñamos con un mundo casi sin vida de tan tranquilo.
Lo que me vino mejor fue que ya no me acompleja “estar encerrado” porque ahora casi todos lo están. Muchos están desempleados o sin ingresos a pesar de contar con estudios y un título. Los que se jactaban de estar por encima mío devinieron marginados como yo. No me alegra la desdicha ajena, pero este gran evento nos vino a nivelar a todos.
Claro que ha sido un evento demoledor, no hablemos ya de las pérdidas humanas. Todos nos fuimos enterando de personas enfermas allá en lugares lejanos, hasta ver cómo la enfermedad se acercaba hasta alcanzar a algún pariente, compañero o vecino. Tengo el infortunio de contar una pérdida cercana.
No era amigo mio sino de mi novia, y jamás platicamos pero siempre fue muy amable con nosotros. Tenía sesenta años y enfermó. Pasó sus últimos doce días en aislamiento en el hospital. No es forma de terminar... en total incertidumbre, incomunicado y sin ya haber podido hablar con su familia.
La mayoría de la gente lo ha resentido hasta bordear estados depresivos y por ello enfrentará el fin del aislamiento en dos aspectos: primero, levantarse otra vez, recuperar el ritmo de vida. Segundo, reconstruir su mundo emocional. La ofuscación por el confinamiento también será pandemia.
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