martes, 4 de septiembre de 2012

Apología de un día ordinario.

Es aburrido escribir un diario sobre las faenas cotidianas. Por lo general uno realiza las mismas acciones cada día; sobre ello no hay mucho qué decir. Pero es una buena oportunidad para romper con el bloqueo mental partiendo de algo sencillo, ejercitando también nuestra habilidad de describir escenarios.

Por ejemplo hoy, antes de levantarme, dediqué unos minutos a la meditación. Comienzo enfocando mi atención en el cuerpo induciéndolo a la relajación (usualmente despierto tenso aunque haya dormido bien). Luego extiendo mi atención a la línea de pensamiento que ocupa mi mente. Por lo general tiene qué ver con preocupaciones o situaciones inconclusas. Intento asentarlas una por una, pero mi concentración ha decrecido y pronto me encuentro divagando.

Cada inicio de mes me prometo dejar de tomar café. Promesa que rompo a la mañana siguiente. Sin ese café siento que me falta algo importante. Creo que mi cerebro se ha acostumbrado al «rito» del café y lo interpreta como preámbulo para la acción.

Me he dado cuenta que soy propenso al mal humor. No hay un solo día en que no me queje por algo. Por cierto, no suelo expresar mi molestia externamente sino que maldigo mentalmente a la persona o circunstancia causante de mi enfado. Existen ciertas personas cuya presencia y acciones me perturban creo yo, con justa razón por ser despreciables ya que demuestran desconsideración para con terceros. Hay gente que anda por el mundo sin importarle el perjuicio que causa a su alrededor, incluso a si misma. Creo que todos hemos lidiado con alguien así. Gente nociva que, si se lo permitimos, nos puede arruinar el día.

Lo que despeja mi mente es la lectura. Leo un poco de todo. Últimamente leo artículos en Internet y por la noche antes de dormir, algún libro en formato físico. Este tipo de lectura jamás la abandonaré. Recostarse en calma en compañía de un libro es un placer inigualable.

Lo que me relaja es el ejercicio. Ya no soy un fanático como en mis veintes pero no me abandono. Me gusta ese agotamiento que produce el esfuerzo físico sin llegar al agotamiento extremo. Intento no dejar pasar un día sin hacer algo aunque me sienta indispuesto. Hoy realicé al menos unas cuantas dominadas.

Así que un día común en mi vida gira en torno a la espiritualidad, las fantasías, la procrastinación, la antipatía, la cultura y la salud.

Quizá mi rutina no es tan aburrida después de todo.

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