sábado, 1 de septiembre de 2012

De mi ex aprendí...

A no volver a involucrarme con nadie si quiero conservar mi salud emocional, mi libertad y paz interior.

A revalorar mi soledad e independencia.

A no abandonarme y seguir andando con el alma hecha pedazos.

A ser prudente y desconfiado, y a mirar con sospecha las muestras de afecto.

A restringir mi apego a lo que dependa de mi y no me vuelva vulnerable.

A cultivar un estado de sana indiferencia.

Lo falso, frágil e inestable que puede llegar a ser un vínculo emocional.

Que fallé al otorgarle el poder de hacerme sentir el más dichoso o el más miserable.

Que el alma es resiliente y aunque se desquebraje, puede reconstruirse poco a poco del golpe más brutal.

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