lunes, 23 de diciembre de 2013

Balance anual.

Me puse a leer mi diario de hace un año. Creo que mi estado era deplorable comparado al actual... o quizá deplorable en otro sentido. Ahora tengo más confianza, me siento más conectado con la vida, recuperé parcialmente mi identidad digital y físicamente he mejorado un poco (subí de peso).

Pero he descendido un mundo de pleitos, indirectas, humillaciones; he perdido mi libertad. Y de la melancolía de hace un año me he desplazado al fastidio y las pequeñas pero constantes implosiones de ira.

Jamás debí involucrarme con "S". Debí dejarme morir de inanición hace un año o mucho antes. Tan solo pasé de un cuadro de complicaciones a otro. Cuando menos antes era solo yo lidiando con mi situación, y lo que me pasaba no afectaba ni importaba a nadie. Yo de un lado y el mundo del otro. Ahora debo informar mi estado, ideas e iniciativas, restringir mis de por sí pocas amistades, soportar chantajes, manipulaciones y otras mezquindades.

¿Y para qué? He dejado de escribir, de pensar, de caminar para mí (ahora mis caminatas en solitario tienen un compromiso, un destino que no es mío). Extraño ser sombra. Hoy debo fingirme humano en situaciones que no soporto, traicionando mi esencia.

¿Qué gano con eso?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Entradas más leídas