domingo, 25 de enero de 2015

Tirar la basura.

Anotar esto puede parecer ridículo pero debe quedar registrado: hoy a las 8 AM salí a tirar la basura. Es digno de mención porque hacía años que, literalmente, no me atrevía a hacerlo. Simplemente no me sentía capaz, me parecía algo 'prohibido'. He ahí los terribles estragos de la ansiedad social y las malas experiencias. Uno queda inhabilitado para las tareas más sencillas.

Lo insólito estriba en que llevo cerca de dos años socializando (dentro de los límites de mi introversión) y realizando tareas más complejas. Vamos, he tenido sexo hasta el hartazgo (en verdad, estoy harto, literalmente), ¡estuve a punto de ser padre! Y con todo ese nuevo bagage sicológico no había superado el temor de ejecutar algo tan simple.

El cerebro (al menos el de un socio-fóbico) se delimita a cierto rango de acción, y contra toda lógica, a veces logra romper con sus rígidas reglas para lanzarse a 'grandes hazañas', permaneciendo incapaz de tareas de menor o nula complejidad.

Tan absurdo como si un hombre arrojado temiera pisar un insecto después de haber enfrentado una fiera.

sábado, 24 de enero de 2015

Vicio vs antídoto.

Si algo ha "nutrido" mi diario estos últimos dos años ha sido mi experiencia con "S". Puede ser patológico porque actualmente consume la mayoría de mi tiempo y energía. Creo que polarizar la vida entera a un hecho particular es poco sano; se supone (y es posible) que la vida tenga múltiples aspectos que la enriquezcan.

Me sirve de espejo, lamento la redundancia, una prima de "S" que se dedica cien por ciento a su trabajo. Solo habla de los triunfos y complicaciones de su profesión, y aunque tiene algún "hobby" interesante, poco habla de él (quizá sea algo para ella muy vital que prefiere reservarse), hablando con pasión monótona de sus faenas de oficina. El resultado, un ser hueco y mono-temático con el cual no se puede hablar de otra cosa que no sea su ocupación.

Desde un enfoque mundano, esto es la norma. Por lo general es nuestro oficio (o su ausencia) lo que nos define y se espera de nosotros que todo nuestro ser sea absorbido por él. Para mí equivale a convertirse en un organismo autómata que se dedica por completo a una sola actividad (que no un propósito, que otorga vida a quien se consagra a él). En este caso, no digo que trabajar afanosamente sea malo; finalmente otorga una vida digna y productiva. Lo que me parece inadecuado es abandonar inquietudes e ideas diversas por ello.

Lo terrible es que todos incurrimos en lo mismo. Yo no dejo de diseccionar mi relación con "S" a modo de antídoto para blindarme de ella; ejercicio insano teniendo la opción de disolverla. Estrechar la atención a un solo punto no se le puede llamar "actividad". Más preciso es nombrarlo vicio, que envenena y corroe. La diferencia es que estas constantes anotaciones aquí resultan algo terapéutico y por ende necesario: evitar que mi mente se arruine al contacto de influencias groseras y pobres. Contrario a la práctica de "S" y su madre de criticar compulsivamente a propios y extraños, por matar el tiempo y alimentar una ilusión de superioridad. Jamás se cuestionaran lo que hacen; de hecho se regodean en ello, y sin ello nada tienen. Al menos, desde mi declive aún aspiro a mejorar lo más posible, consciente de que no lograré mucho.

viernes, 23 de enero de 2015

La experiencia agobiante.

Hoy salí a caminar un rato por ahí. Pero no resultó del todo bien. Tantos días de convivencia sostenida con 'S' y su madre han sido abrumadores y esta vez un simple paseo ha sido insuficiente para desintoxicarme y recuperar lucidez. Estuve casi 20 días ahí, y el dúo madre e hija, más insoportable a cada momento. El idioma inglés resume mi estado estado actual con el término 'annoying' (irritante, fastidioso). Mi tiempo con ellas es una experiencia irritante.

'Nuevas' hostilidades: 'S' comparte información personal con su madre frente a mí, o intenta despuntar cada plática dirigiéndome alguna crítica; lo de siempre, pero con más descaro que antes. No sé si para ponerme a prueba, sabiendo que no puedo ponerle un alto en presencia de su madre, para incomodarme, o para echar a andar la convivencia. Pero dudo que sea un acto inocente. Lo irónico es que me encomendó una 'carta cursi'. Parece que aún no entiende que mis días de libertad son para descansar de ella. Pero aún estoy tentado a escribirla, por compromiso.

Por que cada vez confirmo lo lejanos que somos. Tanto le he insistido sobre mi cariño por mi gato, mi preocupación por su bienestar y nada de eso le importa; lo que revela su nula empatía hacia mí. Tan solo le importa acomodar a la poca gente en torno suyo como piezas en el tablero de su vida, configurando su propia felicidad, indiferente a la ajena.

Cuando una persona te separa de lo que amas, a sabiendas de la aflicción que te causa, solo busca su felicidad y no le importa la tuya. El quid es cuándo tendré la determinación para darle fin a este escenario.

Asimov, afortunado.

"Soy tan afortunado de vivir en una pequeña isla en paz y serenidad, que nunca la abandono voluntariamente, salvo en casos de emergencia, por distancias cortas y durante breves períodos de tiempo". Isaac Asimov respondiendo en una carta, una invitación para comentar parte de una serie de 'Arte y Lecturas' en Portland (16 de febrero, 1989).

martes, 6 de enero de 2015

Lo imprevisto.

El Viernes 19 de Diciembre del año pasado, 'S' me pidió que fuera a verle pues se sentía mal. Cuando llegué estaba recostada; venía de ver a un doctor que le recetó hormonas para evitar el desprendimiento del bebé. Tenía amenaza de aborto.

Al día siguiente fuimos a otro hospital. 'S' pasó a consulta. El médico en turno le dijo que permaneciera en cama, pero nada le dijo sobre el estado del bebé, una negligencia de su parte. Ya en la noche, 'S' sufría hemorragias y fuertes dolores. Después de medianoche ocurrió lo que temíamos: aborto espontáneo.

Para qué narrar a detalle el posterior sufrimiento, para qué ahondar en los pormenores de la pérdida. Fueron días amargos. Cuando menos 'S' se recuperó rápidamente en lo físico, lo que aminoró la preocupación, no así la pena.

Confieso que la idea de ser padre me pesaba bastante. Cuando 'S' me informó del embarazo, no lo tome con la mejor actitud que digamos. Pero ella se había forjado muchas ilusiones y de algún modo también yo me estaba mentalizando. Pero, a riesgo de parecer insensible, pienso que no habría sido del todo idóneo la llegada de un niño, no por el niño en sí, sino por factores en torno a él con los que habría sido difícil lidiar.

En primer lugar (y no por materialista sino por poner 'pies en tierra'), su manutención. Siendo franco, si a la fecha no puedo conmigo mismo, ¿cómo iba a ser proveedor para el niño? En segundo, la aberrante situación de formar una familia con 'S': a la fecha no sabe con exactitud mi domicilio ni la he invitado a visitarlo, ya sea por vergüenza de mi precario estilo de vida, ya sea por mantener una barrera. No hay qué engañarse. ¿No es acaso, a dos años de relación y con o sin un niño de por medio, una circunstancia anormal? (sin ir tan lejos, qué dirá 'S' actualmente a sus amigos: que en dos años de relación conmigo aún la tengo en ese aspecto marginada).

Tercero, lo que más me hacía 'corto circuito': la cuestionable influencia de la madre de 'S' en el niño. Tan solo visualizarlo bajo su tutela me revolvía el estómago. En este punto podría extenderme bastante y espero no se me malentienda, pero por dicha razón esta tragedia se me figura a veces como un mal que se evitó: ese inocente niño no padecerá la nociva influencia de una mente manipuladora y enferma.

Por último menciono lo obvio. ¿Qué clase de niño habría sido conmigo por padre? ¿cuál habría sido su destino como hijo de un socio-fóbico esquizoide?

Así que todo vuelve a como era; la relación regresa al viejo 'estira y afloja'.

Creo que es la mujer quien padece con mayor intensidad este tipo de pérdidas, porque es ella quien gesta en su interior ese nuevo ser, entablando un lazo más profundo. Es la mujer quien más se ilusiona y sueña. Para un hombre es, por lo general, más fácil desentenderse o por lo menos enfocarse en lo 'técnico': la manutención, la planeación de gastos, etc. Especulo solamente, pues no pude hacer la experiencia y a fin de cuentas no estoy capacitado para ella, pese a la creencia de que el 'chip' de padre se 'activa' ante el nacimiento del niño. Es lo que se dice. ¡Qué sabré yo!

Entretanto 'S' se consuela pensando que, al menos por tres meses, fuimos padres, una familia nuclear. Consuelo que a veces comparto a pesar de mi escepticismo ante mi rol como posible padre. Y entiendo su insistencia en presionarme, en comprometerme con intentar la concepción de otro hijo en un par de años... pero de eso no estoy seguro y nada debo prometer.

Entradas más leídas