domingo, 25 de enero de 2015

Tirar la basura.

Anotar esto puede parecer ridículo pero debe quedar registrado: hoy a las 8 AM salí a tirar la basura. Es digno de mención porque hacía años que, literalmente, no me atrevía a hacerlo. Simplemente no me sentía capaz, me parecía algo 'prohibido'. He ahí los terribles estragos de la ansiedad social y las malas experiencias. Uno queda inhabilitado para las tareas más sencillas.

Lo insólito estriba en que llevo cerca de dos años socializando (dentro de los límites de mi introversión) y realizando tareas más complejas. Vamos, he tenido sexo hasta el hartazgo (en verdad, estoy harto, literalmente), ¡estuve a punto de ser padre! Y con todo ese nuevo bagage sicológico no había superado el temor de ejecutar algo tan simple.

El cerebro (al menos el de un socio-fóbico) se delimita a cierto rango de acción, y contra toda lógica, a veces logra romper con sus rígidas reglas para lanzarse a 'grandes hazañas', permaneciendo incapaz de tareas de menor o nula complejidad.

Tan absurdo como si un hombre arrojado temiera pisar un insecto después de haber enfrentado una fiera.

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