martes, 6 de enero de 2015

Lo imprevisto.

El Viernes 19 de Diciembre del año pasado, 'S' me pidió que fuera a verle pues se sentía mal. Cuando llegué estaba recostada; venía de ver a un doctor que le recetó hormonas para evitar el desprendimiento del bebé. Tenía amenaza de aborto.

Al día siguiente fuimos a otro hospital. 'S' pasó a consulta. El médico en turno le dijo que permaneciera en cama, pero nada le dijo sobre el estado del bebé, una negligencia de su parte. Ya en la noche, 'S' sufría hemorragias y fuertes dolores. Después de medianoche ocurrió lo que temíamos: aborto espontáneo.

Para qué narrar a detalle el posterior sufrimiento, para qué ahondar en los pormenores de la pérdida. Fueron días amargos. Cuando menos 'S' se recuperó rápidamente en lo físico, lo que aminoró la preocupación, no así la pena.

Confieso que la idea de ser padre me pesaba bastante. Cuando 'S' me informó del embarazo, no lo tome con la mejor actitud que digamos. Pero ella se había forjado muchas ilusiones y de algún modo también yo me estaba mentalizando. Pero, a riesgo de parecer insensible, pienso que no habría sido del todo idóneo la llegada de un niño, no por el niño en sí, sino por factores en torno a él con los que habría sido difícil lidiar.

En primer lugar (y no por materialista sino por poner 'pies en tierra'), su manutención. Siendo franco, si a la fecha no puedo conmigo mismo, ¿cómo iba a ser proveedor para el niño? En segundo, la aberrante situación de formar una familia con 'S': a la fecha no sabe con exactitud mi domicilio ni la he invitado a visitarlo, ya sea por vergüenza de mi precario estilo de vida, ya sea por mantener una barrera. No hay qué engañarse. ¿No es acaso, a dos años de relación y con o sin un niño de por medio, una circunstancia anormal? (sin ir tan lejos, qué dirá 'S' actualmente a sus amigos: que en dos años de relación conmigo aún la tengo en ese aspecto marginada).

Tercero, lo que más me hacía 'corto circuito': la cuestionable influencia de la madre de 'S' en el niño. Tan solo visualizarlo bajo su tutela me revolvía el estómago. En este punto podría extenderme bastante y espero no se me malentienda, pero por dicha razón esta tragedia se me figura a veces como un mal que se evitó: ese inocente niño no padecerá la nociva influencia de una mente manipuladora y enferma.

Por último menciono lo obvio. ¿Qué clase de niño habría sido conmigo por padre? ¿cuál habría sido su destino como hijo de un socio-fóbico esquizoide?

Así que todo vuelve a como era; la relación regresa al viejo 'estira y afloja'.

Creo que es la mujer quien padece con mayor intensidad este tipo de pérdidas, porque es ella quien gesta en su interior ese nuevo ser, entablando un lazo más profundo. Es la mujer quien más se ilusiona y sueña. Para un hombre es, por lo general, más fácil desentenderse o por lo menos enfocarse en lo 'técnico': la manutención, la planeación de gastos, etc. Especulo solamente, pues no pude hacer la experiencia y a fin de cuentas no estoy capacitado para ella, pese a la creencia de que el 'chip' de padre se 'activa' ante el nacimiento del niño. Es lo que se dice. ¡Qué sabré yo!

Entretanto 'S' se consuela pensando que, al menos por tres meses, fuimos padres, una familia nuclear. Consuelo que a veces comparto a pesar de mi escepticismo ante mi rol como posible padre. Y entiendo su insistencia en presionarme, en comprometerme con intentar la concepción de otro hijo en un par de años... pero de eso no estoy seguro y nada debo prometer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Entradas más leídas