sábado, 31 de diciembre de 2016
viernes, 30 de diciembre de 2016
Notas errabundas.
Despertar.
Mis momentos más lúcidos se han dado en una reclusión efectiva: en mi habitación, solo y en absoluto silencio, con la garantía de que no habrá interrupciones. En esa brecha de aislamiento puedo reorientar mis pensamientos y emociones ya sea mediante un razonamiento enfocado o, por el contrario, no pensar en nada, leer, ejercicio físico. Tan sencilla actividad tiene un efecto liberador de las influencias tóxicas acumuladas.
El “glamour” de la introversión.
No me avergüenza confesar que soy introvertido en extremo, al grado de sufrir episodios como no salir de casa durante días o evitar el obligado saludo a los conocidos… pero ahora existe la tendencia a re-definir la introversión como una gran virtud y muchos que son ligeramente tímidos se describen vanidosamente como muy introvertidos y por lo tanto, grandes pensadores y almas profundas. Como si ensimismarse fuese sinónimo de sensibilidad e inteligencia.
Ser una roca.
La introversión tiene su aspecto bueno, pero no es un rasgo que le dé a la existencia aires románticos. Hace deliciosa la soledad, pero es una piedra en el camino cuando hemos salir de casa y encararnos con los aspectos crudos del mundo. En ese contexto, los introvertidos, los verdaderos introversos, somos menos que inútiles. Salimos airosos casi por milagro. Nuestro limitado rango de acción complica eventualidades que deberían ser de fácil resolución. Resultamos faltos de espíritu en situaciones sociales que un “normal” atravesaría sin enterarse. Dudamos constantemente. Nos guardamos todo. Nuestra vida es un omnia mea mecum porto enrarecido, distorsionado.
No hay mucho de interesante o cautivador en el vivir mirando hacia dentro.
Hombre bestia.
No hace mucho transcurrieron por lo menos cinco días en los que, debido a la escasez de agua no pude bañarme. Una vez restablecido el servicio, bueno, fue como volver a civilizarme. Me di cuenta que bastan unos cuantos días de privaciones básicas para tornar salvaje a un hombre. Me rasuré, peiné, me puse desodorante, ropa limpia… me convertí en ser humano de nuevo. La sensación renovadora se encuentra en el proceso de arreglarse y la sutil percepción del agua que se evapora en el cuerpo relajado.
Mis momentos más lúcidos se han dado en una reclusión efectiva: en mi habitación, solo y en absoluto silencio, con la garantía de que no habrá interrupciones. En esa brecha de aislamiento puedo reorientar mis pensamientos y emociones ya sea mediante un razonamiento enfocado o, por el contrario, no pensar en nada, leer, ejercicio físico. Tan sencilla actividad tiene un efecto liberador de las influencias tóxicas acumuladas.
El “glamour” de la introversión.
No me avergüenza confesar que soy introvertido en extremo, al grado de sufrir episodios como no salir de casa durante días o evitar el obligado saludo a los conocidos… pero ahora existe la tendencia a re-definir la introversión como una gran virtud y muchos que son ligeramente tímidos se describen vanidosamente como muy introvertidos y por lo tanto, grandes pensadores y almas profundas. Como si ensimismarse fuese sinónimo de sensibilidad e inteligencia.
Ser una roca.
La introversión tiene su aspecto bueno, pero no es un rasgo que le dé a la existencia aires románticos. Hace deliciosa la soledad, pero es una piedra en el camino cuando hemos salir de casa y encararnos con los aspectos crudos del mundo. En ese contexto, los introvertidos, los verdaderos introversos, somos menos que inútiles. Salimos airosos casi por milagro. Nuestro limitado rango de acción complica eventualidades que deberían ser de fácil resolución. Resultamos faltos de espíritu en situaciones sociales que un “normal” atravesaría sin enterarse. Dudamos constantemente. Nos guardamos todo. Nuestra vida es un omnia mea mecum porto enrarecido, distorsionado.
No hay mucho de interesante o cautivador en el vivir mirando hacia dentro.
Hombre bestia.
No hace mucho transcurrieron por lo menos cinco días en los que, debido a la escasez de agua no pude bañarme. Una vez restablecido el servicio, bueno, fue como volver a civilizarme. Me di cuenta que bastan unos cuantos días de privaciones básicas para tornar salvaje a un hombre. Me rasuré, peiné, me puse desodorante, ropa limpia… me convertí en ser humano de nuevo. La sensación renovadora se encuentra en el proceso de arreglarse y la sutil percepción del agua que se evapora en el cuerpo relajado.
martes, 27 de diciembre de 2016
"Esto es agua", David Foster Wallace.
No lo suscribo del todo. Primero exhorta al auditorio a asumir de antemano las adversidades con que se topará, desechando prejuicios y prestando atención al entorno… luego sugiere una interpretación ilusoria para sobrellevarlas.
Lo que pasa con el auto-engaño es que la gente termina reventando tarde o temprano. Imponerse una interpretación que genere una empatía artificial solo origina más desgaste.
Considero más sano aceptar las circunstancias en turno como son y no reiterarme que encierran algo maravilloso cuando en esencia son horribles. Eso no me convierte en un amargado ni en alguien cuyas emociones se mueven al tenor de los acontecimientos. Por el contrario, asumir la realidad descarnada provee claridad mental para enfrentarla.
Con respecto al texto, impecable. Pero tiene de repente cierto tufo a "new age", con prosa sobresaliente y cultivada que ya quisiera un gurú comercial de tantos.
Pero es David Foster Wallace y yo un mero autómata corto de miras y profano.
http://circulodepoesia.com/2015/03/esto-es-agua-texto-de-david-foster-wallace/
Lo que pasa con el auto-engaño es que la gente termina reventando tarde o temprano. Imponerse una interpretación que genere una empatía artificial solo origina más desgaste.
Considero más sano aceptar las circunstancias en turno como son y no reiterarme que encierran algo maravilloso cuando en esencia son horribles. Eso no me convierte en un amargado ni en alguien cuyas emociones se mueven al tenor de los acontecimientos. Por el contrario, asumir la realidad descarnada provee claridad mental para enfrentarla.
Con respecto al texto, impecable. Pero tiene de repente cierto tufo a "new age", con prosa sobresaliente y cultivada que ya quisiera un gurú comercial de tantos.
Pero es David Foster Wallace y yo un mero autómata corto de miras y profano.
http://circulodepoesia.com/2015/03/esto-es-agua-texto-de-david-foster-wallace/
miércoles, 7 de diciembre de 2016
Cuerpos sucesivos, textos nauseabundos.
Terminé de leer un libro horrendo llamado «Cuerpos sucesivos» de Manuel Vicent. Me queda claro que quien me lo regaló no me conoce muy bien. Antes de ese bodrio había leído al espléndido Stefan Zweig.
Es como probar una fruta echada a perder después de degustar un manjar.
A veces siento que las personas me regalan libros como se le arrojarían despojos a un animal enjaulado. Leer mucho no significa leer cualquier cosa.
Es como probar una fruta echada a perder después de degustar un manjar.
A veces siento que las personas me regalan libros como se le arrojarían despojos a un animal enjaulado. Leer mucho no significa leer cualquier cosa.
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'S'

La necesidad de huir.
Ayer me di una «escapada» a casa. Todo estaba como es habitual y eso apaciguó mi angustia. Pero al regresar ocurrió un incidente estúpido. Encontré a «S» intentando entrar a su casa sirviéndose de una escalera para acceder al interior desde el espacio de un vidrio faltante arriba de su puerta. Dijo que llevaba más de una hora tocando y esperando que yo abriera pues creía que yo estaba dentro. Ocurre que ella y su madre suelen salir por las mañanas y siempre regresan tarde. Yo confiado en esa circunstancia llevé a cabo mi escapada con la certeza de que llegaría antes que ellas. Pero no sucedió así. Para colmo (y he aquí lo estúpido) ninguna de las dos tenía llave de la entrada ¡de su propia casa! Tres juegos de llaves y resultó ser el mío el único con llave al interior. Es tan estúpido que sea el huésped, el intruso, el poseedor de la llave más importante. No sé cómo lo hacen, pero estas personas tienen la capacidad de generar circunstancias adversas de las que pueden achacar culpabilidad a los demás.
No entraré en detalles posteriores a eso (fue un momento tenso), pero le devolví de inmediato la llave a «S» y tuve que ofrecerle una disculpa a su madre.
A raíz de ese incidente «S» ha asumido conmigo una actitud de «te he descubierto», como si hubiese cometido yo el terrible crimen de regresar a mi casa por al menos una hora. Peor aún, me confesó que un amigo suyo me vio hace tiempo en la calle con una mochila, dando a entender que yo suelo «huir» a mi casa en su ausencia hurtándole cosas. Si bien aprovecho esas ausencias para mis actividades en solitario (que me son vitales) me parece ofensivo que se le adjudiquen malas intenciones a mi proceder que confieso, es hermético. Le respondí que en efecto, coincidí alguna vez con aquel amigo suyo y sí, fui a mi casa e insistí que no veía nada malo en eso. Pareciera que «S» pretende que yo me defienda de la acusación dándole cuenta de todo lo que hago para así someterme voluntariamente a su control... lo cual por supuesto no pienso hacer (no cederé en esta última resistencia). Le dije además, que en todo caso, puede ella verificar su dinero y pertenencias.
Me he puesto a pensar que no había sido blanco constante de tantas falsas acusaciones hasta que me introduje en el círculo «social» (¿merece eso la categoría de «social»?) de «S». Al inicio de nuestra relación parientes suyos dijeron que yo consumía drogas. Semejantes acusaciones no deberían pasarse por alto. No me refiero a encarar a cada espécimen que diga algo así de mi persona. La gente gusta de hablar de otros la mayoría de veces para mal, pero hay una línea que no debería tolerarse. Si mi auto-estima estuviera calibrada en su justo lugar, me habría largado hace tiempo, sin explicaciones ni pretextos, como haría cualquier individuo con un mínimo de entereza.
Pero sigo aquí, aceptando cada calumnia, cada humillación y cada desprecio. Añorando mi casa, mi soledad, mi libertad.
No entraré en detalles posteriores a eso (fue un momento tenso), pero le devolví de inmediato la llave a «S» y tuve que ofrecerle una disculpa a su madre.
A raíz de ese incidente «S» ha asumido conmigo una actitud de «te he descubierto», como si hubiese cometido yo el terrible crimen de regresar a mi casa por al menos una hora. Peor aún, me confesó que un amigo suyo me vio hace tiempo en la calle con una mochila, dando a entender que yo suelo «huir» a mi casa en su ausencia hurtándole cosas. Si bien aprovecho esas ausencias para mis actividades en solitario (que me son vitales) me parece ofensivo que se le adjudiquen malas intenciones a mi proceder que confieso, es hermético. Le respondí que en efecto, coincidí alguna vez con aquel amigo suyo y sí, fui a mi casa e insistí que no veía nada malo en eso. Pareciera que «S» pretende que yo me defienda de la acusación dándole cuenta de todo lo que hago para así someterme voluntariamente a su control... lo cual por supuesto no pienso hacer (no cederé en esta última resistencia). Le dije además, que en todo caso, puede ella verificar su dinero y pertenencias.
Me he puesto a pensar que no había sido blanco constante de tantas falsas acusaciones hasta que me introduje en el círculo «social» (¿merece eso la categoría de «social»?) de «S». Al inicio de nuestra relación parientes suyos dijeron que yo consumía drogas. Semejantes acusaciones no deberían pasarse por alto. No me refiero a encarar a cada espécimen que diga algo así de mi persona. La gente gusta de hablar de otros la mayoría de veces para mal, pero hay una línea que no debería tolerarse. Si mi auto-estima estuviera calibrada en su justo lugar, me habría largado hace tiempo, sin explicaciones ni pretextos, como haría cualquier individuo con un mínimo de entereza.
Pero sigo aquí, aceptando cada calumnia, cada humillación y cada desprecio. Añorando mi casa, mi soledad, mi libertad.
domingo, 4 de diciembre de 2016
Desolación.
Me hallo completamente abrumado por esta zona de confort que no he podido romper.
La última vez que fui a casa estaba en pánico. Justo en la entrada a los condominios coincidí con un vecino que afortunadamente es de fácil trato. Nos saludamos, me permitió verificar mi llave para saber si aún era la misma y platicamos un poco en el camino. Me desenvolví bien y eso modificó mi ánimo para la siguiente incógnita, la llave de mi casa. Entré y pasé una hora con mi gato.
De eso habrá transcurrido poco más de un mes.
“Mi casa”… me suena tan extraño, ya lejano, un recuerdo.
Tengo que volver.
La última vez que fui a casa estaba en pánico. Justo en la entrada a los condominios coincidí con un vecino que afortunadamente es de fácil trato. Nos saludamos, me permitió verificar mi llave para saber si aún era la misma y platicamos un poco en el camino. Me desenvolví bien y eso modificó mi ánimo para la siguiente incógnita, la llave de mi casa. Entré y pasé una hora con mi gato.
De eso habrá transcurrido poco más de un mes.
“Mi casa”… me suena tan extraño, ya lejano, un recuerdo.
Tengo que volver.
lunes, 14 de noviembre de 2016
La bajeza de ofrecer disculpas.
No creo en quien ofrece disculpas. Esas personas que cometen un agravio, acto seguido se disculpan y no corrigen esa conducta nociva por la cual se disculpan, tan solo esperan que el agraviado acepte sus argumentos para que éste dé el asunto por concluido (es decir, que asuma que no se volverá a repetir) y deje así la puerta abierta para ejercer posteriores agravios de los cuales se disculpará cómoda y "honestamente". Justificarse ("no lo hago a propósito", "intento cambiar") es mera estrategia para asegurarse una cercanía a quienes pueda dañar.
Yo no tolero esa conducta rastrera. La única acción efectiva es limitar el contacto con este tipo de gente en medida de lo posible y no darle pié a su miserable proceder. Esa gente pide, muy convenientemente, que le "comprendamos (a veces incluso recurriendo a las lágrimas)" tan solo para continuar su ciclo de mezquindad disimulada. Promete esforzarse en cambiar pero es mentira: el hecho es que no piensa cambiar jamás. ¿Por qué trataría de abolir la conducta que le proporciona la mayor satisfacción de su vida?
De esos seres no puede esperarse nada constructivo. La vida es muy corta y valiosa como para acumular insultos de quien obtiene placer en proferirlos.
Yo no tolero esa conducta rastrera. La única acción efectiva es limitar el contacto con este tipo de gente en medida de lo posible y no darle pié a su miserable proceder. Esa gente pide, muy convenientemente, que le "comprendamos (a veces incluso recurriendo a las lágrimas)" tan solo para continuar su ciclo de mezquindad disimulada. Promete esforzarse en cambiar pero es mentira: el hecho es que no piensa cambiar jamás. ¿Por qué trataría de abolir la conducta que le proporciona la mayor satisfacción de su vida?
De esos seres no puede esperarse nada constructivo. La vida es muy corta y valiosa como para acumular insultos de quien obtiene placer en proferirlos.
jueves, 27 de octubre de 2016
domingo, 7 de agosto de 2016
Creepy-pasta.
Ayer me 'sucedió' algo curioso en una red social. Recibí la notificación de un 'like' en una publicación que compartí de otra página. Al revisarla el 'like' ya no estaba. Pero luego revisé la publicación original y el autor del 'like' la comentó: escribió mi nombre.
Quién iba a imaginarse que sería aquella que en su momento casi le rendí culto. Pero esos indicios, lejos de entusiasmarme, más bien me dieron impresión de 'creepy-pasta' raro. Me refiero a que si se pretende originar una posible reanudación de contacto, es preciso ser directo y claro, y no servirse de artilugios ambiguos, dizque misteriosos, que podrían interpretarse mal.
El punto es que, a cuatro años de distancia, esa persona no me interesa para nada.
Quién iba a imaginarse que sería aquella que en su momento casi le rendí culto. Pero esos indicios, lejos de entusiasmarme, más bien me dieron impresión de 'creepy-pasta' raro. Me refiero a que si se pretende originar una posible reanudación de contacto, es preciso ser directo y claro, y no servirse de artilugios ambiguos, dizque misteriosos, que podrían interpretarse mal.
El punto es que, a cuatro años de distancia, esa persona no me interesa para nada.
sábado, 16 de julio de 2016
La dicha según Joseph Campbell.

Dice que basta hallar un propósito dichoso y en consecuencia, la vida que deseamos, despuntará. Este es el clásico disparate new age que afirma que basta un acto volitivo para ver cómo germinan nuestros anhelos hasta su cumplimiento. Luego sugiere (esto me agradó) que para descubrir nuestro propósito nos es preciso un 'espacio sagrado', un rincón de soledad meditabunda, "...un lugar para simplemente experimentar y revelar lo que es y podría llegar a ser. Este es un lugar de incubación creativa. Al principio es posible que nada surja. Pero si usted se mantiene en ese lugar sagrado y lo utiliza, eventualmente algo ocurrirá..."
Me constan y son familiares esos estados de lucidez y creatividad que sólo se manifiestan en plena soledad. Pero no pasan de ser brechas lumínicas sin repercusión alguna en el mundo real. La filosofía de Campbell es propia de alguien que ha descollado sin grandes dificultades, que no se le ha nulificado hasta abrazar el determinismo. Es tan confiado que se atreve a extrapolar su feliz e irreal visión del mundo a un plano universal.
Visión que no toma en cuenta a los impedidos, los marginados, aquellos ya incapaces siquiera de contemplar un propósito, a quienes ya su mero planteamiento resulta lastimoso. Que tanto se han internado al páramo con poca posibilidad de volver. Que sienten estar de más en el mundo. Las palabras de Campbell resuenan lejanas e incomprensibles, casi extraterrestres. Su prédica resulta ofensiva y chocante para el que deambula exiliado...
Señor Campbell, no tengo la menor idea de qué esta usted hablando.
lunes, 2 de mayo de 2016
La vida como trastorno.
He tenido tiempo de sobra para cualquier cosa, excepto escribir.
Durante estos meses estuve haciendo de peón irregular para un modesto local junto con 'S'. La paga, miserable, acorde al tipo de empleo. Quiero pensar que lustró un poco a los ojos de la gente mi casi extinta faceta de 'hombre trabajador'. Ningún plan de vida más allá de eso.
Como no hay bomba de agua que suministre al departamento de 'S' y sus vecinos de arriba, asumí la tarea de acarrear agua desde la cisterna para ambos. Según esto limpia mi conciencia y compensa la percepción (propia y ajena) de ser un parásito. Mi presunta aportación, mi acción noble y desprendida.
A estas alturas tengo más 'trato' (saludar en cada encuentro) con los vecinos de 'S' que los de mi propio entorno. Me siento inferior a cualquiera de ellos sin importar lo humilde de su oficio. Me traen a la mente mi inutilidad.
Durante un mes no puse un pie en casa. En semejantes abandonos comienzo a imaginar que al llegar hallaré a mi gatita muerta de inanición o a mi padre ya inerte de vejez y mala alimentación... ambos en oscuridad. Es que el asunto de la luz (carecemos de ella desde Octubre) parece inmutable. Refleja perfecto lo bien que nos hemos habituado a vivir mal.
Cumplí 37 años en Abril. Traté de ser indolente a tal fecha pero igual le dio fuerza a la perenne sensación de vivir en el fracaso. Más me golpeó el entusiasmo de 'S' por celebrarme. El abrazo, el pastel, el regalo, los detalles, todo me hizo sentir como basura.
Durante estos meses estuve haciendo de peón irregular para un modesto local junto con 'S'. La paga, miserable, acorde al tipo de empleo. Quiero pensar que lustró un poco a los ojos de la gente mi casi extinta faceta de 'hombre trabajador'. Ningún plan de vida más allá de eso.
Como no hay bomba de agua que suministre al departamento de 'S' y sus vecinos de arriba, asumí la tarea de acarrear agua desde la cisterna para ambos. Según esto limpia mi conciencia y compensa la percepción (propia y ajena) de ser un parásito. Mi presunta aportación, mi acción noble y desprendida.
A estas alturas tengo más 'trato' (saludar en cada encuentro) con los vecinos de 'S' que los de mi propio entorno. Me siento inferior a cualquiera de ellos sin importar lo humilde de su oficio. Me traen a la mente mi inutilidad.
Durante un mes no puse un pie en casa. En semejantes abandonos comienzo a imaginar que al llegar hallaré a mi gatita muerta de inanición o a mi padre ya inerte de vejez y mala alimentación... ambos en oscuridad. Es que el asunto de la luz (carecemos de ella desde Octubre) parece inmutable. Refleja perfecto lo bien que nos hemos habituado a vivir mal.
Cumplí 37 años en Abril. Traté de ser indolente a tal fecha pero igual le dio fuerza a la perenne sensación de vivir en el fracaso. Más me golpeó el entusiasmo de 'S' por celebrarme. El abrazo, el pastel, el regalo, los detalles, todo me hizo sentir como basura.
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