domingo, 4 de diciembre de 2016

Desolación.

Me hallo completamente abrumado por esta zona de confort que no he podido romper.

La última vez que fui a casa estaba en pánico. Justo en la entrada a los condominios coincidí con un vecino que afortunadamente es de fácil trato. Nos saludamos, me permitió verificar mi llave para saber si aún era la misma y platicamos un poco en el camino. Me desenvolví bien y eso modificó mi ánimo para la siguiente incógnita, la llave de mi casa. Entré y pasé una hora con mi gato.

De eso habrá transcurrido poco más de un mes.

“Mi casa”… me suena tan extraño, ya lejano, un recuerdo.

Tengo que volver.

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