Uno de los propósitos de este blog era usarlo como “terapia”, bajo la premisa de que escribir sobre las propias tragedias ayuda a sobreponerse a ellas.
A cinco años de dar cuenta de cada infortunio, no veo un efecto positivo en consecuencia, como tampoco una perspectiva más acabada. Es decir, ni mi vida ha mejorado, ni creo haber superado nada gracias a la escritura.
Lo único que tiene una efectividad relativa es (y odio haber recaído en un cliché) el tiempo. Daba lo mismo si escribía o no: bastaba con ver transcurrir días y noches para que parte de los eventos negativos quedaran atrás.
A pesar del tono fatalista que impera en este blog, siempre me ha parecido que está empapado de narcisismo. Poco importa si me leen o no, he construido aquí un monumento al regocijo de mi catástrofe. Hiede a egocentrismo. Incluso este post sigue obedeciendo a ello.
La única “virtud” de este sitio es su crudeza. No omito casi nada y he expuesto toda mi mezquindad.
Que continúe arrojando retazos aquí es más por vicio o costumbre que en aras de alguna mejora.
A cinco años de dar cuenta de cada infortunio, no veo un efecto positivo en consecuencia, como tampoco una perspectiva más acabada. Es decir, ni mi vida ha mejorado, ni creo haber superado nada gracias a la escritura.
Lo único que tiene una efectividad relativa es (y odio haber recaído en un cliché) el tiempo. Daba lo mismo si escribía o no: bastaba con ver transcurrir días y noches para que parte de los eventos negativos quedaran atrás.
A pesar del tono fatalista que impera en este blog, siempre me ha parecido que está empapado de narcisismo. Poco importa si me leen o no, he construido aquí un monumento al regocijo de mi catástrofe. Hiede a egocentrismo. Incluso este post sigue obedeciendo a ello.
La única “virtud” de este sitio es su crudeza. No omito casi nada y he expuesto toda mi mezquindad.
Que continúe arrojando retazos aquí es más por vicio o costumbre que en aras de alguna mejora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario