En una charla reciente se me cuestionó si era sincero.
Respondí que me considero sincero pero no completamente abierto. Hay muchas cosas que me reservo y nunca he estado en una situación en que deba demostrar sinceridad contundente a fin de satisfacer a terceros; tampoco permito que se me presione en ese sentido. Realmente no me importa mucho si se me llega a considerar honesto o deshonesto.
La verdad no creo mucho en los valores. Me parecen algo muy relativo y en base a mi experiencia, las personas que más insisten en ser honradas, íntegras, etc, resultan ser más corruptas que quienes no pensamos en esos términos.
Pero sí trato de seguir un lineamiento y es no perjudicar a nadie.
Hay quienes tienen sus principios bien definidos y rigen su vida con ellos, lo que los hace respetados y admirables ante la mayoría. Pero creen que eso les da derecho a juzgar a quienes no proceden igual. Eso me parece mezquino: conducirse con congruencia para, desde esa posición, acusar a otros ventajosamente cual autoridades morales. Ejercer tiranía a partir de los valores me parece despreciable.
domingo, 29 de julio de 2012
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Muy interesante tu post. De hecho tengo algo escrito en borrador que habla sobre esto, pero es algo más belicoso... !ja¡ Creo que tienes razón al decir que los valores son relativos, pero al saber distinguir entre el bien y el mal podemos decidir si hacemos daño o no a los demás y siendo así, no podremos quejarnos de ser medidos con la misma vara que medimos. Creo yo.
ResponderEliminarUn saludo.
Ojalá publiques ese escrito un día de éstos. Un saludo y gracias por comentar, Tanayita. :)
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