A veces pienso que la introversión me ha evitado sinsabores y el haberla desafiado valientemente y sin inteligencia tuvo un saldo: la libertad irrecuperable.
Porque impulsado por una ciega sed de vivir me aferré a cada ínfimo atisbo de novedad, de posibilidad de cambio. Quería sentirme aventurero, por una vez en mi vida, y esa mínima ambición me hizo atar.
El hambre, el anzuelo, la trampa. Dos años de coerción camuflada de vitalidad. Consecuencias tanto más lastimosas al saber que bien pude haber huído, de tener el valor.
No fue la vida "malvada"; eso no existe. Me he sepultado solo.
Tal error... a mi edad... vergonzoso.
Lo siento no solo por mi, sino por el niño próximo a nacer.
viernes, 28 de noviembre de 2014
domingo, 16 de noviembre de 2014
Lapso de bienestar.
Qué fin de semana tan
satisfactorio. No he hecho
nada extraordinario pero lo
estoy disfrutando. Mi mente
anhelaba una brecha de
felicidad consistente en estar
solo y a mis anchas.
Qué poco necesito para
sentirme pleno.
satisfactorio. No he hecho
nada extraordinario pero lo
estoy disfrutando. Mi mente
anhelaba una brecha de
felicidad consistente en estar
solo y a mis anchas.
Qué poco necesito para
sentirme pleno.
sábado, 8 de noviembre de 2014
Soy un muro.
Insisten en forzar un diálogo con un esquizoide y terminan quejándose porque no hallan la adulación a que están habituados. La vanidad es inherente a todos en distinto grado pero poco valor tiene un diálogo en que un interlocutor solo busca el halago.
jueves, 25 de septiembre de 2014
Escisión.
Siempre antes de llegar a casa (después de mi prolongada estadía en casa de 'S'), experimento nerviosismo durante el trayecto de vuelta. Se debe principalmente a no saber cómo se encontrará mi mascota (aunado al cargo de conciencia: siento cometer una crueldad al abandonarla tanto tiempo) y a si habrá nueva cerradura, enfrentando así una situación que encuentro irresoluble.
Son solo esos 2 factores los que tanto me intranquilizan. El solo proyectar su variación me produce melancolía y leves ataques de pánico (sumado a un rechazo general a mi entorno).
Y sucede que al llegar y encontrar todo como estaba, esa ansiedad desaparece instantáneamente.
Entonces mi cerebro retoma su dinámica habitual. El cambio que adopta en primer lugar es esa sensación de desrealización: vuelvo a ser un elemento aparte, que no tiene lugar en el mundo. Será la ausencia de estímulos mundanos (televisión, radio, internet, convivencia sostenida) pero de repente todo lo vivido con 'S', las pláticas, las expectativas, se tornan fantasmales. Como si toda mi vida activa hubiese sido una historia que ha concluído definitivamente una vez que he puesto un pie en casa. Me despojo de ese rol social para volver a ser una sombra que vegeta en la contemplación.
No debería, pero invariablemente me acompaña esa sensación, incluso en compañía de 'S', aunque disminuida. Jamás me sentiré realmente parte de algo; vivo desconectado.
Es un estado a veces extraño, a veces insoportable (algo muy distinto de la paz que encuentro entre mi mascota y mis libros). Es un viejo mecanismo de defensa que ya no me sirve pero se sigue detonando y me hace perder el poco terreno ganado (apenas cierro la puerta mi cerebro abandona toda responsabilidad para con el exterior; contrario a un cerebro funcional, que se nutre con expectativas del día siguiente). Y por más que intento hacerme un lugar en el mundo (al menos un trabajo estable para sostenerme), ese campo de fuerza se interpone, separándonos totalmente. El problema es que las circunstancias apremian, y preciso una integración mínima si quiero seguir vivo.
Son solo esos 2 factores los que tanto me intranquilizan. El solo proyectar su variación me produce melancolía y leves ataques de pánico (sumado a un rechazo general a mi entorno).
Y sucede que al llegar y encontrar todo como estaba, esa ansiedad desaparece instantáneamente.
Entonces mi cerebro retoma su dinámica habitual. El cambio que adopta en primer lugar es esa sensación de desrealización: vuelvo a ser un elemento aparte, que no tiene lugar en el mundo. Será la ausencia de estímulos mundanos (televisión, radio, internet, convivencia sostenida) pero de repente todo lo vivido con 'S', las pláticas, las expectativas, se tornan fantasmales. Como si toda mi vida activa hubiese sido una historia que ha concluído definitivamente una vez que he puesto un pie en casa. Me despojo de ese rol social para volver a ser una sombra que vegeta en la contemplación.
No debería, pero invariablemente me acompaña esa sensación, incluso en compañía de 'S', aunque disminuida. Jamás me sentiré realmente parte de algo; vivo desconectado.
Es un estado a veces extraño, a veces insoportable (algo muy distinto de la paz que encuentro entre mi mascota y mis libros). Es un viejo mecanismo de defensa que ya no me sirve pero se sigue detonando y me hace perder el poco terreno ganado (apenas cierro la puerta mi cerebro abandona toda responsabilidad para con el exterior; contrario a un cerebro funcional, que se nutre con expectativas del día siguiente). Y por más que intento hacerme un lugar en el mundo (al menos un trabajo estable para sostenerme), ese campo de fuerza se interpone, separándonos totalmente. El problema es que las circunstancias apremian, y preciso una integración mínima si quiero seguir vivo.
Tendencias irracionales.
5:22 PM.
Hará un par de horas que, mientras preparaba algo de comer, escuché de fuera un silbido conocido: era un sobrino de mi padre, que venía a buscarlo. Debo decir que toda esa familia, vulgar y neandertalesca (pero supuestamente sofisticada al tener suficiente ingreso económico) me es desagradable. Logró acceder a la unidad departamental después de un rato, para entonces tocar insistente la puerta, por decir lo menos; parecía que quería derribarla.
Jamás tuve la intención de abrir y atenderlo. En cambio sentí el impulso de salir y, como se dice vulgarmente, "romperle la madre", golpearlo como él golpeaba mi puerta. Ni la persona más inculta toca una puerta con esa altanería y prepotencia (si es tanta su urgencia, ¿por qué no le marca por teléfono?). Al cabo de un rato desistió de tocar y gritar, ya sea por algún vecino que le informó de la ausencia de su tío, o porque le haya marcado y aquél respondido.
Qué importa eso. A destacar es el impulso violento que su modo bruto de ser me provocó. Me visualicé abriendo la puerta, recetándole un "chingadazo" y advirtiéndole que no osara tocar mi puerta así. En ese orden. Me contuve por un debate interno entre esa hipotética lección de modales (el imbécil cree que su tío es el único que vive ahí) y la bajeza de interactuar con él. Finalmenté opté por condonar su falta (quizá en realidad jamás lo habría hecho). Además venía con una chica, posiblemente su novia, y el altercado habría sido poco
discreto si se hubiera puesto a gritar.
Que tampoco asumo que me habría impuesto. En igualdad de condiciones el resultado es incierto. Mi ventaja es que tengo mejor constitución y condición física.
En fin, que se impuso lo racional sobre lo agresivo. ¿Seré una persona violenta, a pesar de no haber consumado el hecho? En el pasado tuve mis exabruptos, que me beneficiaron haciéndome ver como alguien con quién tomar precauciones. Actualmente
tengo esporádicos pensamientos violentos que
jamás superan la esfera mental y son específicamente para con esa familia de sub-normales.
Bien pude hablar con él y demostrarle que su tío no se encontraba, suavizando de paso, mi tensa relación con ellos, que es lo que dictaría el contrato social. La verdad es que no tengo intención ni necesidad de "llevarnos bien". Eso no funciona con ese tipo de gente. Las bestias requieren
trato bestial, o al menos abierta hostilidad. Estoy hablando de una persona que hurtó el teléfono móvil de mi hermano, a pocas horas de fallecido; hablo de una familia que despotricó de mi fallecida madre, en su casa y en su mesa. Intentar un concilio con esa gente sería hipocresía y sobre todo, disociación.
Así que no ocurrió una cosa ni otra. Él se fue con el rostro intacto; y yo me quedé comiendo a disgusto.
Hará un par de horas que, mientras preparaba algo de comer, escuché de fuera un silbido conocido: era un sobrino de mi padre, que venía a buscarlo. Debo decir que toda esa familia, vulgar y neandertalesca (pero supuestamente sofisticada al tener suficiente ingreso económico) me es desagradable. Logró acceder a la unidad departamental después de un rato, para entonces tocar insistente la puerta, por decir lo menos; parecía que quería derribarla.
Jamás tuve la intención de abrir y atenderlo. En cambio sentí el impulso de salir y, como se dice vulgarmente, "romperle la madre", golpearlo como él golpeaba mi puerta. Ni la persona más inculta toca una puerta con esa altanería y prepotencia (si es tanta su urgencia, ¿por qué no le marca por teléfono?). Al cabo de un rato desistió de tocar y gritar, ya sea por algún vecino que le informó de la ausencia de su tío, o porque le haya marcado y aquél respondido.
Qué importa eso. A destacar es el impulso violento que su modo bruto de ser me provocó. Me visualicé abriendo la puerta, recetándole un "chingadazo" y advirtiéndole que no osara tocar mi puerta así. En ese orden. Me contuve por un debate interno entre esa hipotética lección de modales (el imbécil cree que su tío es el único que vive ahí) y la bajeza de interactuar con él. Finalmenté opté por condonar su falta (quizá en realidad jamás lo habría hecho). Además venía con una chica, posiblemente su novia, y el altercado habría sido poco
discreto si se hubiera puesto a gritar.
Que tampoco asumo que me habría impuesto. En igualdad de condiciones el resultado es incierto. Mi ventaja es que tengo mejor constitución y condición física.
En fin, que se impuso lo racional sobre lo agresivo. ¿Seré una persona violenta, a pesar de no haber consumado el hecho? En el pasado tuve mis exabruptos, que me beneficiaron haciéndome ver como alguien con quién tomar precauciones. Actualmente
tengo esporádicos pensamientos violentos que
jamás superan la esfera mental y son específicamente para con esa familia de sub-normales.
Bien pude hablar con él y demostrarle que su tío no se encontraba, suavizando de paso, mi tensa relación con ellos, que es lo que dictaría el contrato social. La verdad es que no tengo intención ni necesidad de "llevarnos bien". Eso no funciona con ese tipo de gente. Las bestias requieren
trato bestial, o al menos abierta hostilidad. Estoy hablando de una persona que hurtó el teléfono móvil de mi hermano, a pocas horas de fallecido; hablo de una familia que despotricó de mi fallecida madre, en su casa y en su mesa. Intentar un concilio con esa gente sería hipocresía y sobre todo, disociación.
Así que no ocurrió una cosa ni otra. Él se fue con el rostro intacto; y yo me quedé comiendo a disgusto.
martes, 8 de abril de 2014
#MeQuieroDivorciar.
Siempre incita a su madre a participar en nuestras conversaciones, malogrando el momento que de bueno ya tenía poco.
Informa a sus amigos nuestras discusiones a detalle, torciendo todo a su favor.
Si estoy de mal humor soy un payaso; pero sus emociones son la neta del planeta y debo tomarlas en serio.
Puede ver a su ex-novio en mi ausencia, pero no puedo intercambiar un inbox con una amiga que ni siquiera conozco en persona.
Anular mis gustos personales en favor de su música norteña, corridos anti-armónicos y afición a la narco-cultura.
Critica mis primeros indicios de atrofia (propios de la edad, mas no del descuido), siendo ella sedentaria, con sobrepeso, genética deficiente y ocho años menor.
De libre y orgulloso célibe a esclavo semental siempre disponible.
Informa a sus amigos nuestras discusiones a detalle, torciendo todo a su favor.
Si estoy de mal humor soy un payaso; pero sus emociones son la neta del planeta y debo tomarlas en serio.
Puede ver a su ex-novio en mi ausencia, pero no puedo intercambiar un inbox con una amiga que ni siquiera conozco en persona.
Anular mis gustos personales en favor de su música norteña, corridos anti-armónicos y afición a la narco-cultura.
Critica mis primeros indicios de atrofia (propios de la edad, mas no del descuido), siendo ella sedentaria, con sobrepeso, genética deficiente y ocho años menor.
De libre y orgulloso célibe a esclavo semental siempre disponible.
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'S'

jueves, 13 de marzo de 2014
Hola, Orwell.
Quizá no tenga mucha relevancia pero merece una anotación. El pasado fin de semana, la madre de 'S' me regaló 'Rebelión en la granja' y '1984' de George Orwell. Si bien las complejidades tras este gesto son tema aparte, un libro como regalo, algo raro actualmente, resulta invaluable.
¡Qué inesperado mi tardío encuentro con la obra de Orwell! Irónico que una persona digamos 'rústica' alcance a tener buen ojo con respecto al regalo adecuado según las preferencias del obsequiado; una cualidad de reconocerse.
Gracias.
¡Qué inesperado mi tardío encuentro con la obra de Orwell! Irónico que una persona digamos 'rústica' alcance a tener buen ojo con respecto al regalo adecuado según las preferencias del obsequiado; una cualidad de reconocerse.
Gracias.
Una posibilidad de liberación.
Hace como un mes 'S' reanudó su amistad con un antiguo novio. A veces la veo conversar muy contenta con él mediante WhatsApp... y lejos de sentir celos, comienzo a alimentar la esperanza de que me reemplace con él.
Actualmente hemos caído en la rutina, la falta de entusiasmo, los desacuerdos, etc. En cambio él le proporciona esa sensación de novedad propia del ligue.
Inconscientemente me comporto aburrido y hueco (es decir, más de lo normal) para hacer que sienta más interés por su ex-novio que por mi. Ojalá ese contraste la motive a intentar algo con él. Entonces yo recuperaría, de forma limpia e inesperada, mi libertad.
Actualmente hemos caído en la rutina, la falta de entusiasmo, los desacuerdos, etc. En cambio él le proporciona esa sensación de novedad propia del ligue.
Inconscientemente me comporto aburrido y hueco (es decir, más de lo normal) para hacer que sienta más interés por su ex-novio que por mi. Ojalá ese contraste la motive a intentar algo con él. Entonces yo recuperaría, de forma limpia e inesperada, mi libertad.
sábado, 1 de marzo de 2014
Aversión a que se sepa demasiado de mí.
En mi atenuante relación actual me he visto obligado a confesar detalles personales a mi novia para generar cercanía. Ella, poco discreta y diapasón de su madre, le contó todo a esta, quien de forma bruta e invasiva dosifica elementos de mi vida en las conversaciones.
Entre la traición de mi novia y el sutil escarnio de su madre, me arrepiento de haberme sincerado. Independientemente de esta decepción, siempre he optado por el silencio, el pasar desapercibido y guardarme todo lo bueno y malo de mi vida.
Parece que el abrirse aunque fuese un poco, tuviera casi siempre consecuencias nefastas.
Entre la traición de mi novia y el sutil escarnio de su madre, me arrepiento de haberme sincerado. Independientemente de esta decepción, siempre he optado por el silencio, el pasar desapercibido y guardarme todo lo bueno y malo de mi vida.
Parece que el abrirse aunque fuese un poco, tuviera casi siempre consecuencias nefastas.
Esperanza... ¿buena o mala?
Creo que depende del tipo o grado de esperanza y el momento en que ésta se presenta. Si atravesamos por un periodo particularmente aciago, una esperanza desbordada solo aumentará nuestra desesperación.
Apostaría por una esperanza moderada y realista, que nos auxilie en el momento oportuno y no genere un contraste punzante con la adversidad en turno.
Apostaría por una esperanza moderada y realista, que nos auxilie en el momento oportuno y no genere un contraste punzante con la adversidad en turno.
miércoles, 26 de febrero de 2014
Pedantería infundada.
Me sorprende la facilidad con que "S" y su madre se expresan, incluso de gente que no conocen. "S" no baja de "zorras", "golfas" y "p*tas" a mis amigas en Facebook. Me desagrada bastante, sin embargo no es tonta, pues escupe esos improperios en su casa, donde, amordazado por su hospitalidad, no puedo responderle. Lleva meses con esta práctica, obvia herencia de su madre. Ésta se refiere a la gente de pueblo como "naquitos" o "inditos", algo sumamente contradictorio siendo ella misma de constitución tosca, piel morena y rasgos autóctonos. Hay que mirarse en el espejo antes de colocar a otros etiquetas vejatorias que aplicarían en nosotros mismos.
Calaña.
La mayoría de las veces que
genero sospechas sobre alguien, el tiempo eventualmente las confirma. No es una cualidad; no es instinto. Tan solo sentido común: existe una alta posibilidad de que alguien cercano a nosotros, tarde o temprano nos agredirá de algún modo.
¿Profecía auto-cumplida? No.
Más bien indicios. Si tal persona cercana tiene desavenencias o conflictos constantes con los demás a su alrededor, su patología apuntará eventualmente hacia nosotros.
Menciono esto por un incidente hace poco en casa de "S". No voy a contaminar mi diario con cada incidente de bajo nivel de que soy víctima o testigo en ese lugar. Tan solo quiero asentar cuán distante me encuentro de esa gente. "Mezquindad" es el término que viene a mi mente cada vez que recapitulo mi trato con esa calaña.
genero sospechas sobre alguien, el tiempo eventualmente las confirma. No es una cualidad; no es instinto. Tan solo sentido común: existe una alta posibilidad de que alguien cercano a nosotros, tarde o temprano nos agredirá de algún modo.
¿Profecía auto-cumplida? No.
Más bien indicios. Si tal persona cercana tiene desavenencias o conflictos constantes con los demás a su alrededor, su patología apuntará eventualmente hacia nosotros.
Menciono esto por un incidente hace poco en casa de "S". No voy a contaminar mi diario con cada incidente de bajo nivel de que soy víctima o testigo en ese lugar. Tan solo quiero asentar cuán distante me encuentro de esa gente. "Mezquindad" es el término que viene a mi mente cada vez que recapitulo mi trato con esa calaña.
lunes, 10 de febrero de 2014
El que no habla.
Se me considera el tipo raro
que no conversa. Simplemente no "me nace" participar activamente en una charla. Y las raras veces que pretendo expresar una idea, las palabras no fluyen: apenas un interlocutor de monosílabos. Lo peor es que el mutismo se nota, y uno queriéndose ocultar en él, termina expuesto a las observaciones y cuestionamientos de siempre. "Tú casi no hablas, ¿verdad?".
Peor se pone el asunto cuando alguien se empeña en sacarnos las palabras; como si fuera uno un lisiado al cual echarle una mano para que pueda andar; como si uno quisiera o pudiera ir más allá de sí mismo.
Unas veces por voluntad, otras por temor, el mutismo me acompaña y precede.
que no conversa. Simplemente no "me nace" participar activamente en una charla. Y las raras veces que pretendo expresar una idea, las palabras no fluyen: apenas un interlocutor de monosílabos. Lo peor es que el mutismo se nota, y uno queriéndose ocultar en él, termina expuesto a las observaciones y cuestionamientos de siempre. "Tú casi no hablas, ¿verdad?".
Peor se pone el asunto cuando alguien se empeña en sacarnos las palabras; como si fuera uno un lisiado al cual echarle una mano para que pueda andar; como si uno quisiera o pudiera ir más allá de sí mismo.
Unas veces por voluntad, otras por temor, el mutismo me acompaña y precede.
sábado, 8 de febrero de 2014
Inmutable.
Podría describir múltiples
externos positivos. Pero poco
han contribuído a la disolución de mis inseguridades más
básicas: aún me cohíbo ante los escenarios sociales; aún
experimento un ligero temor a salir; el pánico se apodera de mí en situaciones desafiantes que me exijan romper con mi zona de confort. Y apenas este mes recaí en el foro ("no estás solo") con un par de posts en un lapsus de extrema vulnerabilidad.
Algo no está funcionando.
externos positivos. Pero poco
han contribuído a la disolución de mis inseguridades más
básicas: aún me cohíbo ante los escenarios sociales; aún
experimento un ligero temor a salir; el pánico se apodera de mí en situaciones desafiantes que me exijan romper con mi zona de confort. Y apenas este mes recaí en el foro ("no estás solo") con un par de posts en un lapsus de extrema vulnerabilidad.
Algo no está funcionando.
martes, 28 de enero de 2014
Breviario esquizoide.
[1] Novias formales, solo tres en toda mi vida. Mi vida en ese aspecto ha sido bastante patética. Jamás he sentido una necesidad ansiosa de tener pareja. Y ahora que rememoro,
veo que esas pocas relaciones comenzaron de forma similar: de algún modo fui llevado a una situación donde se me forzó "sutilmente" a decir "sí".
[2] No soy una persona a la que se podría imaginar con pareja; mucho menos con hijos. Tener pareja formal es como ajeno a mi naturaleza. No tengo ese instinto que me empuje a buscarla. Siempre me he entendido mejor con la soledad.
[3] Hay un problema de entendimiento entre la gente normal y nosotros los esquizoides. Es un muro infranqueable que ni el más sincero intento de empatía por parte de un normal puede fisurar.
[4] No hay frase más irrisoria que "te entiendo". Solo un esquizoide podría entender a otro (y esto no siempre es así). Pero ya ni se intenta hacerse entender, por la certeza de su inutilidad. Así que uno se resigna al constante desconcierto ajeno.
[5] Aún la simple amistad es difícil. Es fácil iniciarla, mas no forjarla o conservarla. Simplemente la abandonamos, le damos la espalda. A esto
súmese la marginación que impone la ausencia de titulo académico: tiene un peso social enorme.
veo que esas pocas relaciones comenzaron de forma similar: de algún modo fui llevado a una situación donde se me forzó "sutilmente" a decir "sí".
[2] No soy una persona a la que se podría imaginar con pareja; mucho menos con hijos. Tener pareja formal es como ajeno a mi naturaleza. No tengo ese instinto que me empuje a buscarla. Siempre me he entendido mejor con la soledad.
[3] Hay un problema de entendimiento entre la gente normal y nosotros los esquizoides. Es un muro infranqueable que ni el más sincero intento de empatía por parte de un normal puede fisurar.
[4] No hay frase más irrisoria que "te entiendo". Solo un esquizoide podría entender a otro (y esto no siempre es así). Pero ya ni se intenta hacerse entender, por la certeza de su inutilidad. Así que uno se resigna al constante desconcierto ajeno.
[5] Aún la simple amistad es difícil. Es fácil iniciarla, mas no forjarla o conservarla. Simplemente la abandonamos, le damos la espalda. A esto
súmese la marginación que impone la ausencia de titulo académico: tiene un peso social enorme.
sábado, 25 de enero de 2014
La imposición de lo autóctono.
A donde voy escucho música de banda, norteña, corridos... ¡yo desprecio profundamente esa música! Me parece retrógrada: hace apología del narco, cosifica a la mujer y enaltece al hombre en base al poder que adquiere matando; además resulta monótona y estridente.
Alguna vez traté de tomarle gusto, pero no pude. ¡Esa música es basura, el foso de la cultura! Debería estar
circunscrita al contexto neandertalesco del que emerge y no pasar de ahí.
Jamás torceré mis gustos
musicales para sobrellevar esa porquería. Prefiero sufrirla.
Alguna vez traté de tomarle gusto, pero no pude. ¡Esa música es basura, el foso de la cultura! Debería estar
circunscrita al contexto neandertalesco del que emerge y no pasar de ahí.
Jamás torceré mis gustos
musicales para sobrellevar esa porquería. Prefiero sufrirla.
Bestias del habla.
Jamás he sido ni seré buen
conversador. Pero sé que una buena charla consiste en un ameno intercambio de ideas y puntos de vista. No en una verborrea interminable, sin consideración alguna hacia el
receptor. Y no porque éste
tolere estoico la sarta de
trivialidades y asuntos de bajo nivel, hay qué arrojarle toda la inmundicia posible.
O son personas inconscientes
(solo les importa su charla a
costa de su interlocutor) o yo
soy muy cerrado. De cualquier modo, he entablado un vínculo con la gente equivocada, que gusta de hablar compulsivamente y yo, afín al silencio, aborrezco tal costumbre.
conversador. Pero sé que una buena charla consiste en un ameno intercambio de ideas y puntos de vista. No en una verborrea interminable, sin consideración alguna hacia el
receptor. Y no porque éste
tolere estoico la sarta de
trivialidades y asuntos de bajo nivel, hay qué arrojarle toda la inmundicia posible.
O son personas inconscientes
(solo les importa su charla a
costa de su interlocutor) o yo
soy muy cerrado. De cualquier modo, he entablado un vínculo con la gente equivocada, que gusta de hablar compulsivamente y yo, afín al silencio, aborrezco tal costumbre.
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