Tuve un sueño incómodo, melancólico y desconcertante. El inicio tiene algo chusco. Estaba en casa de mi abuela, pero no iba a visitarla a ella. En su casa vivía Devon Larratt ( el armwrestler ¿¿??) y su familia. Resulta que la estaban rentando y eran buenos anfitriones. Mi hermano y yo fuimos bien recibidos, tanto, que la amabilidad de los Larratt le resultó asfixiante a mi hermano. Así que cuando salieron de paseo (insistieron en que nos quedáramos y cerraron por fuera) mi hermano decidió escapar y me dijo "yo ya me voy", saliendo por la puerta trasera. Antes de irse le pregunté "los Larratt ¿a quién le rentan?" Mi hermano respondió que a mi abuelo.
Decidí entrar al baño pero la ventana abierta me hizo sentir expuesto por el edificio que fue construido al frente. De pronto algunos familiares irrumpieron en la casa, incluso el baño. Hablaban alrededor de mi pero no interactuábamos. Aproveché para salir de la casa y toda la familia estaba en el patio. Toda, no faltaba nadie. Tíos, primos y nuevos miembros a los que ya no conozco. Tuve que recorrer el largo patio de camino a la puerta principal. En el trayecto solo intercambié un diálogo (no recuerdo sobre qué) con mi primo Iván, el único que no me ignoró.
Pero yo tampoco tenía disposición a hablar con nadie, de hecho asumí una actitud displicente y evasiva. Fue emocionalmente doloroso caminar entre todos mis familiares, porque por un lado sé que hay cariño mutuo pero de algún modo me siento marginado y la relación parece irreparable por mi distanciamiento de años. Finalmente llegué a la salida ignorando a una prima y un tío (su padre). Al abrir ella puso cara de asombro y mi tío solo me observó mientras platicaba con alguien más. Salí.
Ya en la calle decidí caminar al metro pero me sentía muy pesado y lento, como es común en los sueños justo cuando quieres huir. Mi tío me alcanzó y traba de hablar conmigo sobre mi actitud pero sin reprocharme nada sino tratando de entenderme. Caminaba al parejo a pesar de su edad mientras yo trataba de ganar distancia pero era imposible. Su intento de charla comprensiva estuvo a punto de persuadirme y a punto de bajar la guardia, desperté.
* * *
Desde que comencé a tomar el ansiolítico he tenido sueños desagradables que me dejan una impresión amarga. El que no sean nada reconfortantes me hace cuestionar si debo etiquetarlos más bien como pesadillas. Excepto por el detalle chusco de Devon Larratt (he visto varios de sus combates, de ahí que haya aparecido) estos sueños son tortuosos. Lo que más me martiriza es que incorporan a vivos y muertos. Al inicio del sueño estoy con mi hermano, que murió hace doce años. Luego hablamos de la abuela, fallecida hace diez años, y mi abuelo también, pero en el sueño lo mencionamos como si siguiera vivo, aunque murió hace dieciséis años. Me queda suponer que esto es reflejo de duelos inconclusos.
Luego, la ventana. Es real que frente a la casa de mi abuela construyeron un edificio hace más de veinte años. Pero después de la muerte de mi hermano no volví a esa casa. El caso es que ese edificio significó para mi una irrupción al ambiente en casa de mi abuela, al ser de repente observados casualmente por extraños de un edificio que vino a romper con el equilibrio del entorno. El patio, otrora un espacio en el que me sentía seguro, se arruinó. Y afuera, como la calle es pequeña, en poco tiempo se generó un caos de autos estacionados y una pugna surrealista por un lugar dónde estacionarlos.
La reunión en el patio requiere poca explicación. Es obvio que refleja mi auto marginación de la familia. Mi fracaso me hizo alejarme porque cada reunión ya era insoportable. Aunque nadie me dijera nada, yo me sabía roto, y el trato condescendiente, lejos de confortarme, evidenciaba que ya no formaba parte de ellos. Desde entonces me siento menos. A la fecha vivo con temor de toparme casualmente con algún familiar. A veces esas cosas pasan. ¿Y qué le diría? Me acorralaría enseguida y no podría fugarme como en el sueño. Mi actitud defensiva, efectiva en el sueño, en la vida real sería idiota. El único que nunca me juzgó con dureza fue mi primo Iván, quien jamás aludió a mi estado enjuto en una época en que apenas tenía dinero para comer. Por ende, con él me sentía más a gusto, o menos cohibido.
Mi tío es al que más le temo, porque tiene una visión estricta de cómo deben ser las cosas: debes superarte y tener un título, de otro modo eres un fracasado. Alguna vez (hace veinte años) lo escuché expresarse mal de mi, pero también se expresó mal de otros familiares, ostentando superioridad moral o "profesional" según el caso. Su charla siempre tendió a lo grandilocuente y a una dinámica petulante en la que se ponía a dar consejos no pedidos. Ya lo mencioné en otra entrada. Si quiero evitar un encuentro familiar, es con él.
Toda mi impotencia, mi incapacidad, se magnifican en esos sueños. Me arrojan todos los estados negativos y los amplifican tanto, que despierto abatido y roto. Ya bastante tengo con la realidad para ahora lidiar con un infierno onírico.