lunes, 9 de mayo de 2011

Tanto que ignoro.

"Nada se sabe bien sino por medio de la experiencia".

Francis Bacon.

Y tanto por aprender. Esa charla de ayer con mi más que amiga me quitó una venda de los ojos. Inconscientemente, me tenía por alguien medianamente inteligente y con la capacidad de comprender el sentir de otros. Vaya absurdo. Más lo era creer que conocía mis emociones tanto como para dejarlas ser y dominarlas luego a voluntad.

Treinta y dos años... ¿y qué he aprendido? Pensaba que los libros compensaban cualquier tipo de experiencia; que la reflexión y el encierro bastaban para comprenderme a mí y a los demás; que mi (falsa y aparente, ahora lo sé) indiferencia me daría objetividad guardándome de interpretar mal las cosas; que habia superado el ego masculino y sus debilidades.

Me limitaba a la información, creyéndola perfecto sustituto de cualquier experiencia que pudiera tener. A la fecha me cuesta trabajo entregarme a uno u otro evento, y precavido siempre, no lo hago sin respaldarme en un cúmulo de datos. Me protejo tras una pared de conocimientos para no enfrentar la experiencia desnudo. No me permito vivir la vida como viene, lo cual, irónicamente, no me ha librado de errores.

Era tan obvio. La información es una guía, pero jamás reemplazará la vivencia. Y aunque ambas se enriquecen, debo dejar mi diario, soledad y libros a un lado. Necesito foguearme. Abrir los ojos y ver que las emociones son complejas, a veces ingobernables; que cada persona es tan única como sus pensamientos y experiencias; que la soberbia me ha vuelto ciego; que me he creído insondable cuando soy tan transparente.

Ojalá hubiese experimentado antes. Ojalá hubiese comprendido antes. Ella me habría conocido distinto y quizá así no la habría decepcionado.




Driving - Will Ackerman.

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