sábado, 3 de septiembre de 2011

De sueños, anhelos y días nublados.

Los días nublados tienen su magia. La lluvia trae consigo una atmósfera de recogimiento, de seguridad. Me hace sentir el ambiente distinto, renovado. Son los días que me gusta salir de paseo y un regalo. Hacen que la gente común se resguarde. Escondidos del frío, me siento más libre afuera.

Algo que me fascina es toparme con algún vecino y ser ignorado por éste. Este hecho simpatiza con mi vieja fantasía de ser invisible a los demás. Hoy en la mañana me encontré con un vecino. No me saludó. De regreso me topé con otro y tampoco lo hizo. Eso me alegra mucho.

No sé exactamente dónde reside el ego, si en la preocupación por el bienestar propio o el ajeno. Toda la semana alimenté a mi gatito con carne y atún, pero no en cantidades satisfactorias, así que todo el tiempo se encontraba inquieto por el hambre. Hoy que le compré su alimento me siento en paz.

Nuevamente me encuentro sin Internet. Pero no me preocupa tanto. Mi pendiente anterior era el bienestar de una amiga, pero eso ya pasó. Ella se encuentra bien y por ende yo estoy tranquilo. De cualquier modo, mi participación en redes sociales disminuye y tiendo más a ser un «lurker». Me doy cuenta que esa sensación de incomunicación no se debe a carecer de Internet, sino a no saber de ciertas personas en particular.

Por cierto, en una noche reciente tuve un curioso sueño con ella. Yo iba a visitarla a su casa, pero ésta era tan grande que me perdía entre tantos cuartos. Llegué al salón donde coleccionaba obras de arte, y había dinero suelto por ahí, que recogí y deposité en una mesa. Entonces ella apareció en traje de baño negro y me dijo, «Has superado la prueba y por tu honestidad te puedes casar conmigo».

Llevo toda la semana prometiéndole que me desharía de esta barba. Bien podría haberle dicho que ya no la tengo, pero ¿por qué mentir? Me gusta mi nuevo aspecto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Entradas más leídas