Nuevamente, otra persona se topa con mis barreras antisociales y escepticismo. Hacía años que no conocía a alguien ávido de conocerme, a pesar de mi actitud evasiva. La simple y llana experiencia de conocer gente nueva ya me es extraña: pero me es completamente extraordinario que alguien muestre entusiasmo por mi.
Su entusiasmo me sorprendió y asustó. Mi reacción fue análoga a la de un animal salvaje ante el cariño, lo que derivó en una cadena de rechazos de mi parte. "De cualquier modo, se decepcionaría si me conociera, así que es menos grave la decepción de ni siquiera conocerme", pensé.
Y un día, con todo y mis complejos, accedí a conocernos en persona. Fue nuestro primer y único encuentro. A partir de ahí fue ella quien marcó su distancia. No la culpo. Su proceder fue justo.
Creo que esta pequeña entrada nivela la balanza con mi jeremiada anterior.

No hay comentarios:
Publicar un comentario