No sé dónde podría tener cabida esto, pero por el momento lo dejo aquí.
martes, 30 de noviembre de 2010
sábado, 27 de noviembre de 2010
Nuestra vida con Gurdjieff (resumen).
Párrafos del libro de Thomas de Hartmann:
El Sr. Gurdjieff sabía cómo llevar un hombre desde su estado ordinario hasta un nivel superior. En tales momentos, todos los deseos mundanos de riqueza, lujo, comida, vino, mujeres, se volvían tan débiles y tan sumamente superficiales, como para hacerse inexistentes. No había sentido de pérdida, porque una nueva luz empezaba a brillar y uno podía casi tocar la meta a la cual el Sr. Gurdjieff le conducía.
Pero entonces, en un relámpago, el Sr. Gurdjieff cambiaba, desempeñando el papel de un hombre que tuviera todos estos anhelos... y uno empezaba de nuevo a sentirlos todos con gusto, y, ¡qué horror!, hasta dejarse abrumar por ellos.
Cuando se hace sufrir la personalidad, esto produce un "fermento", y uno no debe evitar tal sufrimiento, porque este "fermento", esta "chispa", este "fuego" alimenta la esencia.
La verdadera confesión no tenia relación con la confesión en las iglesias, porque, su esencia consistía en la necesidad para un hombre de ver sus propios defectos, no como pecados, sino como obstáculos a su desarrollo.
El Sr. Gurdjieff pensaba que el hombre no debía depender sólo de la vida para recibir de ella toda clase de impresiones de felicidad, de infelicidad, de tristeza y de alegría. Quería crear sitios especiales donde pudiera conscientemente proporcionarlas. El Trabajo ayudaría, por así decir, al crecimiento del "Reino de los Cielos" dentro de nosotros mismos, el crecimiento de la cualidad divina que distingue a los hombres de los animales.
Pero como la base del Trabajo del Sr. Gurdjieff era crear toda clase de impresiones en el discípulo, a fin de operar esa transformación, él podía llevarlo a cabo solamente desempeñando papeles. Por ejemplo, si él deseaba que alguien experimentara injusticia, tenía que desempeñar el papel de un hombre injusto. Y sabía hacerlo soberbiamente... Por consiguiente una tenía que reprimir en sí las reacciones agresivas y no estar resentido. El Sr. Gurdjieff me dijo una vez que cuando yo sentía rencor hacia él, le causaba dolor. En otras palabras, el alumno tenía que aceptar y comprender el sufrimiento intencional. El Sr. Gurdjieff no podía decir: "¿No ve Ud. que eso está hecho a propósito...?" Se hubiera perdido así todo el sentido de su Trabajo.
El Sr. Gurdjieff había dicho que en el océano, aún durante grandes tempestades, hay zonas tranquilas donde no hay turbulencia alguna. Lo mismo sucede durante las revoluciones. Hay sitios donde la gente puede vivir muy tranquilamente, y la turbulencia no los afecta.
En la tarde, llegamos a otro pueblo grande, donde se nos permitió pasar la noche en una escuela vacía. Estábamos muy cansados. La uña partida del dedo empezaba a dolerme mucho. Hubiera sido tan agradable acostarse y descansar pero en lugar de eso, tuvimos que cargar cubos de agua para nosotros, y para los caballos. Recuerdo cómo los cubos llenos casi sacaron mis brazos de sus articulaciones. En tales momentos de esfuerzo super-humano, uno debe reprimir la rebelión interna, resultante de la fatiga física. Lo que me ayudaba, era mirarme a mí mismo como si fuera desde el exterior, y reírme. Esta risa me ayudaba a colocar en una mejor perspectiva la magnitud del esfuerzo requerido, que al mismo tiempo, parecía ser tan enorme.
Si en semejantes momentos, alguien le dice a uno que no sea flojo, que no tema hacer un esfuerzo, uno puede ponerse bravísimo. Ofende al amor propio de uno y provoca un reproche, uno siente que nadie comprende su cansancio. Es importante entonces recordar las cualidades de su "Yo" verdadero: cualidades de amor y perdón. El "Yo" verdadero no puede enfadarse.
En Essentuki, el Sr. Gurdjieff nos había hablado de la fe verdadera; no una fe dogmática que se sostiene por temor a las torturas del infierno. Dijo que la fe es el conocimiento del sentimiento. Este conocimiento arde como una luz brillante en las crisis de la vida. Durante este viaje, experimentamos la verdad de lo que dijo.
Cuando, a pesar de todo cansancio aparente uno emprende el camino justo, la energía interior aumenta, aparecen nuevas fuerzas y el hacer nuevos esfuerzos empieza a ser más fácil.
El Sr. Gurdjieff inventaba ejercicios nuevos, no muy complicados, todos relacionados con el desarrollo de la atención, tales como tres movimientos simultáneos para cabeza, brazos y piernas, con una cuenta. Estas maravillosas combinaciones ocupaban por entero la atención de uno, y el flujo mecánico de las asociaciones dejaba de molestarnos.
El Sr. Gurdjieff nos hablaba con frecuencia por las noches, cuando nos reuníamos en el salón. Nos dijo, por ejemplo, que iba a darnos trabajo para el centro emocional, pero nadie parecía comprender lo que él quería decir, y a mí y a algunos otros, esto nos parecía extraño. Pero al día siguiente comprendí cuando, como consecuencia de alguna torpeza mía, me llamó "balda" (estúpido). Esto me hirió profundamente y el sentimiento no desapareció por algún tiempo. Pero esa misma noche el Sr. Gurdjieff me dijo: "de manera Tomás que hoy Ud. también recibió algo". Me di cuenta de que el trabajo sobre el sentimiento había empezado, y todas mis emociones opresivas se esfumaron. De nuevo ví que si empezaba a hervir de ira, mi tarea era la de luchar contra ella interiormente y no manifestarla. En relación con esto, el Sr. Gurdjieff me dijo una vez que uno nunca debería estar resentido por tales comentarios en el Trabajo, sino más bien considerarlos como una medicina curativa.
Cada actividad en el Trabajo enseñaba claramente que la meta no era nunca hacia resultados externos sino hacia la lucha interna. Por ejemplo: el Sr. Gurdjieff, una vez, mandó a todo el mundo a preparar la tierra para la huerta, pero luego, el jardín fue abandonado. Muy a menudo decía tener mucha prisa para terminar uno u otro trabajo y que teníamos que hacerlo lo más rápido posible. Debo decir que esta presión para acabar, era siempre un estímulo, pero este mismo estímulo provocaba en nosotros una especie de identificación inconsciente. Recuerdo al Sr. Gurdjieff diciendo: "Identificación, identificación", queriendo decir que habíamos sido completamente absorbidos por la tarea. Pero en otras ocasiones nos enseñaba que, cuando nosotros trabajamos realmente, tenemos que "identificarnos" al mismo tiempo que guardamos un poco de atención para, con ella, observarnos a nosotros mismos.
"...Cuando terminó la demostración pregunté al Sr. Gurdjieff: "¿Cómo anduvo todo?" Él me miró sonriente pero no dijo nada. Esto me permitió comprender que en un Trabajo de esta clase no buscamos palabras de alabanza o de aliento. Tenemos que cumplir con la tarea lo mejor posible y no debería haber consideración de si a uno se le alaba o no: tal es la meta. El Sr. Gurdjieff decía con mucha frecuencia: "Nunca piense en resultados, simplemente haga."
Un rasgo que todos los ejercicios tienen en común es el de requerir toda nuestra atención y así evitar el flujo de las asociaciones no controladas que malgastan nuestra energía vital a través de pensamientos, sentimientos o sensaciones, a veces muy estúpidos, a veces muy dolorosos, a veces fantásticos, a veces eróticos, que nosotros más o menos experimentamos. El Sr. Gurdjieff decía a menudo que el "sufrimiento voluntario" y "el trabajo consciente", al reducir este inconsciente flujo de asociaciones, podrían prolongar la vida. Para quienes trabajan sobre la atención y la usan en la lucha contra las asociaciones, que no olvidan de "recordarse de sí mismos", para esta gente la atención empieza a ser no solamente el centro de la vida, sino también el factor que la prolonga.
La convalecencia del Sr. Gurdjieff después de su serio accidente fue en realidad una gran prueba para nosotros todos. Continuamos sintiendo que él podía hacerlo todo y saberlo todo, y que era ridículo tratar, por así decirlo, de indicarle lo que debía hacer.
El Sr. Gurdjieff sabía cómo llevar un hombre desde su estado ordinario hasta un nivel superior. En tales momentos, todos los deseos mundanos de riqueza, lujo, comida, vino, mujeres, se volvían tan débiles y tan sumamente superficiales, como para hacerse inexistentes. No había sentido de pérdida, porque una nueva luz empezaba a brillar y uno podía casi tocar la meta a la cual el Sr. Gurdjieff le conducía.
Pero entonces, en un relámpago, el Sr. Gurdjieff cambiaba, desempeñando el papel de un hombre que tuviera todos estos anhelos... y uno empezaba de nuevo a sentirlos todos con gusto, y, ¡qué horror!, hasta dejarse abrumar por ellos.
Cuando se hace sufrir la personalidad, esto produce un "fermento", y uno no debe evitar tal sufrimiento, porque este "fermento", esta "chispa", este "fuego" alimenta la esencia.
La verdadera confesión no tenia relación con la confesión en las iglesias, porque, su esencia consistía en la necesidad para un hombre de ver sus propios defectos, no como pecados, sino como obstáculos a su desarrollo.
El Sr. Gurdjieff pensaba que el hombre no debía depender sólo de la vida para recibir de ella toda clase de impresiones de felicidad, de infelicidad, de tristeza y de alegría. Quería crear sitios especiales donde pudiera conscientemente proporcionarlas. El Trabajo ayudaría, por así decir, al crecimiento del "Reino de los Cielos" dentro de nosotros mismos, el crecimiento de la cualidad divina que distingue a los hombres de los animales.
Pero como la base del Trabajo del Sr. Gurdjieff era crear toda clase de impresiones en el discípulo, a fin de operar esa transformación, él podía llevarlo a cabo solamente desempeñando papeles. Por ejemplo, si él deseaba que alguien experimentara injusticia, tenía que desempeñar el papel de un hombre injusto. Y sabía hacerlo soberbiamente... Por consiguiente una tenía que reprimir en sí las reacciones agresivas y no estar resentido. El Sr. Gurdjieff me dijo una vez que cuando yo sentía rencor hacia él, le causaba dolor. En otras palabras, el alumno tenía que aceptar y comprender el sufrimiento intencional. El Sr. Gurdjieff no podía decir: "¿No ve Ud. que eso está hecho a propósito...?" Se hubiera perdido así todo el sentido de su Trabajo.
El Sr. Gurdjieff había dicho que en el océano, aún durante grandes tempestades, hay zonas tranquilas donde no hay turbulencia alguna. Lo mismo sucede durante las revoluciones. Hay sitios donde la gente puede vivir muy tranquilamente, y la turbulencia no los afecta.
En la tarde, llegamos a otro pueblo grande, donde se nos permitió pasar la noche en una escuela vacía. Estábamos muy cansados. La uña partida del dedo empezaba a dolerme mucho. Hubiera sido tan agradable acostarse y descansar pero en lugar de eso, tuvimos que cargar cubos de agua para nosotros, y para los caballos. Recuerdo cómo los cubos llenos casi sacaron mis brazos de sus articulaciones. En tales momentos de esfuerzo super-humano, uno debe reprimir la rebelión interna, resultante de la fatiga física. Lo que me ayudaba, era mirarme a mí mismo como si fuera desde el exterior, y reírme. Esta risa me ayudaba a colocar en una mejor perspectiva la magnitud del esfuerzo requerido, que al mismo tiempo, parecía ser tan enorme.
Si en semejantes momentos, alguien le dice a uno que no sea flojo, que no tema hacer un esfuerzo, uno puede ponerse bravísimo. Ofende al amor propio de uno y provoca un reproche, uno siente que nadie comprende su cansancio. Es importante entonces recordar las cualidades de su "Yo" verdadero: cualidades de amor y perdón. El "Yo" verdadero no puede enfadarse.
En Essentuki, el Sr. Gurdjieff nos había hablado de la fe verdadera; no una fe dogmática que se sostiene por temor a las torturas del infierno. Dijo que la fe es el conocimiento del sentimiento. Este conocimiento arde como una luz brillante en las crisis de la vida. Durante este viaje, experimentamos la verdad de lo que dijo.
Cuando, a pesar de todo cansancio aparente uno emprende el camino justo, la energía interior aumenta, aparecen nuevas fuerzas y el hacer nuevos esfuerzos empieza a ser más fácil.
El Sr. Gurdjieff inventaba ejercicios nuevos, no muy complicados, todos relacionados con el desarrollo de la atención, tales como tres movimientos simultáneos para cabeza, brazos y piernas, con una cuenta. Estas maravillosas combinaciones ocupaban por entero la atención de uno, y el flujo mecánico de las asociaciones dejaba de molestarnos.
El Sr. Gurdjieff nos hablaba con frecuencia por las noches, cuando nos reuníamos en el salón. Nos dijo, por ejemplo, que iba a darnos trabajo para el centro emocional, pero nadie parecía comprender lo que él quería decir, y a mí y a algunos otros, esto nos parecía extraño. Pero al día siguiente comprendí cuando, como consecuencia de alguna torpeza mía, me llamó "balda" (estúpido). Esto me hirió profundamente y el sentimiento no desapareció por algún tiempo. Pero esa misma noche el Sr. Gurdjieff me dijo: "de manera Tomás que hoy Ud. también recibió algo". Me di cuenta de que el trabajo sobre el sentimiento había empezado, y todas mis emociones opresivas se esfumaron. De nuevo ví que si empezaba a hervir de ira, mi tarea era la de luchar contra ella interiormente y no manifestarla. En relación con esto, el Sr. Gurdjieff me dijo una vez que uno nunca debería estar resentido por tales comentarios en el Trabajo, sino más bien considerarlos como una medicina curativa.
Cada actividad en el Trabajo enseñaba claramente que la meta no era nunca hacia resultados externos sino hacia la lucha interna. Por ejemplo: el Sr. Gurdjieff, una vez, mandó a todo el mundo a preparar la tierra para la huerta, pero luego, el jardín fue abandonado. Muy a menudo decía tener mucha prisa para terminar uno u otro trabajo y que teníamos que hacerlo lo más rápido posible. Debo decir que esta presión para acabar, era siempre un estímulo, pero este mismo estímulo provocaba en nosotros una especie de identificación inconsciente. Recuerdo al Sr. Gurdjieff diciendo: "Identificación, identificación", queriendo decir que habíamos sido completamente absorbidos por la tarea. Pero en otras ocasiones nos enseñaba que, cuando nosotros trabajamos realmente, tenemos que "identificarnos" al mismo tiempo que guardamos un poco de atención para, con ella, observarnos a nosotros mismos.
"...Cuando terminó la demostración pregunté al Sr. Gurdjieff: "¿Cómo anduvo todo?" Él me miró sonriente pero no dijo nada. Esto me permitió comprender que en un Trabajo de esta clase no buscamos palabras de alabanza o de aliento. Tenemos que cumplir con la tarea lo mejor posible y no debería haber consideración de si a uno se le alaba o no: tal es la meta. El Sr. Gurdjieff decía con mucha frecuencia: "Nunca piense en resultados, simplemente haga."
Un rasgo que todos los ejercicios tienen en común es el de requerir toda nuestra atención y así evitar el flujo de las asociaciones no controladas que malgastan nuestra energía vital a través de pensamientos, sentimientos o sensaciones, a veces muy estúpidos, a veces muy dolorosos, a veces fantásticos, a veces eróticos, que nosotros más o menos experimentamos. El Sr. Gurdjieff decía a menudo que el "sufrimiento voluntario" y "el trabajo consciente", al reducir este inconsciente flujo de asociaciones, podrían prolongar la vida. Para quienes trabajan sobre la atención y la usan en la lucha contra las asociaciones, que no olvidan de "recordarse de sí mismos", para esta gente la atención empieza a ser no solamente el centro de la vida, sino también el factor que la prolonga.
La convalecencia del Sr. Gurdjieff después de su serio accidente fue en realidad una gran prueba para nosotros todos. Continuamos sintiendo que él podía hacerlo todo y saberlo todo, y que era ridículo tratar, por así decirlo, de indicarle lo que debía hacer.
viernes, 26 de noviembre de 2010
Puesta de Sol.
Los golpes de la adversidad son amargos, pero nunca son estériles".
Joseph E. Renan.
Aún no termina el año, pero creo que puedo darlo por concluido. Cuantificando adversidades, físicas y emocionales, me fue bien; en esto la vida nunca falla. Lo que lamento (no más que otras pérdidas que considero insuperables) es mi progresivo deterioro psicológico. Hace 8 o 10 años tuve una charla con un vago, quien se describió a sí mismo como cartucho quemado. Me parece burdo el concepto pero es acertado. En efecto, me siento como cartucho quemado.
He admitido mi ocaso y lo vivo a flor de piel porque no tengo otro modo de vivirlo. La llegada de un nuevo año ya no me inspira esperanza sino resignación.
¿Otro año más, igual que los anteriores? Bien. Estoy listo para aprovechar los contrarios que la vida me presente.
miércoles, 17 de noviembre de 2010
No estuvo mal.
Conclusión de mi blog "Reminiscencias de una mente irregular":
Una que otra cosa notable queda registrada aquí, pero en general me la pasé divagando. Mi intento de escribir algo interesante cada día se vió frustrado por la ausencia de vivencias dignas de contarse, el cansancio, el bloqueo, entre otros impedimentos. No es lo mío escribir diario, pero lo intenté y fue buena experiencia.
Así concluye este blog, que encierra otra fracción de mi psique, la cual servirá para alimentar el cerebro de mi clón, que será creado en el futuro para proteger, dirigir y gobernar a la humanidad en los años venideros...
Una que otra cosa notable queda registrada aquí, pero en general me la pasé divagando. Mi intento de escribir algo interesante cada día se vió frustrado por la ausencia de vivencias dignas de contarse, el cansancio, el bloqueo, entre otros impedimentos. No es lo mío escribir diario, pero lo intenté y fue buena experiencia.
Así concluye este blog, que encierra otra fracción de mi psique, la cual servirá para alimentar el cerebro de mi clón, que será creado en el futuro para proteger, dirigir y gobernar a la humanidad en los años venideros...

martes, 16 de noviembre de 2010
El celador.
Trataré de explicar un fenómeno que me sucede cuando realizo una sesión de meditación objetiva.
¿Qué es la meditación objetiva? Es lo contrario a la meditación fantasiosa, esa en la que se nos invita a cerrar los ojos y evadir la realidad con paisajes y demás elementos imaginarios. La meditación objetiva consiste en contemplar la realidad de la forma más objetiva posible, sin sesgos emocionales y detectando las distorsiones que nuestra mente hace de ella. Es tratar de distinguir las cosas de lo que nuestra psique nos dice que son, dirigiendo nuestra atención a los hechos objetivos y la interpretación que nuestra mente hace de ellos, lo que nos proporciona una visión más certera y amplia de la vida, de la mente y de nosotros mismos.
Por medio de esta meditación recupero dominio de mí mismo y me siento más despierto. Es una especie de oasis psicológico, que trae consigo una sensación de plenitud y bienestar.
Pero no suele durar mucho. En ese momento, se suscitan eventos inusuales; quiero decir, eventos que por lo general no suceden. Pero se dan justo cuando comienzo a gobernar mi psique. Es como si la vida quisiera recuperar ese terreno perdido. Por ejemplo, hace poco alcancé ese estado y poco después recibí un impacto de la vida, algo inesperado, que me sumió de nuevo en mi viejo estado mental y emocional. Como una especie de Némesis que se opone a mi despertar.
Puede ser un fenómeno creado por mi propia psique: una asociación incorrecta. Pero es mucha coincidencia. Esos estímulos inusuales se presentan justo en esos momentos o poco después. Y curiosamente, parece como si estuvieran específicamente dirigidos a desplazar ese estado de lucidez alcanzado por mí. Entonces decido en secreto, en mi interior, no buscarlos más por no provocar a la vida o por no entrar en guerra con ella.
Es como si quisiera asustarme o mantenerme a raya. Hace tiempo que vengo lidiando con esto, pero dejé de quebrarme la cabeza convenciéndome de que era un movimiento de mi propia psique que aún no comprendo. Pero esta sincronización de eventos es muy estrecha, tanto que, siempre que incremento mi base psicológica, no puedo predecir los eventos, pero sé que algo sucederá, y me derribará al antiguo estado mental.
Temo extenderme en este planteamiento, porque prácticamente estoy diciendo que la vida es una especie de entidad pensante, que boicotea sistemáticamente cualquier intento mío de gobernar mi psique, y que sabe hacerlo porque conoce muy bien sus grietas o puntos débiles. Pero esa es la impresión que tengo. Me intriga mucho este fenómeno, que aún no logro discernir si es real o de interpretación, pero lo he denominado El celador.
¿Qué es la meditación objetiva? Es lo contrario a la meditación fantasiosa, esa en la que se nos invita a cerrar los ojos y evadir la realidad con paisajes y demás elementos imaginarios. La meditación objetiva consiste en contemplar la realidad de la forma más objetiva posible, sin sesgos emocionales y detectando las distorsiones que nuestra mente hace de ella. Es tratar de distinguir las cosas de lo que nuestra psique nos dice que son, dirigiendo nuestra atención a los hechos objetivos y la interpretación que nuestra mente hace de ellos, lo que nos proporciona una visión más certera y amplia de la vida, de la mente y de nosotros mismos.
Por medio de esta meditación recupero dominio de mí mismo y me siento más despierto. Es una especie de oasis psicológico, que trae consigo una sensación de plenitud y bienestar.
Pero no suele durar mucho. En ese momento, se suscitan eventos inusuales; quiero decir, eventos que por lo general no suceden. Pero se dan justo cuando comienzo a gobernar mi psique. Es como si la vida quisiera recuperar ese terreno perdido. Por ejemplo, hace poco alcancé ese estado y poco después recibí un impacto de la vida, algo inesperado, que me sumió de nuevo en mi viejo estado mental y emocional. Como una especie de Némesis que se opone a mi despertar.
Puede ser un fenómeno creado por mi propia psique: una asociación incorrecta. Pero es mucha coincidencia. Esos estímulos inusuales se presentan justo en esos momentos o poco después. Y curiosamente, parece como si estuvieran específicamente dirigidos a desplazar ese estado de lucidez alcanzado por mí. Entonces decido en secreto, en mi interior, no buscarlos más por no provocar a la vida o por no entrar en guerra con ella.
Es como si quisiera asustarme o mantenerme a raya. Hace tiempo que vengo lidiando con esto, pero dejé de quebrarme la cabeza convenciéndome de que era un movimiento de mi propia psique que aún no comprendo. Pero esta sincronización de eventos es muy estrecha, tanto que, siempre que incremento mi base psicológica, no puedo predecir los eventos, pero sé que algo sucederá, y me derribará al antiguo estado mental.
Temo extenderme en este planteamiento, porque prácticamente estoy diciendo que la vida es una especie de entidad pensante, que boicotea sistemáticamente cualquier intento mío de gobernar mi psique, y que sabe hacerlo porque conoce muy bien sus grietas o puntos débiles. Pero esa es la impresión que tengo. Me intriga mucho este fenómeno, que aún no logro discernir si es real o de interpretación, pero lo he denominado El celador.

sábado, 13 de noviembre de 2010
Con respecto a la comida...
Extraño tema, pero suscita algunas reflexiones interesantes.
Estoy acostumbrado a comer casi siempre lo mismo, no por disciplina sino por costumbre. Los días aciagos me hicieron práctico, y como vivo prácticamente solo, no tengo que preocuparme mucho por eso. Lo malo es que estoy perdiendo gusto por los alimentos, así como interés por probar otros distintos. No sé si mi dieta sea muy saludable (abuso de la comida en lata), pero me siento relativamente bien. Además no fumo ni tomo y hago ejercicio.
Pero debería variar más mi dieta. Ya hasta me da pena ir a comprar siempre lo mismo al supermercado.
Ya no me siento a gusto comiendo frente a extraños. Hace poco me invitaron a desayunar a un restaurante y no me lo pasé muy bien. Además no me gusta que otros sean serviciales conmigo. Me parece incongruente que yo sea atendido como si fuera una persona respetable. Sé que es parte del trabajo atender bien al cliente (he trabajado en restaurante), pero siento que no me corresponde serlo; prefiero estar del otro lado.
Tengo una amiga a la que le gusta cocinar y me ha invitado a su casa a comer. Nadie ha tenido ese detalle conmigo y lo agradezco. No quisiera hacerle el desaire pero aún no sé si aceptar por lo mismo: la costumbre de la austeridad (¿o estilo de vida infrahumano?) y los sentimientos de inferioridad se imponen.
A veces imagino que vivo me alimento casi como preso. Mi estilo de vida régimen alimenticio no ha de ser muy distinto al que se lleva en prisión. Me adaptaría fácilmente y no sufriría por el espacio limitado, los pocos estímulos o la alimentación rigurosa. Lo que me enloquecería es la convivencia obligada con mi compañero de celda, pero quizás no... levantaría defensas psicológicas que me inmunizarían ante su presencia, y pasaría a ser como un objeto más de la celda. Pero esta fantasía sale sobrando. Sólo quería indagar ligeramente sobre hasta dónde permea la vida en solitario.
Estoy acostumbrado a comer casi siempre lo mismo, no por disciplina sino por costumbre. Los días aciagos me hicieron práctico, y como vivo prácticamente solo, no tengo que preocuparme mucho por eso. Lo malo es que estoy perdiendo gusto por los alimentos, así como interés por probar otros distintos. No sé si mi dieta sea muy saludable (abuso de la comida en lata), pero me siento relativamente bien. Además no fumo ni tomo y hago ejercicio.
Pero debería variar más mi dieta. Ya hasta me da pena ir a comprar siempre lo mismo al supermercado.
Ya no me siento a gusto comiendo frente a extraños. Hace poco me invitaron a desayunar a un restaurante y no me lo pasé muy bien. Además no me gusta que otros sean serviciales conmigo. Me parece incongruente que yo sea atendido como si fuera una persona respetable. Sé que es parte del trabajo atender bien al cliente (he trabajado en restaurante), pero siento que no me corresponde serlo; prefiero estar del otro lado.
Tengo una amiga a la que le gusta cocinar y me ha invitado a su casa a comer. Nadie ha tenido ese detalle conmigo y lo agradezco. No quisiera hacerle el desaire pero aún no sé si aceptar por lo mismo: la costumbre de la austeridad (¿o estilo de vida infrahumano?) y los sentimientos de inferioridad se imponen.
A veces imagino que vivo me alimento casi como preso. Mi estilo de vida régimen alimenticio no ha de ser muy distinto al que se lleva en prisión. Me adaptaría fácilmente y no sufriría por el espacio limitado, los pocos estímulos o la alimentación rigurosa. Lo que me enloquecería es la convivencia obligada con mi compañero de celda, pero quizás no... levantaría defensas psicológicas que me inmunizarían ante su presencia, y pasaría a ser como un objeto más de la celda. Pero esta fantasía sale sobrando. Sólo quería indagar ligeramente sobre hasta dónde permea la vida en solitario.

martes, 9 de noviembre de 2010
Demasiado tarde.
Me gustaría ser de esos que publican emocionantes artículos sobre su vida de aventuras; algún encuentro entrañable, un viaje improvisado o una nueva adquisición. ¡Que va! Soy antisocial, sedentario y austero. Prefiero enriquecer mi vida interior; vivir de dentro hacia afuera. Las razones son varias: la vida me fue orientando, poco a poco, en ese sentido; luego mi falta de iniciativa para "abrirme camino" y finalmente, cuando me vuelco demasiado a lo externo, siento que me falta algo.
Quizá no es un camino que yo haya elegido voluntariamente. Pero a estas alturas ya no puedo renunciar a él, porque en verdad me hace falta. Y cuando las cosas buenas de la vida se me presentan, esa coraza que me protege contra lo malo, se alza también contra lo bueno.
Estoy olvidando cómo vivir. Entregarme a nuevas experiencias y disfrutarlas... eso está dejando de existir para mí.
Desdeño esas bellas experiencias que ahora coloca la vida frente a mí. ¿Por qué no lo hizo antes, cuando mi espíritu aún era joven y aspiraba a conquistarla?
Vida, llegas tarde; me bastan mis pensamientos.
Quizá no es un camino que yo haya elegido voluntariamente. Pero a estas alturas ya no puedo renunciar a él, porque en verdad me hace falta. Y cuando las cosas buenas de la vida se me presentan, esa coraza que me protege contra lo malo, se alza también contra lo bueno.
Estoy olvidando cómo vivir. Entregarme a nuevas experiencias y disfrutarlas... eso está dejando de existir para mí.
Desdeño esas bellas experiencias que ahora coloca la vida frente a mí. ¿Por qué no lo hizo antes, cuando mi espíritu aún era joven y aspiraba a conquistarla?
Vida, llegas tarde; me bastan mis pensamientos.

domingo, 7 de noviembre de 2010
De lo sublime al horror.
La soledad me sienta bien. El placer de aislarme y estar con mis pensamientos es sagrado. Nada mejor que un buen libro, un café caliente y un rincón silencioso que invite a la reflexión. ¿Es malo ese tipo de aislamiento? A mi modo de ver, no. De hecho es lo que alimenta mi alma. Es romper con la dinámica a la que me tiene sujeto la vida con sus necesidades, y darme un tiempo para mí.
Lo que me da en la torre es que irrumpan en mi zona de confort y me coloquen de repente en un entorno donde tengo que socializar. Ese tránsito forzado y repentino de un estado a otro me destruye. Como una tortuga despojada de su caparazón y arrojada a la frialdad del ambiente, así me siento en esos momentos.
Ese roce con el entorno es desgastante, porque tengo que levantar defensas psicológicas para protegerme de él. Pero no sirve de mucho. Termino exhausto y con los nervios deshechos, sin ganas de saber nada de nadie.
No nací para andar de un lugar a otro en busca de emociones fuertes; nací para callar, observar y aprender.
Lo que me da en la torre es que irrumpan en mi zona de confort y me coloquen de repente en un entorno donde tengo que socializar. Ese tránsito forzado y repentino de un estado a otro me destruye. Como una tortuga despojada de su caparazón y arrojada a la frialdad del ambiente, así me siento en esos momentos.
Ese roce con el entorno es desgastante, porque tengo que levantar defensas psicológicas para protegerme de él. Pero no sirve de mucho. Termino exhausto y con los nervios deshechos, sin ganas de saber nada de nadie.
No nací para andar de un lugar a otro en busca de emociones fuertes; nací para callar, observar y aprender.

sábado, 6 de noviembre de 2010
Días de abandono.
"A nadie le faltan fuerzas; lo que a muchísimos les falta es voluntad".Victor Hugo (1802-1885) Novelista francés.
No es mi fuerte mantenerme firme en un propósito. A veces no concreto el más mínimo, no por pereza o falta de esfuerzo, sino por el desinterés que se va acumulando gradualmente. Cuando comenzó el año me eché encima varios propósitos, ninguno de los cuales concreté a pesar de su simpleza:
- Dormir temprano.
- Retomar mi pasión por el dibujo.
- Leer 2 libros por mes.
- Incrementar mis periodos de meditación.
- Prosperar económicamente.
- Aprender inglés por mi cuenta.
- Ser más sociable y arrojado.
Otro año desperdiciado. Curiosamente no me siento mortificado como en años pasados. Decidí, en mi inconsciente, descansar un poco de mí mismo y no juzgarme ni presionarme tanto. Y a pesar de algunas terribles pérdidas, este año tuvo sus cosas buenas:
- Bombardeé mi cerebro con toneladas de información (con ciertos efectos secundarios).
- Aprendí a tolerar gente despreciable (jamás a respetarla).
- Mantuve mi cordura (lo que queda de ella) escribiendo.
- Sobreviví (comienzo a pensar que soy inmortal).
Pequeñas victorias que no tienen un efecto notorio en mi vida o persona, pero a fín de cuentas, ganancias provechosas (que por cierto se dieron solas, por la presión de las circunstancias sobre mí; o sea, no tenía opción). No tengo mucha voluntad que digamos así que no tiene sentido exigirme tanto. Quizá esta tendencia al derrotismo obedece a alguna carencia de sentido en la vida, pero ya abordaré eso después.
En lo que decido qué hacer con lo que resta del año, me dedicaré a alimentar a estos tiernos y pequeños pececillos.
viernes, 5 de noviembre de 2010
La carta (cuento).
De vez en cuando escribo algún cuento por puro hobbie. La mayoría no los termino, pero este está concluso (con un trágico final :P). Quizá pude desarrollarlo más ahondando en detalles, pero logré plasmar, aunque torpemente, la idea básica que tenía en mente, así que lo dejo tal como está:
Cuando supe que tendría un hijo me sentí dichoso, en el umbral de una nueva etapa de mi vida. Seríamos padres. Ella y yo lo habíamos estado buscando, las cosas marchaban bien y tenía estabilidad como para formar una familia. Fue en el momento en que lo tuve en mis brazos que pude entrever las dificultades que enfrentaría, pero me sentía unido a mi esposa y confiaba en que lo haríamos bien. Con él tendría la oportunidad de ser el padre que a mí me hizo falta.
Su infancia fue como un sueño. Era el niño más alegre, siempre con una sonrisa en los labios y los ojos más vivos y observadores. Me parecía más despierto que otros niños de su edad. A veces, en la soledad de mi cuarto, veo las viejas fotografías en donde aparecemos los 3. Debió ser nuestra mejor época. Mi vida era entonces perfecta, producto de mi esfuerzo, voluntad, responsabilidad y amor. Pensé que sería así por siempre, ¿qué podría salir mal?
Ella era una mujer inteligente y con mucho potencial. Se le presentaron oportunidades profesionales que le darían un estilo de vida superior que yo jamás hubiera podido darle. Sutilmente me daba a entender que yo entorpecía su progreso y un día decidió salir al mundo y tomarlo en sus manos. Hay que tomar las oportunidades que nos otorga y aprovecharlas al máximo. Y también hay que saber dejar ir a la gente, porque nada ni nadie en este mundo nos pertenece. He hecho lo mejor que he podido y me siento orgulloso de mis logros. No cuestiono su ambición ni que me haya abandonado. Pero jamás le perdonaré que le haya dado la espalda a su propio hijo. ¿Le importará, pensará en él?
Mi realización como hombre de familia duró poco. Pero tenía a mi hijo, lo que más quiero en el mundo y no iba a defraudarlo.
Ahora tiene 17 años y ha adoptado otra actitud para conmigo. ¡Ha sido tan repentino! Llega tarde y ni cómo encontrarlo porque no tengo idea con quién se junta. Entre más interés expreso por él, más pinta su raya. Entiendo que se ha de sentir invadido pero es mi hijo y me interesa lo que le pasa.
Debe resultarle incómodo que intente hablar con él, así que he decidido darle su espacio, dejándole claro que puede contar conmigo... y esperar. Esperar a que un día decida decirme qué le pasa. A su edad también quería hacerme el duro, ponerme a prueba y demostrar mis capacidades, independencia y hombría. Puede ser que su aislamiento obedezca a la misma auto-afirmación. No puedo estar al pendiente de él todo el tiempo porque tengo que trabajar y él está en la escuela. Pero acabo de hablar con sus maestros y mantiene buenas calificaciones; eso me tranquiliza un poco.
Sin embargo, se ha convertido para mí en un extraño. No sé por qué cambió tanto. Vivimos juntos en un pequeño departamento, pero tristemente distanciados, ignoro el motivo. Creo que asimilamos relativamente bien el golpe que nos asestó su madre al abandonarnos, pero no hemos hablado mucho de eso. No puedo iniciar conversación porque asegura que he de tener una "agenda oculta" e intento tirarle un discurso moral para controlarlo. Pero sólo quiero saber qué piensa, no a fondo, sólo una idea, un vistazo a través del muro de su personalidad endurecida que me permita conocerle, ayudarle y recuperar ese lazo.
He intentado ponerme en sus zapatos para comprenderlo. Pero aunque es mi hijo, somos dos psiques distintas, forjadas en distintos puntos del tiempo, con diferentes estímulos. Evocar mi adolescencia no me hará comprender la suya.
Es Domingo y desde el Viernes no ha salido de su cuarto. Es increíble cómo se aislan los chavos ahora. Basta una conexión a Internet y se olvidan del mundo. He aceptado su mutismo, pero por lo general no es tan silencioso. Debe estar concentrado en alguna tarea de la escuela. No quisiera distraerlo pero se me ocurre invitarle a salir y comernos una hamburguesa por ahí. Seguramente no aceptará pero quiero verlo aunque sea un momento. Y si acepta, creo que me sentiré tan dichoso como la primera vez que lo tuve en mis brazos.
Toco a su puerta y le llamo, espero no se moleste. No responde... se habrá quedado despierto hasta tarde. Pero debe tener hambre y no creo que mi ofrecimiento sea inoportuno.
Me atrevo a abrir su puerta, entro a su cuarto y lo encuentro acostado bocabajo en su cama con los ojos entreabiertos. A su lado, un sobre cerrado. Mi hijo ha escrito una carta póstuma a sus 17 años. Me pregunto en qué le fallé.
Cuando supe que tendría un hijo me sentí dichoso, en el umbral de una nueva etapa de mi vida. Seríamos padres. Ella y yo lo habíamos estado buscando, las cosas marchaban bien y tenía estabilidad como para formar una familia. Fue en el momento en que lo tuve en mis brazos que pude entrever las dificultades que enfrentaría, pero me sentía unido a mi esposa y confiaba en que lo haríamos bien. Con él tendría la oportunidad de ser el padre que a mí me hizo falta.
Su infancia fue como un sueño. Era el niño más alegre, siempre con una sonrisa en los labios y los ojos más vivos y observadores. Me parecía más despierto que otros niños de su edad. A veces, en la soledad de mi cuarto, veo las viejas fotografías en donde aparecemos los 3. Debió ser nuestra mejor época. Mi vida era entonces perfecta, producto de mi esfuerzo, voluntad, responsabilidad y amor. Pensé que sería así por siempre, ¿qué podría salir mal?
Ella era una mujer inteligente y con mucho potencial. Se le presentaron oportunidades profesionales que le darían un estilo de vida superior que yo jamás hubiera podido darle. Sutilmente me daba a entender que yo entorpecía su progreso y un día decidió salir al mundo y tomarlo en sus manos. Hay que tomar las oportunidades que nos otorga y aprovecharlas al máximo. Y también hay que saber dejar ir a la gente, porque nada ni nadie en este mundo nos pertenece. He hecho lo mejor que he podido y me siento orgulloso de mis logros. No cuestiono su ambición ni que me haya abandonado. Pero jamás le perdonaré que le haya dado la espalda a su propio hijo. ¿Le importará, pensará en él?
Mi realización como hombre de familia duró poco. Pero tenía a mi hijo, lo que más quiero en el mundo y no iba a defraudarlo.
Ahora tiene 17 años y ha adoptado otra actitud para conmigo. ¡Ha sido tan repentino! Llega tarde y ni cómo encontrarlo porque no tengo idea con quién se junta. Entre más interés expreso por él, más pinta su raya. Entiendo que se ha de sentir invadido pero es mi hijo y me interesa lo que le pasa.
Debe resultarle incómodo que intente hablar con él, así que he decidido darle su espacio, dejándole claro que puede contar conmigo... y esperar. Esperar a que un día decida decirme qué le pasa. A su edad también quería hacerme el duro, ponerme a prueba y demostrar mis capacidades, independencia y hombría. Puede ser que su aislamiento obedezca a la misma auto-afirmación. No puedo estar al pendiente de él todo el tiempo porque tengo que trabajar y él está en la escuela. Pero acabo de hablar con sus maestros y mantiene buenas calificaciones; eso me tranquiliza un poco.
Sin embargo, se ha convertido para mí en un extraño. No sé por qué cambió tanto. Vivimos juntos en un pequeño departamento, pero tristemente distanciados, ignoro el motivo. Creo que asimilamos relativamente bien el golpe que nos asestó su madre al abandonarnos, pero no hemos hablado mucho de eso. No puedo iniciar conversación porque asegura que he de tener una "agenda oculta" e intento tirarle un discurso moral para controlarlo. Pero sólo quiero saber qué piensa, no a fondo, sólo una idea, un vistazo a través del muro de su personalidad endurecida que me permita conocerle, ayudarle y recuperar ese lazo.
He intentado ponerme en sus zapatos para comprenderlo. Pero aunque es mi hijo, somos dos psiques distintas, forjadas en distintos puntos del tiempo, con diferentes estímulos. Evocar mi adolescencia no me hará comprender la suya.
Es Domingo y desde el Viernes no ha salido de su cuarto. Es increíble cómo se aislan los chavos ahora. Basta una conexión a Internet y se olvidan del mundo. He aceptado su mutismo, pero por lo general no es tan silencioso. Debe estar concentrado en alguna tarea de la escuela. No quisiera distraerlo pero se me ocurre invitarle a salir y comernos una hamburguesa por ahí. Seguramente no aceptará pero quiero verlo aunque sea un momento. Y si acepta, creo que me sentiré tan dichoso como la primera vez que lo tuve en mis brazos.
Toco a su puerta y le llamo, espero no se moleste. No responde... se habrá quedado despierto hasta tarde. Pero debe tener hambre y no creo que mi ofrecimiento sea inoportuno.
Me atrevo a abrir su puerta, entro a su cuarto y lo encuentro acostado bocabajo en su cama con los ojos entreabiertos. A su lado, un sobre cerrado. Mi hijo ha escrito una carta póstuma a sus 17 años. Me pregunto en qué le fallé.
jueves, 4 de noviembre de 2010
El daño causado.
Hola.
Alguna vez, en mi desesperación por hacerte entender lo que me pasa, me sinceré e intenté explicarte mis problemas, pero creo que no me tomaste muy en serio. Lo entiendo. Socializar es parte de tu vida, algo normal, y que alguien relativamente sano y joven tenga "complejos" ha de ser inconcebible para tí.
Te he dicho que no soy muy desenvuelto, ni buen conversador, que soy difícil de tratar; pero aún así quieres conocerme. Este medio es muy engañoso y no siempre proyectamos lo que en realidad somos. Quizá te he causado buena impresión. No es que haya querido engañarte; intento compartir contigo lo mejor de mí hasta donde me es posible, y trato de que quienes tienen el infortunio de conocerme se queden con algo bueno (aunque sea mínimo) de mi parte.
Lamento que sientas un interés por mí, y lamento más que me consideres una persona valiosa. Te he dado razones para que dejes de apreciarme, y yo mismo te he dicho que no soy buena persona, no por menospreciarme, sino porque es verdad. Y como (supongo) ya te estarás dando cuenta, soy un imbécil desconsiderado, un patán. Si te contara... vivo tratando de enmendar o compensar las consecuencias de mi forma de ser.
Me estás sobrevalorando, y eso me pesa. No por mí, sino porque te hago sentir mal. Porque cada vez que me invites al cine o tomar un cafe, te decepcionaré, con mi correspondiente culpa por tu sufrimiento. Nuestra amistad te ha traido más mal que bien. Sin embargo (y entenderé si dudas de mis palabras) te estimo y jamás ha sido mi intención lastimarte.
Sé que mi explicación es insuficiente, pero te ofrezco una disculpa por todo el daño que te he causado.
Alguna vez, en mi desesperación por hacerte entender lo que me pasa, me sinceré e intenté explicarte mis problemas, pero creo que no me tomaste muy en serio. Lo entiendo. Socializar es parte de tu vida, algo normal, y que alguien relativamente sano y joven tenga "complejos" ha de ser inconcebible para tí.
Te he dicho que no soy muy desenvuelto, ni buen conversador, que soy difícil de tratar; pero aún así quieres conocerme. Este medio es muy engañoso y no siempre proyectamos lo que en realidad somos. Quizá te he causado buena impresión. No es que haya querido engañarte; intento compartir contigo lo mejor de mí hasta donde me es posible, y trato de que quienes tienen el infortunio de conocerme se queden con algo bueno (aunque sea mínimo) de mi parte.
Lamento que sientas un interés por mí, y lamento más que me consideres una persona valiosa. Te he dado razones para que dejes de apreciarme, y yo mismo te he dicho que no soy buena persona, no por menospreciarme, sino porque es verdad. Y como (supongo) ya te estarás dando cuenta, soy un imbécil desconsiderado, un patán. Si te contara... vivo tratando de enmendar o compensar las consecuencias de mi forma de ser.
Me estás sobrevalorando, y eso me pesa. No por mí, sino porque te hago sentir mal. Porque cada vez que me invites al cine o tomar un cafe, te decepcionaré, con mi correspondiente culpa por tu sufrimiento. Nuestra amistad te ha traido más mal que bien. Sin embargo (y entenderé si dudas de mis palabras) te estimo y jamás ha sido mi intención lastimarte.
Sé que mi explicación es insuficiente, pero te ofrezco una disculpa por todo el daño que te he causado.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)
Entradas más leídas
-
Ignoro quién sea su autor pero esta imagen (o texto sobre fondo negro) resume la actitud que a veces estamos obligados a asumir. Sop...
-
I. Estoy en mi cuarto, escribiendo naderías en un viejo cuaderno en espera de que la batería del celular se haya recargado al 100%. Es un ...
-
Desde abril se han ido postergando los trámites y audiencias que ya tendrían que haber ocurrido para inicios de este octubre. El abogado pre...
-
Esta entrada es una apostilla a la anterior. Quiero aclarar que mi catarsis no proviene directamente de la enfermedad que consum...
-
Por puro ocio se me ocurrió teclear en la búsqueda de FB mis propios apellidos. El buscador de esa red social muestra resultados variados de...