"A nadie le faltan fuerzas; lo que a muchísimos les falta es voluntad".Victor Hugo (1802-1885) Novelista francés.
No es mi fuerte mantenerme firme en un propósito. A veces no concreto el más mínimo, no por pereza o falta de esfuerzo, sino por el desinterés que se va acumulando gradualmente. Cuando comenzó el año me eché encima varios propósitos, ninguno de los cuales concreté a pesar de su simpleza:
- Dormir temprano.
- Retomar mi pasión por el dibujo.
- Leer 2 libros por mes.
- Incrementar mis periodos de meditación.
- Prosperar económicamente.
- Aprender inglés por mi cuenta.
- Ser más sociable y arrojado.
Otro año desperdiciado. Curiosamente no me siento mortificado como en años pasados. Decidí, en mi inconsciente, descansar un poco de mí mismo y no juzgarme ni presionarme tanto. Y a pesar de algunas terribles pérdidas, este año tuvo sus cosas buenas:
- Bombardeé mi cerebro con toneladas de información (con ciertos efectos secundarios).
- Aprendí a tolerar gente despreciable (jamás a respetarla).
- Mantuve mi cordura (lo que queda de ella) escribiendo.
- Sobreviví (comienzo a pensar que soy inmortal).
Pequeñas victorias que no tienen un efecto notorio en mi vida o persona, pero a fín de cuentas, ganancias provechosas (que por cierto se dieron solas, por la presión de las circunstancias sobre mí; o sea, no tenía opción). No tengo mucha voluntad que digamos así que no tiene sentido exigirme tanto. Quizá esta tendencia al derrotismo obedece a alguna carencia de sentido en la vida, pero ya abordaré eso después.
En lo que decido qué hacer con lo que resta del año, me dedicaré a alimentar a estos tiernos y pequeños pececillos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario