jueves, 4 de noviembre de 2010

El daño causado.

Hola.

Alguna vez, en mi desesperación por hacerte entender lo que me pasa, me sinceré e intenté explicarte mis problemas, pero creo que no me tomaste muy en serio. Lo entiendo. Socializar es parte de tu vida, algo normal, y que alguien relativamente sano y joven tenga "complejos" ha de ser inconcebible para tí.

Te he dicho que no soy muy desenvuelto, ni buen conversador, que soy difícil de tratar; pero aún así quieres conocerme. Este medio es muy engañoso y no siempre proyectamos lo que en realidad somos. Quizá te he causado buena impresión. No es que haya querido engañarte; intento compartir contigo lo mejor de mí hasta donde me es posible, y trato de que quienes tienen el infortunio de conocerme se queden con algo bueno (aunque sea mínimo) de mi parte.

Lamento que sientas un interés por mí, y lamento más que me consideres una persona valiosa. Te he dado razones para que dejes de apreciarme, y yo mismo te he dicho que no soy buena persona, no por menospreciarme, sino porque es verdad. Y como (supongo) ya te estarás dando cuenta, soy un imbécil desconsiderado, un patán. Si te contara... vivo tratando de enmendar o compensar las consecuencias de mi forma de ser.

Me estás sobrevalorando, y eso me pesa. No por mí, sino porque te hago sentir mal. Porque cada vez que me invites al cine o tomar un cafe, te decepcionaré, con mi correspondiente culpa por tu sufrimiento. Nuestra amistad te ha traido más mal que bien. Sin embargo (y entenderé si dudas de mis palabras) te estimo y jamás ha sido mi intención lastimarte.

Sé que mi explicación es insuficiente, pero te ofrezco una disculpa por todo el daño que te he causado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Entradas más leídas