martes, 16 de noviembre de 2010

El celador.

Trataré de explicar un fenómeno que me sucede cuando realizo una sesión de meditación objetiva.

¿Qué es la meditación objetiva? Es lo contrario a la meditación fantasiosa, esa en la que se nos invita a cerrar los ojos y evadir la realidad con paisajes y demás elementos imaginarios. La meditación objetiva consiste en contemplar la realidad de la forma más objetiva posible, sin sesgos emocionales y detectando las distorsiones que nuestra mente hace de ella. Es tratar de distinguir las cosas de lo que nuestra psique nos dice que son, dirigiendo nuestra atención a los hechos objetivos y la interpretación que nuestra mente hace de ellos, lo que nos proporciona una visión más certera y amplia de la vida, de la mente y de nosotros mismos.

Por medio de esta meditación recupero dominio de mí mismo y me siento más despierto. Es una especie de oasis psicológico, que trae consigo una sensación de plenitud y bienestar.

Pero no suele durar mucho. En ese momento, se suscitan eventos inusuales; quiero decir, eventos que por lo general no suceden. Pero se dan justo cuando comienzo a gobernar mi psique. Es como si la vida quisiera recuperar ese terreno perdido. Por ejemplo, hace poco alcancé ese estado y poco después recibí un impacto de la vida, algo inesperado, que me sumió de nuevo en mi viejo estado mental y emocional. Como una especie de Némesis que se opone a mi despertar.

Puede ser un fenómeno creado por mi propia psique: una asociación incorrecta. Pero es mucha coincidencia. Esos estímulos inusuales se presentan justo en esos momentos o poco después. Y curiosamente, parece como si estuvieran específicamente dirigidos a desplazar ese estado de lucidez alcanzado por mí. Entonces decido en secreto, en mi interior, no buscarlos más por no provocar a la vida o por no entrar en guerra con ella.

Es como si quisiera asustarme o mantenerme a raya. Hace tiempo que vengo lidiando con esto, pero dejé de quebrarme la cabeza convenciéndome de que era un movimiento de mi propia psique que aún no comprendo. Pero esta sincronización de eventos es muy estrecha, tanto que, siempre que incremento mi base psicológica, no puedo predecir los eventos, pero sé que algo sucederá, y me derribará al antiguo estado mental.

Temo extenderme en este planteamiento, porque prácticamente estoy diciendo que la vida es una especie de entidad pensante, que boicotea sistemáticamente cualquier intento mío de gobernar mi psique, y que sabe hacerlo porque conoce muy bien sus grietas o puntos débiles. Pero esa es la impresión que tengo. Me intriga mucho este fenómeno, que aún no logro discernir si es real o de interpretación, pero lo he denominado El celador.


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