sábado, 27 de noviembre de 2010

Nuestra vida con Gurdjieff (resumen).

Párrafos del libro de Thomas de Hartmann:

El Sr. Gurdjieff sabía cómo llevar un hombre desde su estado ordinario hasta un nivel superior. En tales momentos, todos los deseos mundanos de riqueza, lujo, comida, vino, mujeres, se volvían tan débiles y tan sumamente superficiales, como para hacerse inexistentes. No había sentido de pérdida, porque una nueva luz empezaba a brillar y uno podía casi tocar la meta a la cual el Sr. Gurdjieff le conducía.

Pero entonces, en un relámpago, el Sr. Gurdjieff cambiaba, desempeñando el papel de un hombre que tuviera todos estos anhelos... y uno empezaba de nuevo a sentirlos todos con gusto, y, ¡qué horror!, hasta dejarse abrumar por ellos.

Cuando se hace sufrir la personalidad, esto produce un "fermento", y uno no debe evitar tal sufrimiento, porque este "fermento", esta "chispa", este "fuego" alimenta la esencia.

La verdadera confesión no tenia relación con la confesión en las iglesias, porque, su esencia consistía en la necesidad para un hombre de ver sus propios defectos, no como pecados, sino como obstáculos a su desarrollo.

El Sr. Gurdjieff pensaba que el hombre no debía depender sólo de la vida para recibir de ella toda clase de impresiones de felicidad, de infelicidad, de tristeza y de alegría. Quería crear sitios especiales donde pudiera conscientemente proporcionarlas. El Trabajo ayudaría, por así decir, al crecimiento del "Reino de los Cielos" dentro de nosotros mismos, el crecimiento de la cualidad divina que distingue a los hombres de los animales.

Pero como la base del Trabajo del Sr. Gurdjieff era crear toda clase de impresiones en el discípulo, a fin de operar esa transformación, él podía llevarlo a cabo solamente desempeñando papeles. Por ejemplo, si él deseaba que alguien experimentara injusticia, tenía que desempeñar el papel de un hombre injusto. Y sabía hacerlo soberbiamente... Por consiguiente una tenía que reprimir en sí las reacciones agresivas y no estar resentido. El Sr. Gurdjieff me dijo una vez que cuando yo sentía rencor hacia él, le causaba dolor. En otras palabras, el alumno tenía que aceptar y comprender el sufrimiento intencional. El Sr. Gurdjieff no podía decir: "¿No ve Ud. que eso está hecho a propósito...?" Se hubiera perdido así todo el sentido de su Trabajo.

El Sr. Gurdjieff había dicho que en el océano, aún durante grandes tempestades, hay zonas tranquilas donde no hay turbulencia alguna. Lo mismo sucede durante las revoluciones. Hay sitios donde la gente puede vivir muy tranquilamente, y la turbulencia no los afecta.

En la tarde, llegamos a otro pueblo grande, donde se nos permitió pasar la noche en una escuela vacía. Estábamos muy cansados. La uña partida del dedo empezaba a dolerme mucho. Hubiera sido tan agradable acostarse y descansar pero en lugar de eso, tuvimos que cargar cubos de agua para nosotros, y para los caballos. Recuerdo cómo los cubos llenos casi sacaron mis brazos de sus articulaciones. En tales momentos de esfuerzo super-humano, uno debe reprimir la rebelión interna, resultante de la fatiga física. Lo que me ayudaba, era mirarme a mí mismo como si fuera desde el exterior, y reírme. Esta risa me ayudaba a colocar en una mejor perspectiva la magnitud del esfuerzo requerido, que al mismo tiempo, parecía ser tan enorme.

Si en semejantes momentos, alguien le dice a uno que no sea flojo, que no tema hacer un esfuerzo, uno puede ponerse bravísimo. Ofende al amor propio de uno y provoca un reproche, uno siente que nadie comprende su cansancio. Es importante entonces recordar las cualidades de su "Yo" verdadero: cualidades de amor y perdón. El "Yo" verdadero no puede enfadarse.

En Essentuki, el Sr. Gurdjieff nos había hablado de la fe verdadera; no una fe dogmática que se sostiene por temor a las torturas del infierno. Dijo que la fe es el conocimiento del sentimiento. Este conocimiento arde como una luz brillante en las crisis de la vida. Durante este viaje, experimentamos la verdad de lo que dijo.

Cuando, a pesar de todo cansancio aparente uno emprende el camino justo, la energía interior aumenta, aparecen nuevas fuerzas y el hacer nuevos esfuerzos empieza a ser más fácil.

El Sr. Gurdjieff inventaba ejercicios nuevos, no muy complicados, todos relacionados con el desarrollo de la atención, tales como tres movimientos simultáneos para cabeza, brazos y piernas, con una cuenta. Estas maravillosas combinaciones ocupaban por entero la atención de uno, y el flujo mecánico de las asociaciones dejaba de molestarnos.

El Sr. Gurdjieff nos hablaba con frecuencia por las noches, cuando nos reuníamos en el salón. Nos dijo, por ejemplo, que iba a darnos trabajo para el centro emocional, pero nadie parecía comprender lo que él quería decir, y a mí y a algunos otros, esto nos parecía extraño. Pero al día siguiente comprendí cuando, como consecuencia de alguna torpeza mía, me llamó "balda" (estúpido). Esto me hirió profundamente y el sentimiento no desapareció por algún tiempo. Pero esa misma noche el Sr. Gurdjieff me dijo: "de manera Tomás que hoy Ud. también recibió algo". Me di cuenta de que el trabajo sobre el sentimiento había empezado, y todas mis emociones opresivas se esfumaron. De nuevo ví que si empezaba a hervir de ira, mi tarea era la de luchar contra ella interiormente y no manifestarla. En relación con esto, el Sr. Gurdjieff me dijo una vez que uno nunca debería estar resentido por tales comentarios en el Trabajo, sino más bien considerarlos como una medicina curativa.

Cada actividad en el Trabajo enseñaba claramente que la meta no era nunca hacia resultados externos sino hacia la lucha interna. Por ejemplo: el Sr. Gurdjieff, una vez, mandó a todo el mundo a preparar la tierra para la huerta, pero luego, el jardín fue abandonado. Muy a menudo decía tener mucha prisa para terminar uno u otro trabajo y que teníamos que hacerlo lo más rápido posible. Debo decir que esta presión para acabar, era siempre un estímulo, pero este mismo estímulo provocaba en nosotros una especie de identificación inconsciente. Recuerdo al Sr. Gurdjieff diciendo: "Identificación, identificación", queriendo decir que habíamos sido completamente absorbidos por la tarea. Pero en otras ocasiones nos enseñaba que, cuando nosotros trabajamos realmente, tenemos que "identificarnos" al mismo tiempo que guardamos un poco de atención para, con ella, observarnos a nosotros mismos.

"...Cuando terminó la demostración pregunté al Sr. Gurdjieff: "¿Cómo anduvo todo?" Él me miró sonriente pero no dijo nada. Esto me permitió comprender que en un Trabajo de esta clase no buscamos palabras de alabanza o de aliento. Tenemos que cumplir con la tarea lo mejor posible y no debería haber consideración de si a uno se le alaba o no: tal es la meta. El Sr. Gurdjieff decía con mucha frecuencia: "Nunca piense en resultados, simplemente haga."

Un rasgo que todos los ejercicios tienen en común es el de requerir toda nuestra atención y así evitar el flujo de las asociaciones no controladas que malgastan nuestra energía vital a través de pensamientos, sentimientos o sensaciones, a veces muy estúpidos, a veces muy dolorosos, a veces fantásticos, a veces eróticos, que nosotros más o menos experimentamos. El Sr. Gurdjieff decía a menudo que el "sufrimiento voluntario" y "el trabajo consciente", al reducir este inconsciente flujo de asociaciones, podrían prolongar la vida. Para quienes trabajan sobre la atención y la usan en la lucha contra las asociaciones, que no olvidan de "recordarse de sí mismos", para esta gente la atención empieza a ser no solamente el centro de la vida, sino también el factor que la prolonga.

La convalecencia del Sr. Gurdjieff después de su serio accidente fue en realidad una gran prueba para nosotros todos. Continuamos sintiendo que él podía hacerlo todo y saberlo todo, y que era ridículo tratar, por así decirlo, de indicarle lo que debía hacer.

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