-Hay que mantener los vidrios cerrados- me dijo mi acompañante, que era una mujer, pero no recuerdo quién. Sin embargo, en el sueño la sentí familiar (¿Señorita "Y"?).
Por fin llegamos a una especie de escuela abandonada, en la que aún había cristales pero éstos eran completamente oscuros, así que no se podía ver hacia dentro. Le di la espalda a esos salones, esperando desvanecer con ello también el temor que me provocaban. En el silencioso y deteriorado patio me encontré con algunos familiares. Todos se encontraban bien, felices. Sin embargo yo me sentía incómodo y desprotegido en ese lugar. «¿Cómo pueden estar riendo si nos encontramos expuestos al peligro?» Sentía que debía protegerlos a la vez que me sentía impotente para hacerlo. Peor aún, debía guardarme mis tensiones y poner buena cara ante ellos.
Predominó en el sueño una sensación de desolación, a pesar de que en él «no estaba solo».
En otro sueño estuvo presente mi hermano. Aunque no lo vi, estaba presente mediante su sola voz. Se encontraba furioso con mi padre, por las cosas que éste había hecho. Recuerdo las reclamaciones de mi hermano a nuestro padre: tenían relación con sus engaños, su manipulación. Era un discurso bastante articulado, cosa curiosa, ya que por lo general los sueños (al menos los míos) carecen del mínimo orden.
Mi hermano no vacilaba en su recuento de daños. Su voz ahogada en ira despertó la mía, y traté de calmarlo haciéndole ver el fracaso total que nuestro padre enfrentaba en vida: estancado en un empleo mediocre, que no le satisface ni económica ni emocionalmente. Le señalé en tono irónico cómo nuestro padre, en sus «días de éxito», tildaba de estúpidos a todos a su alrededor. «Todos son unos pendejos, yo soy bien chingón», era su actitud entonces. Y cómo actualmente, cualquiera de los que solía denostar tan despóticamente, tiene una calidad de vida que ya quisiera él.
-Él no necesita castigo. Su propio modo de ser lo ha condenado. Pobre tipo, da pena- le dije en el sueño a mi hermano, con quien me sentía, valga la redundancia, hermanado. Sentimiento ausente mientras él vivía debido a las diferencias que mi padre marcó entre nosotros. Lo curioso es que esta vez he soñado a mi hermano como aliado. Usualmente aparece en mis sueños hostil hacia mi, siempre retándome en duelos retóricos bastante perniciosos, cosa que él nunca hizo en vida.
Creo que ese sueño destapó más bien mis propios deseos de ajustar cuentas con mi padre. Me trajo sentimientos negativos e intensos: rabia, impotencia y deseo de venganza. Claro que no consumaré venganza alguna. Por el contrario, reflexiono sobre cómo proceder correctamente en mi vida en general y evitar los errores y defectos de quien se supone debió ser mi «modelo a seguir».

No hay comentarios:
Publicar un comentario