jueves, 28 de octubre de 2010

Letras coartadas.

Tenía ganas de escribir en mi otro blog pero esa sensación de sentirme vigilado me frenó. Algunos que leen mi blog me conocen, y sin darme cuenta comienzo a escribir a la defensiva, cuidándome de no dar detalles, sacrificando mi libre expresión por temor al juicio que formen sobre mí, manifiesto o no.

Comienzo escribiendo con desfachatez, con cinismo, libremente. Acto seguido me pongo a revisar una y otra vez el texto, analizando cada párrafo, no en busca de errores ortográficos sino de contenido, omitiendo ideas y confesiones con la medida del prejuicio; suprimiendo, en cada corrección, mi sentir original. "Mejor omito esto... cambiaré también esto otro...", bastardeando el texto y quedando este completamente desvirtuado.

Me he atrevido a publicar, tal cual, alguno que otro post. Pero cuando apago el ordenador y me ocupo de otras cosas sigo pensando en corregir u omitir lo publicado. Y antes de terminar el día enciendo el ordenador de nuevo y procedo a mutilar (o abortar) el texto como es mi costumbre, esperando que nadie lo haya leído durante ese lapso de tiempo.

O se escribe plenamente desde el anonimato, o se escribe de forma calculada dando la cara. Pero quisiera ser capaz de sincerarme y decir "este soy yo, y esto es lo que pienso"; eso sería realmente válido y genuino. Sin embargo, el temor siempre mutila mi voz, y esto me causa cierta pena.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Entradas más leídas