viernes, 29 de octubre de 2010

Om.

Ahí está, importunando. ¿Es mi imaginación o realmente es tan malo? Parece que se empeña en ser desagradable y lo consigue exitosamente, para hacerse notar. Intento hallarle cualidades que modifiquen mi concepto sobre él: no las tiene. Bueno, debo ser justo. Su única virtud es su ausencia, pero esta aún no se hace presente. Tendré que esperar.

Está por demás sugerirle algún cambio. Hacerle notar a una persona sus defectos, que esta los acepte e intente cambiarlos, eso jamás ha sucedido. Aquí todos somos perfectos. Tendré que buscar las causas de mi rechazo hacia este ente en mí mismo: no es él sino mi intolerancia.

Por este tipo de gente coqueteo con el Ateismo. Si Dios existiera no le concedería a estos seres el privilegio de vivir. Dios, si realmente estás ahí, y eres tan piadoso como presumen tus creyentes, no te pido que lo elimines, ni que lo arrojes por una eternidad al Hades, solo que lo expulses a algún lejano páramo donde no moleste a nadie.

Sigue aquí. En efecto, Dios no existe. Al menos lo intenté.

Hay males que son inevitables. Ante la impotencia que estos producen, es mejor cambiar nuestra actitud hacia ellos y tratar de darles un sentido elevado, por ejemplo, como medio de superación espiritual: la vida me ha colocado en una situación de convivencia con este ente para desarrollar paciencia, tolerancia y comprensión. Y aunque se roba mi oxígeno, también tiene derecho (inmerecido, dicho sea de paso) a existir.

Esta es la única ventaja que se me ocurre sacar de mi desafortunada situación, de su presencia pestilente. Literalmente. El tipo mantiene contaminado el ambiente fumando inmisericordemente. Su organismo no parece resentirlo. Me pregunto si algún día lo hará. No es que lo desée...

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Entradas más leídas