jueves, 23 de diciembre de 2010

Aventuras forescas.

Mi experiencia en el foro ha comenzado.

Me costó muchísimo trabajo escribir mi post introductorio. Breve y superficial, no tuvo mucha aceptación. Mientras escribo ha tenido 105 vistas y sólo 2 respuestas. Pero creo que entré con el pié derecho. Mis contribuciones son por el momento escuetas, pero es para ir tomando ritmo poco a poco. Me he dado cuenta que los posts demasiado formales no tienen mucha aprobación. Aquí se trata de escribir al vuelo, pero estos usuarios ya tienen experiencia en eso.

Veamos si el foro me ayuda a adquirir esa habilidad.

viernes, 17 de diciembre de 2010

En el foro.

Hace un mes se me ocurrió suscribirme a un foro pero apenas ayer activaron mi cuenta. Antes de eso podía entrar pero sin participar, lo que no tenía mucho sentido. Tuve que invocar al Dios Administrador mediante un sensible mensaje privado para que validara mi cuenta.

Ahora tengo otra plataforma para expresarme, con la diferencia de que en un foro no se puede escribir sin pasar desapercibido, a lo cual no estoy acostumbrado. Al menos el nick me protege y nadie sabe ni sabrá jamás quién soy, lo que amortiguará los golpes psicológicos de las refutaciones y posibles ridiculizaciones a lo que ahí exprese.

Justo ahora estoy tratando (y digo tratando) de redactar un mensaje de presentación, como se acostumbra en esos sitios.

Sobre mi vida en el mundo real, como siempre. Plana y poco estimulante, con excepción de los libros. Entre el mes pasado y éste leí Ciberputeadores en Internet, que no está mal, y Los Cuatro Acuerdos, que está más o menos. Ambos de fácil lectura, adecuados para mi poca concentración.

sábado, 4 de diciembre de 2010

Balance emocional.

"...Soy una roca,
soy una isla..."

Desde hace 5 años adopté la costumbre de realizar un balance anual sobre mi vida en general. Este año decidí dejarlo de lado; no se puede recapitular mucho de un año desperdiciado. Pero de repente me golpeó un pensamiento: este año no recibí ni un solo abrazo. No tuve una charla personal, cara a cara, con nadie.

Y no me siento mal, pero ser consciente de esto me sorprendió. Nunca imaginé que llegaría a ser tan insensible. Ni hablar ya de un beso, u otras cosas más íntimas. Jamás he tenido experiencias de este tipo y si no las busqué de joven, mucho menos ahora. A últimas fechas se me han presentado oportunidades de noviazgo que antes me hubieran hecho alucinar. Ahora no creo en ellas, no significan nada.

Todas esas experiencias que antes deseaba y me parecían imposibles, ahora son impensables. Inaccesibles o no, no me interesan ya.

Así son las cosas. Lo que me mantenía emocionalmente vivo ya no está; lo perdí todo hace ya casi 6 meses.

viernes, 3 de diciembre de 2010

Apocalipsis Zombie.

Mis párrafos favoritos del libro de Manel Loureiro:

Cada uno debe mirar por su culo en este nuevo mundo de "no vivos" en el que nos hemos metido.

He cometido el error de contarle mi aventura con el soldado y ahora cree que podemos ser capaces de abrirnos camino a sangre y fuego por la ciudad, hasta su puto barco.

La próxima vez que escriba en este diario será para contar como me ha ido. Si no vuelvo a escribir aquí…Bueno, evidentemente, algo habrá salido mal y un nuevo cadáver, vestido con neopreno estará dando vueltas por la ciudad. Pero no sin haber vendido antes cara su piel. Estoy aterrorizado. Estoy nervioso. Pero también estoy decidido. Vamos allá.

Un cadáver andante es un concepto tan terrorífico que no se puede entender si no ves a uno en persona, pero la imagen de cientos de ellos tratando de cogerte realmente puede poner los pelos de punta al más templado.

A joderse. En este nuevo mundo sólo el que pueda cuidar de su culo tiene posibilidades de ver el nuevo día.

Me dejé caer, agotado, contra una pared, mientras observaba aquel montón informe de pasta para sopa en el suelo. Inevitablemente, me acordé de mi madre y de la sopa que me preparaba los días de lluvia. El recuerdo fue intenso, y muy doloroso. La angustia, que había tenido retenida en algún rincón de mi cabeza, se liberó como un torrente incontrolable, y empecé a llorar silenciosamente, con gruesos lagrimones corriendo por mis mejillas.

En un nivel abstracto, había sido consciente de ello todo el tiempo, pero no había querido enfrentarme a esa situación hasta ese momento.

El dolor seguiría ahí presente, no solo ahora, sino a lo largo de las próximas semanas, pero al menos sabía que no iría a más y que poco a poco desaparecería, como un rescoldo.

No quiero seguir hablando de cosas tan tristes.

Era la primera vez que nos reíamos en semanas y la risa brotaba, incontrolable, dando rienda suelta a un caudal incontrolable de tensión emocional. Estábamos en ese estado de risa floja en el que cualquier tontería, por banal que sea, te hace reír sin control posible. Era fantástico. Aún éramos humanos. Aún estábamos vivos. Aún podíamos dar batalla.

Sabía que tenía que controlar el miedo. Si dejaba que el pánico prendiese en mí, estaría acabado y Prit conmigo. Valoré la posibilidad de abandonar a Lúculo a su suerte por unos instantes, pero deseché la idea con más rapidez que el tiempo que me lleva escribir esto. Lúculo no era solo mi mascota, ni mi fiel compañero desde hacía meses. No. Mi gato era el último vínculo que me quedaba con mi vida anterior. Si lo perdía, algo dentro de mí se perdería para siempre, y la memoria de la vida que llevaba antes se perdería como arena en el viento. No, tenía que encontrar a Lúculo como fuese.

No tenía ni la más remota idea de donde podía estar Lúculo. Supuse que terriblemente asustado por la refriega habría buscado un rincón tranquilo donde guarecerse por un momento. En casa, cada vez que se desencadenaba una tormenta solía atrincherarse en el armario de las sabanas hasta que pasaba lo peor. Desalentado, caí en la cuenta de que encontrar a mi gato en un espacio tan vasto como aquel Hospital, a oscuras y con millones de recovecos desconocidos, podía ser una misión desesperada, sobre todo si lo que buscaba era un gato asustado que no tenía ganas de ser encontrado.

De todas formas, tenía que intentarlo. Sé que suena como una locura, y que tan solo era un gato, pero me sentía con la obligación moral de encontrarlo. Además, perder a Lúculo me partiría el corazón, después de todo lo pasado juntos. Cualquiera que tenga un animal de compañía entendería perfectamente lo que digo.

martes, 30 de noviembre de 2010

Soliloquio en comic.

No sé dónde podría tener cabida esto, pero por el momento lo dejo aquí.


sábado, 27 de noviembre de 2010

Nuestra vida con Gurdjieff (resumen).

Párrafos del libro de Thomas de Hartmann:

El Sr. Gurdjieff sabía cómo llevar un hombre desde su estado ordinario hasta un nivel superior. En tales momentos, todos los deseos mundanos de riqueza, lujo, comida, vino, mujeres, se volvían tan débiles y tan sumamente superficiales, como para hacerse inexistentes. No había sentido de pérdida, porque una nueva luz empezaba a brillar y uno podía casi tocar la meta a la cual el Sr. Gurdjieff le conducía.

Pero entonces, en un relámpago, el Sr. Gurdjieff cambiaba, desempeñando el papel de un hombre que tuviera todos estos anhelos... y uno empezaba de nuevo a sentirlos todos con gusto, y, ¡qué horror!, hasta dejarse abrumar por ellos.

Cuando se hace sufrir la personalidad, esto produce un "fermento", y uno no debe evitar tal sufrimiento, porque este "fermento", esta "chispa", este "fuego" alimenta la esencia.

La verdadera confesión no tenia relación con la confesión en las iglesias, porque, su esencia consistía en la necesidad para un hombre de ver sus propios defectos, no como pecados, sino como obstáculos a su desarrollo.

El Sr. Gurdjieff pensaba que el hombre no debía depender sólo de la vida para recibir de ella toda clase de impresiones de felicidad, de infelicidad, de tristeza y de alegría. Quería crear sitios especiales donde pudiera conscientemente proporcionarlas. El Trabajo ayudaría, por así decir, al crecimiento del "Reino de los Cielos" dentro de nosotros mismos, el crecimiento de la cualidad divina que distingue a los hombres de los animales.

Pero como la base del Trabajo del Sr. Gurdjieff era crear toda clase de impresiones en el discípulo, a fin de operar esa transformación, él podía llevarlo a cabo solamente desempeñando papeles. Por ejemplo, si él deseaba que alguien experimentara injusticia, tenía que desempeñar el papel de un hombre injusto. Y sabía hacerlo soberbiamente... Por consiguiente una tenía que reprimir en sí las reacciones agresivas y no estar resentido. El Sr. Gurdjieff me dijo una vez que cuando yo sentía rencor hacia él, le causaba dolor. En otras palabras, el alumno tenía que aceptar y comprender el sufrimiento intencional. El Sr. Gurdjieff no podía decir: "¿No ve Ud. que eso está hecho a propósito...?" Se hubiera perdido así todo el sentido de su Trabajo.

El Sr. Gurdjieff había dicho que en el océano, aún durante grandes tempestades, hay zonas tranquilas donde no hay turbulencia alguna. Lo mismo sucede durante las revoluciones. Hay sitios donde la gente puede vivir muy tranquilamente, y la turbulencia no los afecta.

En la tarde, llegamos a otro pueblo grande, donde se nos permitió pasar la noche en una escuela vacía. Estábamos muy cansados. La uña partida del dedo empezaba a dolerme mucho. Hubiera sido tan agradable acostarse y descansar pero en lugar de eso, tuvimos que cargar cubos de agua para nosotros, y para los caballos. Recuerdo cómo los cubos llenos casi sacaron mis brazos de sus articulaciones. En tales momentos de esfuerzo super-humano, uno debe reprimir la rebelión interna, resultante de la fatiga física. Lo que me ayudaba, era mirarme a mí mismo como si fuera desde el exterior, y reírme. Esta risa me ayudaba a colocar en una mejor perspectiva la magnitud del esfuerzo requerido, que al mismo tiempo, parecía ser tan enorme.

Si en semejantes momentos, alguien le dice a uno que no sea flojo, que no tema hacer un esfuerzo, uno puede ponerse bravísimo. Ofende al amor propio de uno y provoca un reproche, uno siente que nadie comprende su cansancio. Es importante entonces recordar las cualidades de su "Yo" verdadero: cualidades de amor y perdón. El "Yo" verdadero no puede enfadarse.

En Essentuki, el Sr. Gurdjieff nos había hablado de la fe verdadera; no una fe dogmática que se sostiene por temor a las torturas del infierno. Dijo que la fe es el conocimiento del sentimiento. Este conocimiento arde como una luz brillante en las crisis de la vida. Durante este viaje, experimentamos la verdad de lo que dijo.

Cuando, a pesar de todo cansancio aparente uno emprende el camino justo, la energía interior aumenta, aparecen nuevas fuerzas y el hacer nuevos esfuerzos empieza a ser más fácil.

El Sr. Gurdjieff inventaba ejercicios nuevos, no muy complicados, todos relacionados con el desarrollo de la atención, tales como tres movimientos simultáneos para cabeza, brazos y piernas, con una cuenta. Estas maravillosas combinaciones ocupaban por entero la atención de uno, y el flujo mecánico de las asociaciones dejaba de molestarnos.

El Sr. Gurdjieff nos hablaba con frecuencia por las noches, cuando nos reuníamos en el salón. Nos dijo, por ejemplo, que iba a darnos trabajo para el centro emocional, pero nadie parecía comprender lo que él quería decir, y a mí y a algunos otros, esto nos parecía extraño. Pero al día siguiente comprendí cuando, como consecuencia de alguna torpeza mía, me llamó "balda" (estúpido). Esto me hirió profundamente y el sentimiento no desapareció por algún tiempo. Pero esa misma noche el Sr. Gurdjieff me dijo: "de manera Tomás que hoy Ud. también recibió algo". Me di cuenta de que el trabajo sobre el sentimiento había empezado, y todas mis emociones opresivas se esfumaron. De nuevo ví que si empezaba a hervir de ira, mi tarea era la de luchar contra ella interiormente y no manifestarla. En relación con esto, el Sr. Gurdjieff me dijo una vez que uno nunca debería estar resentido por tales comentarios en el Trabajo, sino más bien considerarlos como una medicina curativa.

Cada actividad en el Trabajo enseñaba claramente que la meta no era nunca hacia resultados externos sino hacia la lucha interna. Por ejemplo: el Sr. Gurdjieff, una vez, mandó a todo el mundo a preparar la tierra para la huerta, pero luego, el jardín fue abandonado. Muy a menudo decía tener mucha prisa para terminar uno u otro trabajo y que teníamos que hacerlo lo más rápido posible. Debo decir que esta presión para acabar, era siempre un estímulo, pero este mismo estímulo provocaba en nosotros una especie de identificación inconsciente. Recuerdo al Sr. Gurdjieff diciendo: "Identificación, identificación", queriendo decir que habíamos sido completamente absorbidos por la tarea. Pero en otras ocasiones nos enseñaba que, cuando nosotros trabajamos realmente, tenemos que "identificarnos" al mismo tiempo que guardamos un poco de atención para, con ella, observarnos a nosotros mismos.

"...Cuando terminó la demostración pregunté al Sr. Gurdjieff: "¿Cómo anduvo todo?" Él me miró sonriente pero no dijo nada. Esto me permitió comprender que en un Trabajo de esta clase no buscamos palabras de alabanza o de aliento. Tenemos que cumplir con la tarea lo mejor posible y no debería haber consideración de si a uno se le alaba o no: tal es la meta. El Sr. Gurdjieff decía con mucha frecuencia: "Nunca piense en resultados, simplemente haga."

Un rasgo que todos los ejercicios tienen en común es el de requerir toda nuestra atención y así evitar el flujo de las asociaciones no controladas que malgastan nuestra energía vital a través de pensamientos, sentimientos o sensaciones, a veces muy estúpidos, a veces muy dolorosos, a veces fantásticos, a veces eróticos, que nosotros más o menos experimentamos. El Sr. Gurdjieff decía a menudo que el "sufrimiento voluntario" y "el trabajo consciente", al reducir este inconsciente flujo de asociaciones, podrían prolongar la vida. Para quienes trabajan sobre la atención y la usan en la lucha contra las asociaciones, que no olvidan de "recordarse de sí mismos", para esta gente la atención empieza a ser no solamente el centro de la vida, sino también el factor que la prolonga.

La convalecencia del Sr. Gurdjieff después de su serio accidente fue en realidad una gran prueba para nosotros todos. Continuamos sintiendo que él podía hacerlo todo y saberlo todo, y que era ridículo tratar, por así decirlo, de indicarle lo que debía hacer.

viernes, 26 de noviembre de 2010

Puesta de Sol.


Los golpes de la adversidad son amargos, pero nunca son estériles".
Joseph E. Renan.


Aún no termina el año, pero creo que puedo darlo por concluido. Cuantificando adversidades, físicas y emocionales, me fue bien; en esto la vida nunca falla. Lo que lamento (no más que otras pérdidas que considero insuperables) es mi progresivo deterioro psicológico. Hace 8 o 10 años tuve una charla con un vago, quien se describió a sí mismo como cartucho quemado. Me parece burdo el concepto pero es acertado. En efecto, me siento como cartucho quemado.

He admitido mi ocaso y lo vivo a flor de piel porque no tengo otro modo de vivirlo. La llegada de un nuevo año ya no me inspira esperanza sino resignación.

¿Otro año más, igual que los anteriores? Bien. Estoy listo para aprovechar los contrarios que la vida me presente.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

No estuvo mal.

Conclusión de mi blog "Reminiscencias de una mente irregular":

Una que otra cosa notable queda registrada aquí, pero en general me la pasé divagando. Mi intento de escribir algo interesante cada día se vió frustrado por la ausencia de vivencias dignas de contarse, el cansancio, el bloqueo, entre otros impedimentos. No es lo mío escribir diario, pero lo intenté y fue buena experiencia.

Así concluye este blog, que encierra otra fracción de mi psique, la cual servirá para alimentar el cerebro de mi clón, que será creado en el futuro para proteger, dirigir y gobernar a la humanidad en los años venideros...

martes, 16 de noviembre de 2010

El celador.

Trataré de explicar un fenómeno que me sucede cuando realizo una sesión de meditación objetiva.

¿Qué es la meditación objetiva? Es lo contrario a la meditación fantasiosa, esa en la que se nos invita a cerrar los ojos y evadir la realidad con paisajes y demás elementos imaginarios. La meditación objetiva consiste en contemplar la realidad de la forma más objetiva posible, sin sesgos emocionales y detectando las distorsiones que nuestra mente hace de ella. Es tratar de distinguir las cosas de lo que nuestra psique nos dice que son, dirigiendo nuestra atención a los hechos objetivos y la interpretación que nuestra mente hace de ellos, lo que nos proporciona una visión más certera y amplia de la vida, de la mente y de nosotros mismos.

Por medio de esta meditación recupero dominio de mí mismo y me siento más despierto. Es una especie de oasis psicológico, que trae consigo una sensación de plenitud y bienestar.

Pero no suele durar mucho. En ese momento, se suscitan eventos inusuales; quiero decir, eventos que por lo general no suceden. Pero se dan justo cuando comienzo a gobernar mi psique. Es como si la vida quisiera recuperar ese terreno perdido. Por ejemplo, hace poco alcancé ese estado y poco después recibí un impacto de la vida, algo inesperado, que me sumió de nuevo en mi viejo estado mental y emocional. Como una especie de Némesis que se opone a mi despertar.

Puede ser un fenómeno creado por mi propia psique: una asociación incorrecta. Pero es mucha coincidencia. Esos estímulos inusuales se presentan justo en esos momentos o poco después. Y curiosamente, parece como si estuvieran específicamente dirigidos a desplazar ese estado de lucidez alcanzado por mí. Entonces decido en secreto, en mi interior, no buscarlos más por no provocar a la vida o por no entrar en guerra con ella.

Es como si quisiera asustarme o mantenerme a raya. Hace tiempo que vengo lidiando con esto, pero dejé de quebrarme la cabeza convenciéndome de que era un movimiento de mi propia psique que aún no comprendo. Pero esta sincronización de eventos es muy estrecha, tanto que, siempre que incremento mi base psicológica, no puedo predecir los eventos, pero sé que algo sucederá, y me derribará al antiguo estado mental.

Temo extenderme en este planteamiento, porque prácticamente estoy diciendo que la vida es una especie de entidad pensante, que boicotea sistemáticamente cualquier intento mío de gobernar mi psique, y que sabe hacerlo porque conoce muy bien sus grietas o puntos débiles. Pero esa es la impresión que tengo. Me intriga mucho este fenómeno, que aún no logro discernir si es real o de interpretación, pero lo he denominado El celador.


sábado, 13 de noviembre de 2010

Con respecto a la comida...

Extraño tema, pero suscita algunas reflexiones interesantes.

Estoy acostumbrado a comer casi siempre lo mismo, no por disciplina sino por costumbre. Los días aciagos me hicieron práctico, y como vivo prácticamente solo, no tengo que preocuparme mucho por eso. Lo malo es que estoy perdiendo gusto por los alimentos, así como interés por probar otros distintos. No sé si mi dieta sea muy saludable (abuso de la comida en lata), pero me siento relativamente bien. Además no fumo ni tomo y hago ejercicio.

Pero debería variar más mi dieta. Ya hasta me da pena ir a comprar siempre lo mismo al supermercado.

Ya no me siento a gusto comiendo frente a extraños. Hace poco me invitaron a desayunar a un restaurante y no me lo pasé muy bien. Además no me gusta que otros sean serviciales conmigo. Me parece incongruente que yo sea atendido como si fuera una persona respetable. Sé que es parte del trabajo atender bien al cliente (he trabajado en restaurante), pero siento que no me corresponde serlo; prefiero estar del otro lado.

Tengo una amiga a la que le gusta cocinar y me ha invitado a su casa a comer. Nadie ha tenido ese detalle conmigo y lo agradezco. No quisiera hacerle el desaire pero aún no sé si aceptar por lo mismo: la costumbre de la austeridad (¿o estilo de vida infrahumano?) y los sentimientos de inferioridad se imponen.

A veces imagino que vivo me alimento casi como preso. Mi estilo de vida régimen alimenticio no ha de ser muy distinto al que se lleva en prisión. Me adaptaría fácilmente y no sufriría por el espacio limitado, los pocos estímulos o la alimentación rigurosa. Lo que me enloquecería es la convivencia obligada con mi compañero de celda, pero quizás no... levantaría defensas psicológicas que me inmunizarían ante su presencia, y pasaría a ser como un objeto más de la celda. Pero esta fantasía sale sobrando. Sólo quería indagar ligeramente sobre hasta dónde permea la vida en solitario.

martes, 9 de noviembre de 2010

Demasiado tarde.

Me gustaría ser de esos que publican emocionantes artículos sobre su vida de aventuras; algún encuentro entrañable, un viaje improvisado o una nueva adquisición. ¡Que va! Soy antisocial, sedentario y austero. Prefiero enriquecer mi vida interior; vivir de dentro hacia afuera. Las razones son varias: la vida me fue orientando, poco a poco, en ese sentido; luego mi falta de iniciativa para "abrirme camino" y finalmente, cuando me vuelco demasiado a lo externo, siento que me falta algo.

Quizá no es un camino que yo haya elegido voluntariamente. Pero a estas alturas ya no puedo renunciar a él, porque en verdad me hace falta. Y cuando las cosas buenas de la vida se me presentan, esa coraza que me protege contra lo malo, se alza también contra lo bueno.

Estoy olvidando cómo vivir. Entregarme a nuevas experiencias y disfrutarlas... eso está dejando de existir para mí.

Desdeño esas bellas experiencias que ahora coloca la vida frente a mí. ¿Por qué no lo hizo antes, cuando mi espíritu aún era joven y aspiraba a conquistarla?

Vida, llegas tarde; me bastan mis pensamientos.


domingo, 7 de noviembre de 2010

De lo sublime al horror.

La soledad me sienta bien. El placer de aislarme y estar con mis pensamientos es sagrado. Nada mejor que un buen libro, un café caliente y un rincón silencioso que invite a la reflexión. ¿Es malo ese tipo de aislamiento? A mi modo de ver, no. De hecho es lo que alimenta mi alma. Es romper con la dinámica a la que me tiene sujeto la vida con sus necesidades, y darme un tiempo para mí.

Lo que me da en la torre es que irrumpan en mi zona de confort y me coloquen de repente en un entorno donde tengo que socializar. Ese tránsito forzado y repentino de un estado a otro me destruye. Como una tortuga despojada de su caparazón y arrojada a la frialdad del ambiente, así me siento en esos momentos.

Ese roce con el entorno es desgastante, porque tengo que levantar defensas psicológicas para protegerme de él. Pero no sirve de mucho. Termino exhausto y con los nervios deshechos, sin ganas de saber nada de nadie.

No nací para andar de un lugar a otro en busca de emociones fuertes; nací para callar, observar y aprender.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Días de abandono.

"A nadie le faltan fuerzas; lo que a muchísimos les falta es voluntad".
Victor Hugo (1802-1885) Novelista francés.

No es mi fuerte mantenerme firme en un propósito. A veces no concreto el más mínimo, no por pereza o falta de esfuerzo, sino por el desinterés que se va acumulando gradualmente. Cuando comenzó el año me eché encima varios propósitos, ninguno de los cuales concreté a pesar de su simpleza:

- Dormir temprano.

- Retomar mi pasión por el dibujo.

- Leer 2 libros por mes.

- Incrementar mis periodos de meditación.

- Prosperar económicamente.

- Aprender inglés por mi cuenta.

- Ser más sociable y arrojado.

Otro año desperdiciado. Curiosamente no me siento mortificado como en años pasados. Decidí, en mi inconsciente, descansar un poco de mí mismo y no juzgarme ni presionarme tanto. Y a pesar de algunas terribles pérdidas, este año tuvo sus cosas buenas:

- Bombardeé mi cerebro con toneladas de información (con ciertos efectos secundarios).
- Aprendí a tolerar gente despreciable (jamás a respetarla).

- Mantuve mi cordura (lo que queda de ella) escribiendo.

- Sobreviví (comienzo a pensar que soy inmortal).

Pequeñas victorias que no tienen un efecto notorio en mi vida o persona, pero a fín de cuentas, ganancias provechosas (que por cierto se dieron solas, por la presión de las circunstancias sobre mí; o sea, no tenía opción). No tengo mucha voluntad que digamos así que no tiene sentido exigirme tanto. Quizá esta tendencia al derrotismo obedece a alguna carencia de sentido en la vida, pero ya abordaré eso después.
En lo que decido qué hacer con lo que resta del año, me dedicaré a alimentar a estos tiernos y pequeños pececillos.

viernes, 5 de noviembre de 2010

La carta (cuento).

 De vez en cuando escribo algún cuento por puro hobbie. La mayoría no los termino, pero este está concluso (con un trágico final :P). Quizá pude desarrollarlo más ahondando en detalles, pero logré plasmar, aunque torpemente, la idea básica que tenía en mente, así que lo dejo tal como está: 

Cuando supe que tendría un hijo me sentí dichoso, en el umbral de una nueva etapa de mi vida. Seríamos padres. Ella y yo lo habíamos estado buscando, las cosas marchaban bien y tenía estabilidad como para formar una familia. Fue en el momento en que lo tuve en mis brazos que pude entrever las dificultades que enfrentaría, pero me sentía unido a mi esposa y confiaba en que lo haríamos bien. Con él tendría la oportunidad de ser el padre que a mí me hizo falta.

Su infancia fue como un sueño. Era el niño más alegre, siempre con una sonrisa en los labios y los ojos más vivos y observadores. Me parecía más despierto que otros niños de su edad. A veces, en la soledad de mi cuarto, veo las viejas fotografías en donde aparecemos los 3. Debió ser nuestra mejor época. Mi vida era entonces perfecta, producto de mi esfuerzo, voluntad, responsabilidad y amor. Pensé que sería así por siempre, ¿qué podría salir mal?

Ella era una mujer inteligente y con mucho potencial. Se le presentaron oportunidades profesionales que le darían un estilo de vida superior que yo jamás hubiera podido darle. Sutilmente me daba a entender que yo entorpecía su progreso y un día decidió salir al mundo y tomarlo en sus manos. Hay que tomar las oportunidades que nos otorga y aprovecharlas al máximo. Y también hay que saber dejar ir a la gente, porque nada ni nadie en este mundo nos pertenece. He hecho lo mejor que he podido y me siento orgulloso de mis logros. No cuestiono su ambición ni que me haya abandonado. Pero jamás le perdonaré que le haya dado la espalda a su propio hijo. ¿Le importará, pensará en él?

Mi realización como hombre de familia duró poco. Pero tenía a mi hijo, lo que más quiero en el mundo y no iba a defraudarlo.

Ahora tiene 17 años y ha adoptado otra actitud para conmigo. ¡Ha sido tan repentino! Llega tarde y ni cómo encontrarlo porque no tengo idea con quién se junta. Entre más interés expreso por él, más pinta su raya. Entiendo que se ha de sentir invadido pero es mi hijo y me interesa lo que le pasa.

Debe resultarle incómodo que intente hablar con él, así que he decidido darle su espacio, dejándole claro que puede contar conmigo... y esperar. Esperar a que un día decida decirme qué le pasa. A su edad también quería hacerme el duro, ponerme a prueba y demostrar mis capacidades, independencia y hombría. Puede ser que su aislamiento obedezca a la misma auto-afirmación. No puedo estar al pendiente de él todo el tiempo porque tengo que trabajar y él está en la escuela. Pero acabo de hablar con sus maestros y mantiene buenas calificaciones; eso me tranquiliza un poco.

Sin embargo, se ha convertido para mí en un extraño. No sé por qué cambió tanto. Vivimos juntos en un pequeño departamento, pero tristemente distanciados, ignoro el motivo. Creo que asimilamos relativamente bien el golpe que nos asestó su madre al abandonarnos, pero no hemos hablado mucho de eso. No puedo iniciar conversación porque asegura que he de tener una "agenda oculta" e intento tirarle un discurso moral para controlarlo. Pero sólo quiero saber qué piensa, no a fondo, sólo una idea, un vistazo a través del muro de su personalidad endurecida que me permita conocerle, ayudarle y recuperar ese lazo.

He intentado ponerme en sus zapatos para comprenderlo. Pero aunque es mi hijo, somos dos psiques distintas, forjadas en distintos puntos del tiempo, con diferentes estímulos. Evocar mi adolescencia no me hará comprender la suya.

Es Domingo y desde el Viernes no ha salido de su cuarto. Es increíble cómo se aislan los chavos ahora. Basta una conexión a Internet y se olvidan del mundo. He aceptado su mutismo, pero por lo general no es tan silencioso. Debe estar concentrado en alguna tarea de la escuela. No quisiera distraerlo pero se me ocurre invitarle a salir y comernos una hamburguesa por ahí. Seguramente no aceptará pero quiero verlo aunque sea un momento. Y si acepta, creo que me sentiré tan dichoso como la primera vez que lo tuve en mis brazos.

Toco a su puerta y le llamo, espero no se moleste. No responde... se habrá quedado despierto hasta tarde. Pero debe tener hambre y no creo que mi ofrecimiento sea inoportuno.

Me atrevo a abrir su puerta, entro a su cuarto y lo encuentro acostado bocabajo en su cama con los ojos entreabiertos. A su lado, un sobre cerrado. Mi hijo ha escrito una carta póstuma a sus 17 años. Me pregunto en qué le fallé.

jueves, 4 de noviembre de 2010

El daño causado.

Hola.

Alguna vez, en mi desesperación por hacerte entender lo que me pasa, me sinceré e intenté explicarte mis problemas, pero creo que no me tomaste muy en serio. Lo entiendo. Socializar es parte de tu vida, algo normal, y que alguien relativamente sano y joven tenga "complejos" ha de ser inconcebible para tí.

Te he dicho que no soy muy desenvuelto, ni buen conversador, que soy difícil de tratar; pero aún así quieres conocerme. Este medio es muy engañoso y no siempre proyectamos lo que en realidad somos. Quizá te he causado buena impresión. No es que haya querido engañarte; intento compartir contigo lo mejor de mí hasta donde me es posible, y trato de que quienes tienen el infortunio de conocerme se queden con algo bueno (aunque sea mínimo) de mi parte.

Lamento que sientas un interés por mí, y lamento más que me consideres una persona valiosa. Te he dado razones para que dejes de apreciarme, y yo mismo te he dicho que no soy buena persona, no por menospreciarme, sino porque es verdad. Y como (supongo) ya te estarás dando cuenta, soy un imbécil desconsiderado, un patán. Si te contara... vivo tratando de enmendar o compensar las consecuencias de mi forma de ser.

Me estás sobrevalorando, y eso me pesa. No por mí, sino porque te hago sentir mal. Porque cada vez que me invites al cine o tomar un cafe, te decepcionaré, con mi correspondiente culpa por tu sufrimiento. Nuestra amistad te ha traido más mal que bien. Sin embargo (y entenderé si dudas de mis palabras) te estimo y jamás ha sido mi intención lastimarte.

Sé que mi explicación es insuficiente, pero te ofrezco una disculpa por todo el daño que te he causado.

domingo, 31 de octubre de 2010

Encuentro onírico.

Hoy soñé contigo, Bebé. Fue así: me encontraba aquí en casa y me hice consciente de tu presencia incierta; estabas y no estabas. Fui del cuarto a la sala a buscarte, porque te encontrabas enferma y temía que te pasara algo. Te sentía desprotegida y no podía permitirme descuidarte otra vez.

¡Entonces apareciste, de la nada!

Subiste a mis piernas, te acaricié. Pero la puerta de la casa estaba entreabierta y te saliste. Fui tras de tí para evitar que te fueras. Por primera vez en mi vida no me importó la presencia de los estúpidos vecinos.

Ya iba a tomarte en mis brazos de nuevo pero desapareciste. Desperté.

Estoy durmiendo a deshoras, no estoy comiendo bien. No tengo problema en ayunar uno, dos o tres días. Me abandono, pierdo lucidez. Pero no me importa, me encuentro en mi ocaso y lo acepto. Por eso escribo este sueño dulce-amargo. Porque, aunque sea una experiencia onírica, es tan valiosa como cualquier experiencia real, porque me permite verte otra vez.


Te quiero, mi bebecita.

sábado, 30 de octubre de 2010

La tragedia de ser uno mismo.

Debo admitir que soy socio fóbico. He sido invitado a fiestas, reuniones, salidas al cine, al café, a pasar el rato, etc. En vez de alegrarme con cada invitación, me crea una carga sicológica de compromiso, de quedar bien, de temor a ser ridiculizado. Por eso las rechazo.

Los eventos sociales me matan. No resisto la convivencia, el movimiento, el bullicio. Esa incómoda tensión silenciosa. Pero antes no experimentaba esto. Tiene su explicación. Desde que las cosas me comenzaron a salir mal y los demás comenzaron a salir adelante, se fue creando una distancia entre ellos y yo. Ahora me encuentro hasta cierto punto marginado.

A raíz de mi fracaso general en la vida, los eventos sociales se han convertido en tortura. Es como ir al matadero. Lo que más me incomoda son esas insidiosas preguntas que tarde o temprano me son dirigidas; ¿qué haces ahora? ¿a qué te dedicas? Preguntas hechas para enorgullecerse de sus logros y destacar mi fracaso.

¿Qué necesidad tengo de exponerme a ese tipo de humillación? Esas invitaciones no son honestas. Además, ¿cómo podría convivir con gente que me tiene en mal concepto?

Quizá debería asistir a cada evento al que se me invita, armado con cinismo. Pero no puedo evitar sentirme tenso. Mi complejo es tal que aunque haya librado alguna reunión sin haber sido hostigado con cuestionamientos, no dejo de sentirme inferior. Lo malo es que no todas las invitaciones son malintencionadas. Hay personas que han demostrado apreciarme, pero el software, la costumbre de protegerme se impone.

Podrá ser una resolución inmadura o precipitada, pero prefiero estar solo.

viernes, 29 de octubre de 2010

Om.

Ahí está, importunando. ¿Es mi imaginación o realmente es tan malo? Parece que se empeña en ser desagradable y lo consigue exitosamente, para hacerse notar. Intento hallarle cualidades que modifiquen mi concepto sobre él: no las tiene. Bueno, debo ser justo. Su única virtud es su ausencia, pero esta aún no se hace presente. Tendré que esperar.

Está por demás sugerirle algún cambio. Hacerle notar a una persona sus defectos, que esta los acepte e intente cambiarlos, eso jamás ha sucedido. Aquí todos somos perfectos. Tendré que buscar las causas de mi rechazo hacia este ente en mí mismo: no es él sino mi intolerancia.

Por este tipo de gente coqueteo con el Ateismo. Si Dios existiera no le concedería a estos seres el privilegio de vivir. Dios, si realmente estás ahí, y eres tan piadoso como presumen tus creyentes, no te pido que lo elimines, ni que lo arrojes por una eternidad al Hades, solo que lo expulses a algún lejano páramo donde no moleste a nadie.

Sigue aquí. En efecto, Dios no existe. Al menos lo intenté.

Hay males que son inevitables. Ante la impotencia que estos producen, es mejor cambiar nuestra actitud hacia ellos y tratar de darles un sentido elevado, por ejemplo, como medio de superación espiritual: la vida me ha colocado en una situación de convivencia con este ente para desarrollar paciencia, tolerancia y comprensión. Y aunque se roba mi oxígeno, también tiene derecho (inmerecido, dicho sea de paso) a existir.

Esta es la única ventaja que se me ocurre sacar de mi desafortunada situación, de su presencia pestilente. Literalmente. El tipo mantiene contaminado el ambiente fumando inmisericordemente. Su organismo no parece resentirlo. Me pregunto si algún día lo hará. No es que lo desée...

jueves, 28 de octubre de 2010

Letras coartadas.

Tenía ganas de escribir en mi otro blog pero esa sensación de sentirme vigilado me frenó. Algunos que leen mi blog me conocen, y sin darme cuenta comienzo a escribir a la defensiva, cuidándome de no dar detalles, sacrificando mi libre expresión por temor al juicio que formen sobre mí, manifiesto o no.

Comienzo escribiendo con desfachatez, con cinismo, libremente. Acto seguido me pongo a revisar una y otra vez el texto, analizando cada párrafo, no en busca de errores ortográficos sino de contenido, omitiendo ideas y confesiones con la medida del prejuicio; suprimiendo, en cada corrección, mi sentir original. "Mejor omito esto... cambiaré también esto otro...", bastardeando el texto y quedando este completamente desvirtuado.

Me he atrevido a publicar, tal cual, alguno que otro post. Pero cuando apago el ordenador y me ocupo de otras cosas sigo pensando en corregir u omitir lo publicado. Y antes de terminar el día enciendo el ordenador de nuevo y procedo a mutilar (o abortar) el texto como es mi costumbre, esperando que nadie lo haya leído durante ese lapso de tiempo.

O se escribe plenamente desde el anonimato, o se escribe de forma calculada dando la cara. Pero quisiera ser capaz de sincerarme y decir "este soy yo, y esto es lo que pienso"; eso sería realmente válido y genuino. Sin embargo, el temor siempre mutila mi voz, y esto me causa cierta pena.

viernes, 22 de octubre de 2010

Momentos vergonzosos de mi vida.

Pienso que no hay que tomarse la vida tan serio y que uno debe ser capaz de reírse de sí mismo... lo pienso, pero me cuesta trabajo hacerlo. Narraré, grosso modo, 3 incidentes penosos que me hacen fruncir el ceño al recordarlos, esperando verles el lado chusco.

– 2do de primaria.

Tenía 7 años cuando un día de escuela tenía muchas ganas de ir al baño, pero la maestra no me dió permiso, así que debí obligarme a aguantar estoicamente hasta el recreo. Pero mi vejiga era débil y no pude resistir más. Me oriné en los pantalones en medio de la clase. Fue terrible. Lo curioso es que nadie a mi alrededor se dio cuenta sino hasta después. Para aumentar la impotencia que sentía, la maestra se desentendió del asunto, siendo ella la culpable. Fui a dar a la dirección y recibí el regaño de la directora, que me dijo, "¿Qué, eres un niño chiquito?". Con todo el sistema en mi contra, ni siquiera hice el intento de defenderme.

Para colmo, el siguiente año me sucedió lo mismo.

– Perdido en la jungla de asfalto.

Comencé a transportarme solo desde los 11 años. De la escuela a la casa debía tomar el Metro y un pesero. Pues un día no me fijé y tomé el pesero equivocado, que me llevó por rumbos desconocidos. Experimenté un pánico silencioso; me imaginé que nunca volvería a casa. Creo que el terror se me notaba en el rostro porque un pasajero me preguntó si me había pasado. Afortunadamente el pesero pasó por una calle que reconocí. Me bajé a la siguiente cuadra.

Me sentí como un verdadero idiota, pero esa sensación quedaría por mucho superada por un evento más humillante aún que sufriría años después.

– "Es que no sé andar en bicicleta..."

Era el año 2002. La necesidad apremiante me obligó a emplearme en una pizzería como Ayudante General (o sea, esclavo multiusos). El entorno laboral era pésimo, pero el sueldo era bueno, lo que me hizo pensar que permanecería un buen tiempo. La única dificultad eran las entregas a domicilio cuando eran lejos del local. Un día el gerente me ordenó entregar un pedido en bicicleta. Con toda la pena del mundo le dije que no sabía andar en bicicleta, e ingenuamente esperaba algo de comprensión.

-Tú ve a entregar estas pizzas- me dijo.

Debí insistir o negarme completamente, pero por no quedar mal intenté subirme a la bicicleta. Me caí varias veces. Ni siquiera el haberlo intentado me consuela. Hice el ridículo de mi vida, es decir...

El ridículo de mi vida. ¿Se entiende lo que quiero decir?

Regresé al local aceptando mi inutilidad. Los siguientes días mis compañeros me dedicaron bromas como, "le vamos a poner rueditas a la bicicleta" o "¿quieres una bici o un triciclo?". Por dignidad y fingir ante ellos que el incidente no me había afectado, seguí asistiendo durante los  siguientes 15 días. Después de eso, renuncié. A la fecha evito pasar por ahí.

Según la teoría de "ríete de tí mismo", habiendo rememorado estos sucesos, debería estar riéndome y de muy buen humor.

Cuánta risa... me siento muy mal.

jueves, 21 de octubre de 2010

Esa pasión llamada amor, parte 2.

Las cosas malas no impiden nuestras vivencias; sólo las entorpecen. Lo que nos detiene después es la huella que imprimen en nuestro interior. Admito que cometí un error de actitud. La soledad no me sienta mal, pero renuncié cuando debí sacar la casta.

No ha sido muy distinto desde entonces. Pero ya han pasado muchos años de aquellas experiencias y no puedo permitir que me definan. He de revisar y cuestionar viejas creencias arraigadas.

Aunque antisocial, Internet me ha permitido conocer personas que de otro modo difícilmente conocería; personas que jamás me hubiese atrevido a tratar. Gente muy valiosa cuya amistad me ha enriquecido. Me habría gustado que me conocieran antes de perder mi brillo, y entonces podría devolverles algo de lo que me han dado. Me explico: no puedo evitar mi tendencia a poner límites y alejarme porque me siento incapacitado para expresar afecto o para iniciar o sostener una relación. Excepto en mi infancia, jamás fui aventado. No tengo la menor idea de cómo flirtear y me vuelvo torpe cuando me sé observado. Si una mujer me gusta, me lo guardo porque lo considero invasivo. Los piropos son ofensivos y de mal gusto, y quienes creen que así ganarán el aprecio de una mujer, o que eso es una manifestación de hombría, se equivocan.

Con respecto a esto quisiera añadir algo. Hay quienes desarrollan cierta retórica y adornan sus palabras en busca de la admiración del sexo opuesto. Apelan a la parte emocional con sentimentalismos para conmover, y se dedican a perfeccionar su labia camuflada como franqueza. Pero su propio discurso los traiciona. A la larga su verdadera personalidad sale a flote y sus palabras resultan no encajar con lo que son. Seducir con falsas palabras me parece un engaño nefasto, un recurso deshonesto y desesperado.

En la mayoría de los casos, esta serie de artilugios tienen sólo una finalidad: un acostón. Según mi percepción, se busca algún tipo de satisfacción inmediata que lejos de retroalimentar, genera un vacío interno. Sócrates lo expresa mejor:

"La ternura de un amante no es una afección benévola, sino un apetito grosero que quiere saciarse".

No. Elijo la torpe sinceridad por encima de todo, y que las cosas se vayan dando por sí solas, de forma espontánea. Pero más importante que tener pareja o no, es cuestionarse: ¿por qué mi afán de conquistar a alguien? ¿cuál es la finalidad? ¿por qué lo busco y quiero? Pienso que esa búsqueda de pareja es válida y necesaria, pero es vital sentirse bien consigo mismo de antemano. De otro modo lastimaremos a las personas que sienten algo por nosotros.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Esa pasión llamada amor, parte 1.

El día está a punto de terminar y apenas he tenido tiempo para ponerme frente al ordenador y escribir brevemente sobre el amor de pareja, un tema incomprensible para mí y del cual sólo tengo ciertas nociones básicas merced a mi casi nula experiencia. Intentaré abordarlo sin caer en lo cursi.

Para ser honesto, en este mundo de apariencias el amor entra por los ojos, generalmente. Mi primer enamoramiento lo tuve a los 10 años, con una chica que vivía enfrente. Recuerdo cómo me daba vueltas el estómago ante la posibilidad de encontrarme con ella en cualquier momento. Al poco tiempo entablamos amistad. Una vez se me ocurrió hacerle un regalo (entonces no era tan acomplejado) que ella me correspondió con otro. Luego de eso le escribí una halagadora carta, por medio de la cual le declaré mi amor y nos hicimos novios. Entonces cambió su actitud y se tornó indiferente. Me saludaba, pero ya no platicábamos como antes. Éramos novios y estábamos más distanciados que cuando éramos amigos. Todo esto es insignificante ahora, pero cuando lo experimenté fue todo un drama. Pero aún me sentía bien conmigo mismo.

En la secundaria las cosas cambiaron. Me convertí en el clásico barquito y pasé por momentos muy vergonzosos que no describiré aquí pero quien haya atravesado por lo mismo entenderá que ser ridiculizado frente a una chica fulmina la autoestima. En esa etapa me conformé con ver a las chicas pasar, sin dirigirles la palabra más allá de lo estrictamente necesario como medida provisional.

La preparatoria, mi perdición. Ahí cobré plena conciencia de mi nulidad como hombre y como ser humano. Creo que la autoestima muere definitivamente cuando se es incapaz de asumir un rol de poder; cuando hay seres que, aunque inferiores, se colocan por encima de uno; la superioridad numérica se impone y cualquier oposición es reprimida sin miramientos. Me refiero a los llamados porros, con los que siempre tuve conflictos. De nuevo omitiré las humillaciones cometidas por éstos, son algo que quisiera olvidar.

Las cosas nos afectan según el poder que les damos. No sé cómo lo habrán vivido mis compañeros de entonces (jamás hablamos de los abusos que sufríamos) pero tengo la impresión de que no sufrieron la mella psicológica que yo. No entendía por qué me sentía agraviado mientras ellos parecían inmunes. Será porque aceptaron y se sometieron a las reglas del juego. Yo no lo hice, pero irónicamente me condené como débil mental por sentirme afectado.

Había una chica bellísima cuyo nombre jamás supe, que me encontraba ocasionalmente en los pasillos, en la entrada o el patio. Me lanzaba unas miradas que indicaban aprobación. ¡Que bien se sienten las mariposas en el estómago! Tuve varios contactos visuales con ella que inundaban mi mente el resto del día. Me hubiera encantado al menos charlar con ella tan sólo una vez. Pero el ser consciente del peligro latente en ese entorno inhóspito me hizo desarrollar una actitud defensiva y de rechazo, de temor a ser burlado y ridiculizado por los porros que gobernaban la escuela. Esa chica que nunca traté es de lo poco rescatable de esa etapa. Una de mis pocas alegrías ahí era la esperanza de ver pasar a la güerita.

Ese amor de pareja tan normal para otros se convirtió en inaccesible para mí. Debido a las malas experiencias me torné inseguro, lo que minó mi autoestima para siempre. Aprendí a compensar esas carencias con lectura, dibujo y espiritualidad, actividades constructivas pero que no involucran a nadie, y poco a poco fui abandonando toda aspiración a amar o ser amado en aras de la autosuficiencia. Gustarle a una chica o sentirme atraído por una y no atreverme a hablarle se convirtió en la norma, y cuando las emociones derivadas de eso aparecían, luchaba por aplacarlas.

La medida provisional se convirtió en resolución definitiva.

martes, 19 de octubre de 2010

En el principio...

Prólogo de mi blog experimental en Posterous, "Reminiscencias de una Mente Irregular":


No tenía un propósito definido para este blog. Lo usaba sólo para "pasar el rato" y probar sus funciones. Pero vivo encerrado en mis pensamientos y se me ocurrió darle salida a algunos de ellos, haciendo de este sitio un diario personal. Tal vez no sea el espacio adecuado; he visto algunos blogs en esta plataforma que abordan otros temas y de forma inteligente. Me parece que, o las experiencias personales ya pasaron de moda, o es incómodo externarlas. O será que quienes tienen su vida interior resuelta no tienen necesidad de escribir sobre ella.

Pero mi vida interior es desordenada y tengo la idea de que un diario me ayudará a organizarla. Y si no, al menos hice el intento y le dí buen uso a este espacio. Así que esto es una suerte de diario experimental, y para que este proyecto no se estanque, como suele suceder con los que duran mucho tiempo, escribiré, si las circunstancias lo permiten, todos los días durante un mes (leí un artículo que decía que escribir a diario en un blog es contraproducente y creo que es verdad; por eso me he fijado un corto periodo). Así, la intención de escribir no sufrirá la mella de la monotonía y diré lo esencial sin alargar mi discurso más allá de lo necesario.

Un blog personal es una especie de monumento virtual al ego y supongo que sólo interesa al propio autor, pero, ¿por qué no permitir que otros lo lean? Así que, a quien pase por aquí, bienvenido. Y si quiere comentar algo, adelante.

Martes, 19 de Octubre del 2010.
PD: este no es mi primer ni único blog... mi ego debe ser muy grande.

miércoles, 13 de octubre de 2010

Bosquejo entrañable.

Aprovecho para rescatar este dibujo que encontré hace unos meses entre las páginas de un libro. Lo hice a mano alzada, sentado en mi cama, cuando no tenía teléfono celular con el cual tomar alguna foto.


Será del 2007. De cuando aún tenía yo la capacidad de manifestar afecto libremente.

viernes, 8 de octubre de 2010

Diario de un mes difícil.

Retazos de un diario que inicié para sobrellevar mis dificultades, entre ellas la muerte de mi Bebé, que me lanzó a una aguda depresión, lo que me faltaba para hacer mi vida aún más miserable. La intención era escribir todos los días y externar cuestiones íntimas que no podría publicar en mi blog "oficial", pero el eterno bloqueo mental hizo su parte. Y contrario a lo planeado (hacer una especie de duelo), comencé a escribir de las cosas más superficiales y de la forma más simple, menos de lo que sentía realmente. No me atreví a eliminar estas entradas y dada su poca extensión las he unido todas en una sola. Pero no reflejan el descalabro emocional en que me encontraba, producto de los días de enfermedad de mi Bebé y su posterior muerte, que llevo en la conciencia.

Me viene a la mente una frase de la Canción del Aromo de Atahualpa Yupanqui:



"...que no teniendo alegrías 
se hace flores de sus penas..."

— Las 8 de la noche.

Sábado 12 de junio de 2010.

Es Sábado, 12 de Junio del 2010 a las 8 de la noche... y tengo que estar volteando al reloj y revisando la fecha porque no tengo conciencia del día en que vivo. Así pasan estos días para mí, aparentemente tranquilos pero tensos a la vez. He adquirido el hábito de evadir mi soledad en el Internet, escuchando música, etc.

Extraño esos días que pasaba leyendo frente a la ventana, en mi cuarto con mi gato como única compañía...

¡Qué días aquellos, caray!

— Domingo dulce/amargo.

Domingo 13 de junio de 2010.

Dormí casi todo el día después de comer. Me levanté a las 7 de la noche y me puse frente al ordenador. Ese término para la computadora se lo aprendí a mi ex-novia. Quise visitar su blog para darme una idea de cómo ha estado pero ya no pude accesar a él: no se encuentra el blog que busca.

Tampoco está en mis contactos de Facebook. Eran formas mis formas de estar en contacto con ella. Debo saber cómo está, cómo ha llevado nuestro rompimiento. Tendré que enviarle un e-mail. Sé que no servirá de mucho, el daño está hecho. Pero debo disculparme con ella, aunque quizás eso sea contraproducente; podría reabrir la herida que ahora ya debe estar sanando.

La alegría de hoy consistió en que me encontré a una amiga en Messenger de quien estaba enamorado y aprecio mucho. Me reprochó ser cortante, que ya no la quería como antes y que no escribía en su muro en Facebook. Ah, ¡qué chica! Mis conversaciones con ella siempre han sido gratas; con ella nunca he tenido que protegerme ni fingir ser lo que no soy. Me alegra saber que aún me aprecia y espera le escriba. Es una lindura. Atesoro el día que la conocí en persona.

Pero esta alegría no logra compensar la desdicha más grande. Mañana harán 8 días que tuve que decirle adiós a mi bebé.

— A mi bebé.

Lunes 14 de junio de 2010.

Se me agolpan las palabras en la mente. Estuve una semana tratando de redactarte algo. Te mereces las mejores palabras que pudiera dedicarte pero no sé por dónde comenzar.

Bueno, que mi memoria y corazón hablen para tí...

— El día más plano.

Martes 15 de junio de 2010.

Podría ser especialista en cómo desperdiciar un día. Sólo se precisa un ligero estado depresivo, un estilo de vida rutinario, un dolor de cabeza, adicción a Internet, trastorno del sueño, una alimentación deficiente e indiferencia para con la vida. Condiciones que me convierten casi en Zombi. El momento del día fue un troll que invadió mi canal de You Tube, el cual, a su modo, terminó reconociendo mi sapiencia y talento.

Y es todo por hoy.

— Noche relax.

Miércoles 16 de junio de 2010.

Escuchando La Noche W (les dejé un saludo en Facebook) y escribiendo esta mini-entrada, después de un día que transcurrió sin darme cuenta; irrepetible a la vez que insignificante. De esos que hacen que uno se enorgullezca por haberlo superado con todo y su brutal monotonía. Nada mejor que un café caliente y música para cerrarlo... y olvidarlo para siempre, creo.

Estos días no podría escribir con profundidad aunque quisiera: estoy bloqueado. Otra vez. Las grandes inquitudes existenciales siguen ahí, pero mi cerebro no las procesa.

Por cierto, mi amigo el troll volvió a mi canal de You Tube. Sus comentarios no me inmutan, no como él quisiera. Está logrando el efecto contrario. Entre más se esfuerza en provocarme más risa me da, y debo reconocer que comienza a agradarme. Es el único imbécil que me ha hecho reír estos últimos dos días.

Ojalá no se aburra porque...

¡Hey! ¡Me acaban de saludar en La Noche W! ¡Genial!

Ahora sí, este día valió la pena.

— Nostalgia nocturna y software.

Jueves 17 de junio de 2010.

Casi no publico hoy. Estuve tratando de hacer un video de mi bebé con Windows Movie Maker pero el programa fallaba en guardarlo. Ni modo. Quedan esos proyectos en el disco duro. Hice uno en el deficiente editor de You Tube pero definitivamente no era lo que yo quería. Los recursos de ese nuevo editor son pocos. Así se me pasó el tiempo. Quería hacer algo especial para mi bebé pero me falló el software. En fin.

Como sea, la semana pasada subí los videos de mi bebé a You Tube para verlos de vez en cuando. Y en caso de que este ordenador haga "Ka-boom", también los tengo en el Skydrive, junto con las miles de fotos que le tomé. Es lo único externo que me queda de mi bebé. Dentro quedan el amor y el cariño.

Y el cargo de conciencia de no hacer lo debido en el momento preciso.

— Viernes zombi.

Viernes 18 de junio de 2010.

Hoy me dediqué a la lectura de Apocalipsis Zombi de Manel Loureiro. Tal ves termine de leerlo este fin de semana, depende de si estoy de humor. Este libro me ha regalado un par de sueños apocalípticos. Gracias Loureiro.

Son las 11:45 de la noche y sin embargo tengo sueño. Mientras escribo esta entrada emiten el remake de Night of the living dead por Internet.

Hace rato me ví en el espejo y no me gustó mi aspecto. Ojeroso y un poco pálido. Mi cuerpo ya resiente el estilo de vida desordenado, que me gustaría describir como bohemio, pero está lejos de serlo. Oh, no. Lo mío es más estoico. Y no debería sentir el menor orgullo, pero me he acostumbrado.

El troll de mi canal de You Tube regresó. Pero ya no tiene ese punch inicial. O será mi estado de ánimo porque esta vez no le encontré mucho sentido a sus flames.

— A la luz de una vela.

Sábado 19 de junio de 2010.

Tanto tiempo frente al ordenador ha nublado mi juicio y me ha hecho perder fuerza. Le he dedicado bastante tiempo descuidando otros ámbitos de mi vida. Mi propósito original era extraer toda la información posible para mi expansión mental, pero insensiblemente olvidé este propósito y ahora el mundo virtual absorbe brutalmente mi atención.

Pero hoy que se fue la luz y no pude conectarme pude percibir esa pérdida de lucidez: sentir el pensamiento poco claro, obstruido. Mi mente se encontraba estática, pero ahora que percibo con claridad tal estado y al faltar el estímulo que lo sustentaba, me he liberado de él.

Escribo estas líneas en un cuaderno, como en los viejos tiempos. Hacía tiempo que no me sentía tan bien.

Sólo me faltas tú, bebé.

— Mi amigo el troll.

Domingo 20 de junio de 2010.

Hoy es un día triste. Tuve que denunciar a mi amigo el troll por ir más allá en sus comentarios y atreverse a amenazarme. Cayó en mi juego todo el tiempo. Él creía hacer mofa de mí cuando en realidad era yo quien con mis comentarios lo hacía engancharse y dejar aún más comentarios, dándome armas para denunciarlo. Obviamente no lo he bloqueado ni lo haré; que siga cayendo en mi juego.

En verdad que la soberbia del Internet Tough Guy es risible. Lo he engañado todo este tiempo.

Estoy decepcionado, mi amigo troll es bastante tonto.

— Inicio de semana.

Lunes 21 de junio de 2010.

Y muy tranquilo. Me dí un buen baño y muchas cosas atraviesan por mi mente:

Que mi amigo el troll que ha vuelto a mi canal de YT y dice tener 100 cuentas, lo cual me parece gracioso.

Que mi ex-novia me dedicó una breve pero sentida entrada en su blog. La extraño.

Que mis amigos de Facebook son la neta del planeta y los quiero.

Que hace 15 días me tuve que separar de mi bebé. La tengo siempre presente.

Que en una hora comienza La noche W.

Que debo continuar mis esfuerzos evolutivos.

Que esta noche lluviosa amerita un café.

— Martes pesado.

Martes 22 de junio de 2010.

Me he sentido muy cansado todo el día. Creo que es tiempo para reordenar mi vida y no mal pasarme tanto. Un tío me dijo hace tiempo "No abuses de tu juventud". Eso me lo dijo hace más de 10 años y a la fecha no he aplicado su consejo. Sin embargo lo he tenido siempre en mente, como esperando aplicarlo "un día de estos".

Mi amigo el troll ha recibido la humillación de su vida.

— Sólo quiero verte bailar...

Miércoles 23 de junio de 2010.

Sólo quiero verte bailar...
como dejar el corazón latir
los dos parlantes afuera
la música en el balcón
cayendo por la vereda
en sonoro borvotón...

Es la canción que estoy escuchando.

Traducción: hoy no tengo nada qué decir.

— Nada especial.

Jueves 24 de junio de 2010.

Desde hace dos días tengo dificultad para responder al amable mensaje privado de otro usuario.

No tuve problemas para responder a cada ofensivo comentario de mi amigo el troll pero no soy capaz de redactar un mensaje cortés en respuesta al mensaje de aquél chico. Esto me preocupa. Me defino como un hombre de paz y estoy más dispuesto al intercambio de palabras hostil que a la conversación civilizada.

En mi cuenta alterna de Messenger, ví que una vieja amiga se ha conectado. Eso me alegra mucho. No me atreví a saludarla; siento culpa por no enviarle un correo durante todo este tiempo. Pero el verla activa en la Red me tranquiliza porque se encontraba enferma y dejó de conectarse desde finales del año pasado.

Mi ex-novia dejó un comentario en el escueto post que le dediqué en mi otro blog. Una chica especial, definitivamente. Ella merecía más de mi parte.

Una nota sobre Keanu Reeves me ha impactado, no por el artículo en sí, sino por la foto. Siento que me estoy viendo en el espejo.

Dios me perdone, por ser como soy.

— Viernes de...

Viernes 25 de junio de 2010.

¿De salir al antro?
¿De salir con la novia?
¿De ir con los viejos amigos a la cantina?
¿De visitar a los parientes?

¡Noooo! Viernes de Facebook, Justin Tv y You Tube, jajajaa!!!

— Pequeño triunfo virtual.

Sábado 26 de junio de 2010.

Me levanté a las 4 de la tarde por la desvelada de anoche. No me encuentro a mi 100%. Me he de encontrar en mi 25%. Y aún así triunfé.

Cuando creí haber humillado a mi troll lo suficiente, llevé su humillación a un nuevo nivel. Pocas veces en la historia de Internet se ven cosas como éstas.

Cuando un usuario inteligente, con dominio de sí mismo y que opina con fundamentos, le da juego a un troll, éste queda reducido a nada. Y es más humillante aún tratándose de un troll cuyo propósito es precisamente, desquiciar a los demás usuarios. El intercambio de comentarios fue casi en tiempo real, hasta que le dejé la mente en blanco y ya no era capaz de comentar asertivamente.

Pasarán algunos días para que este chico entienda qué pasó.

Y tuvo suerte de no encontrarme a mi 100%.

— Domingo sagrado.

Domingo 27 de junio de 2010.

Dedicado al descanso, a la nada... y a contemplar mi triunfo virtual sobre aquél intento fallido de némesis.

Terminó preguntándome mi edad para figurarse quién lo aplastó. Debe ser una incógnita para él quién es el verdugo tras el nick.

Ahora celebraré con un buen café y Los Años Maravillosos.

— Lunes...

Lunes 28 de junio de 2010.

Pues... nada qué decir. Este día no ofreció mucho.

Pero debo estar contento. Estoy vivo, relativamente sano y me tengo a mí mismo.

jueves, 7 de octubre de 2010

Los vecinos.

Una detestable entrada que nunca publiqué en mi blog "oficial". Estaba "cabreado" cuando la escribí. Data de Febrero del 2010, según recuerdo. Soliloquio incómodo para mí, pero que no me atrevo a eliminar, no sé por qué. Quizá porque contiene algo de verdad. En mi soberbia hasta me atreví a citar a Wilde.

"Lo menos frecuente en este mundo es vivir. La mayoría de la gente existe, eso es todo."
Oscar Wilde.

Los vecinos. Esos seres reptantes que rompen sistemáticamente con cada norma de convivencia; que irrumpen en tu casa sin entrar en ella, gritándose los unos a los otros por no haber aprendido a hablar, gruñendo cual cerdos en rastro. Te enteras de todas sus problemáticas sin salir de tu casa.

Que observan a otros con desdén, convencidos de su superioridad (o tal vés fingiéndola), basada posiblemente en algun bien adquirido recientemente, como un auto o un otro bien; o talvés en una gran hazaña como haber tenido sexo, disparado un arma o matado a alguien. Seres determinados por el entorno, incapaces de contener una sola pasión. Obtienen su mayor realización en robar un auto o cualquier otra indignidad.

Se tornan hostiles a quien perciben distinto, e intentan parecer altivos ante él, como marcando su territorio, lo que parece un esfuerzo por hacerse notar, quizá porque en el fondo se saben insignificantes. Gente sin poder, inferiorizada.

Vacíos, carentes de humanidad y nobleza, viven como animales. Guiados por su instinto, por supervivencia, por placer; criados por la inercia de las circunstancias, sin ningún tipo de influencia que los refinara. ¿Libros, música, arte? No existen en su mundo. Ellos idiotizan su cerebro con televisión.

Él, un obrero agobiado por las deudas y el trabajo, incapaz de vislumbrar el mínimo aspecto del verdadero sentido de la vida. Su esposa, o la p****e perra, como él le llama a gritos, se dedica a cocinar y cuidar a los hijos. Éstos, pequeños sub-humanos que no respetan a nadie por imitación de sus padres. Una prole miserable que se reproducirá infinitamente, socavando a la sociedad.

Sus fines de semana, definidos por los estímulos de siempre: alcohol, música y una "conversación" que siempre girará en torno a la defensa de un equipo de futbol o un partido político, y que finalmente degenerará aún más en misoginia y albures. Reuniones que siempre terminan en golpes. Su "música", primitiva. Reggaetón, duranguense, norteña, rancheras, cumbias, narco-corridos. Música para aturdir los sentidos, la favorita del populacho. Sus días de descanso, prestos para ver "el fut", comiendo tacos y bebiendo cerveza o una michelada "pa' la cruda".

Tal es su modus vivendi, embrutecedor. Tales son ellos, seres innecesarios. Hijos de la masa que reducen todo a su medida.

miércoles, 6 de octubre de 2010

La esclavitud del amor.

[Esto lo escribí en Marzo o Abril del 2010. Revela mi incapacidad de entablar relaciones y mi carácter anti-social. Por estos defectos lastimé profundamente a la única persona que me ha amado en mi vida. Parece que sólo le causo decepción y sufrimiento a los que me quieren, y es por eso que me alejo. Pero es algo que no podría explicarles y que no entenderían aún si lo hiciera, porque para ellas amar es algo necesario y natural, parte de la vida.

Yo ya no entro en ese mundo
].

Conocer a una persona e involucrarme con ella es algo que no acostumbro hacer. Procuro mantener mis relaciones personales "a raya" y no entablar vínculos profundos. No me gusta que entre una persona y yo haya algún vínculo emocional de por medio porque a la larga éste se convierte en una carga, una loza, al convertirme de repente en responsable de lo que otra persona sienta.

Y cuando esa persona te echa en cara cuánto te ama y sufre por tí entonces esa relación se convierte en esclavitud, en chantaje; en cargo de conciencia, en manipulación. Amar se convierte en una obligación, un compromiso, y la espontaneidad se ha ido por un tubo: DEBES ser recíproco, de otro modo eres un insensible malagradecido. La persona te echa en cara su sufrimiento para hacerte sentir culpable, mantenerte enganchado, y de repente te encuentras sosteniendo una relación porque estás en deuda. Has sido injusto, egoísta, un ser despreocupado que no toma en serio las cosas.

Tal es mi situación ahora, una relación que comienza a asfixiarme. Esta sensación de asfixia es más intensa en mí, un esquizoide que andaba libre sin preocuparse por los sentimientos de nadie. Esta nueva esclavitud me rebasa y francamente comienzo a hartarme. Yo nunca había tenido una relación formal, pero si esto es amor, esclavitud y chantaje, entonces es una trampa, una camisa de fuerza.

Pero no pienso someterme internamente. Voy a luchar contra esta relación, la soportaré lo mejor posible, con buen ánimo, sin saber qué pasará después o si terminará y cómo será cuando termine. Ya vislumbro reproches, llanto y tragedia.

Extraño mi libertad y soledad.

domingo, 3 de octubre de 2010

Mad Max 2 intro.

"...Y se convirtió en un hombre vacío... un hombre quemado y sin ilusión. Un hombre que, obsesionado por los fantasmas de su pasado, se lanzó sin rumbo... al páramo..."


martes, 21 de septiembre de 2010

Infancia al vuelo.

Creo que más vale hacer un resumen de mi infancia, que en lo sucesivo ampliaré según mi memoria (o sea, esto es un borrador). No estoy listo para recapitular a detalle, porque aún debo ahondar en mis recuerdos.

Mi primer recuerdo de la infancia: me encuentro en casa mis abuelos, donde vivíamos, rodeado por mis tíos. Puras caras sonrientes. Me preguntaban sobre uno u otro artista de las portadas de los LPs, y celebraban cuando atinaba a los nombres con mi mala pronunciación.

A ver, ¿este quién es? – Preguntaban mis tíos.

"Lapollón", respondí, refiriéndome a Napoleón, un famoso cantante de aquellos tiempos. Ellos reían a mi alrededor. Y ese es el primer recuerdo que, aunque borroso, me viene a la memoria sobre mi estadía en este mundo. Creo que tenía 2 o 3 años de edad.

Me recuerdo sentado en el suelo, jugando con mi hermano. Tenemos bastantes juguetes frente a nosotros. Juguetes de cuerda, carritos de metal, luchadores de plástico y hasta un cubo Rubik. Entonces mi madre se despide de mí, porque se va a trabajar. La recuerdo volteando hacia mí desde el marco de la entrada. Yo lloraba y le pedía que no se fuera, pero ella me consolaba y me infundía tranquilidad. Mi abuelita, que nos cuidaba en su ausencia, me consolaba también, sentada en un sillón. Después de un rato asmilaba su partida y volvía mis juguetes. Esta escena se repitió varias veces. Es posible que esa escena se haya repetido a menudo, pero sólo recuerdo esa vez.

Mi primera travesura. En casa de mi abuela había un cuarto pequeño en el que sólo cabía una cama y unos cuantos muebles. Le decíamos "el cuartito". Un día, no sé por qué, me bajé los pantalones y oriné en el suelo sin preocupación. Momentos después aparecieron mis tíos y me preguntaron quién había sido. Yo señalé a mi hermano, que se encontraba recostado en la cama del otro cuarto. Mis tíos dejaron de prestarme atención y le dirigieron regaños a mi desconcertado hermano. Por entonces tendría yo 4 años de edad.

Mi segunda travesura. Un día mi madre nos llevó un pollito como mascota. Súbitamente se lo arrebaté, me dirigí al baño y lo arrojé a la taza, jalé la palanca y el pollito afortunadamente no se fue, pero dió muchas vueltas en el agua. Todos quedaron sorprendidos y recuerdo la mirada molesta de mi madre. Ese fue el primer acto de crueldad que cometí contra un animal y aunque me arrepiento, no recuerdo por qué lo hice.

Tengo fotos en las que aparecemos jugando con un par de perritos como mascotas, pero en verdad que no los recuerdo.

Por un tiempo mi tío Makoy se estuvo quedando en casa de mis abuelos, y tenía un gato negro llamado Numa, huraño con todos pero fiel a mi tío, y siempre dormía a sus pies. Yo me acercaba a él y mi tío me advertía que no lo hiciera o me atacaría. Yo ignoraba su advertencia y varias veces mi rostro comprobó las afiladas garras de Numa.

¿Ya ves? Te dije que no te le acercaras – decía mi tío.

Mi primer encuentro con una araña. Era de noche. Me encontraba jugando solo en el cuarto, mi madre, mi abuela y una tía veían televisión en la pieza principal. Entonces volteé hacia abajo y entre mis pies pasaba una araña que me pareció enorme. Yo grité "¡una araña!", y en el acto aparecieron mi madre, mi abuela y mi tía. Ahí estábamos los cuatro admirando la resistencia de la araña al insecticida.

Hablando de insecticida, recuerdo la vez que mi hermano me fumigó. Liberó todo el contenido del químico sobre mí, pero entonces apareció mi abuela, lo regañó y le quitó el bote ya vacío. Pero ambos nos divertimos.

Después de los juguetes pasamos a los rifles de madera cuya munición consistía en fichas metálicas de refresco, pero esto fue años más tarde.

Y recuerdo a quienes ya no están aquí. Mi tía Amparito, que siempre nos recibía con gusto en su casa y nos regalaba siempre una patita de pollo cocida. Su esposo, mi tío Carlos, a quien apodábamos "el Raid Matabichos", ignoro por qué. Mi tío Raúl, que me apodó "el Pelusa" y sonreía cuando le mentaba la madre. Mi abuelito Pedro, maestro de inglés, severo y enojón. Un tío cuyo nombre no recuerdo, al que le faltaba una pierna y siempre salía al patio a recibir los primeros rayos de Sol. Todos ellos, bondadosos, imperfectos, humanos, únicos, estuvieron ahí cuando era niño.

Tuve una infancia entrañable.

martes, 24 de agosto de 2010

Compañera soledad.

Escribo esto en una hoja de cuaderno, acostado en mi cama, desde donde puedo echar un vistazo a la ventana de vez en vez. Veo a la gente de fuera pasar, pero esa gente no puede verme a mí, porque vivo en un 4to piso y rara vez alguien voltea hacia arriba. Esa es mi única relación con la gente de afuera: observarla de forma distante.

Siento curiosidad por los que observo a la vez que me reconforta no formar parte de su mundo. Tengo el mío propio, que cobra realce mediante el contraste divisorio de la ventana. La virtud de la soledad es que lo vuelve a uno tan indiferente a la ausencia de terceros que ya no importa cuando se alejan o desaparecen, aún tratándose de personas que se aprecian.

La soledad forja igual indiferencia para con propios y extraños, y deja de ser algo aterrador. Por el contrario, se convierte en un refugio. Durante los últimos 2 meses la vida me ha permitido experimentar una soledad in crescendo, que he asimilado muy bien. He desarrollado la capacidad de estar completamente solo sin platicar con nadie durante días y hasta semanas. Ya no siento esa necesidad de compañía que antes me asaltaba.

Esta soledad ha sido un elemento constante en mi vida, pero en cierto grado me molestaba por considerarla una condición adversa para mí. No me parecía justo, siendo joven, encontrarme solo y aislado. "¿Por qué no tener amigos, novia, vida social?", solía pensar alimentando mi frustración. Esta sutil molestia y esas tontas consideraciones han desaparecido, y ahora soledad y plenitud son para mí la misma cosa. Fue un proceso que, como otros, se dio sin ser consciente de él. De repente encontré que mi psique había fusionado la soledad y la plenitud de forma satisfactoria sin auto-engaño, angustia o amargura. Realmente no me importa en lo más mínimo perder las pocas amistades que tengo, de por sí distantes y superfluas. Bien puedo prescindir de ellas.

Las condiciones de vida actuales someten al más ermitaño a cierto nivel de convivencia y trato humanos. Me limito a cumplir con mi rol social siendo amable y educado, pero distante; la rutina me exige esa máscara. Hace tiempo que no sostengo una charla íntima frente a frente. Cuando alguien intenta escudriñar mi alma, resulta contraproducente: pongo una barrera de inmediato. Cualquier tipo de hermandad es, a estas alturas, innecesaria.

Este cuadro podrá parecerle triste o trágico a quien lo vea desde fuera, acostumbrado a la amistad y compañía. Pero yo encuentro en estas horas solitarias una satisfacción similar a la que supongo encuentran otros en una charla de café, íntima o despreocupada con algunos amigos. Quizá me pierdo de una rica experiencia.

Pero ellos se pierden la sensación de independencia y poder que la soledad otorga.

miércoles, 14 de julio de 2010

Personalidad Esquizoide.

Rescato aquí el primer artículo que leí sobre la personalidad esquizoide, de un viejo libro (de esos que quedan arrumbados para siempre en una caja) llamado "Enciclopedia de la Vida", herencia familiar. Posteo el artículo escaneado no por la pereza de transcribirlo sino por mera nostalgia y porque me atribuyo varios rasgos de la personalidad que describe. Data de 1972.

1

3
2

4

martes, 13 de julio de 2010

Habla mi Sombra.

Las primeras entradas de un blog en el que pensaba darle salida a cuestiones un tanto escabrosas:

— Introducción.

Este blog aloja esos aspectos de mi personalidad que podrían considerarse pesimistas o negativos y conforman mi lado oscuro, la otra cara de mi alma.

Quienes me "conocen" se sorprenderían si lo leyeran. Pensarían que no soy yo el que escribe. Posiblemente se escandalizarían y no tardarían en cuestionarme y juzgarme. La gente hace eso automáticamente, clara muestra de su incomprensión. Por eso escribo para mí aquí y desde el anonimato, para evitar esa condena.

No pretendo ofender a nadie, tan sólo exponer conceptos que han atravesado mi mente y cuya existencia asumo. Esto es un ejercicio parcial de sinceridad. Lo ideal sería vincularlo a mi perfil pero no tengo el valor para ello. Quizá despues.

Considérense estos pensamientos como simples borradores que no me atreví a publicar en mi blog oficial.

— Algunas puntualizaciones.

Tengo 30 años y no estoy conforme con lo que ha sido mi vida, aunque no creo que haya alguien enteramente satisfecho con la suya. Soy un hombre que no confía en las circunstancias pero está obligado a depender de ellas, así que no acostumbro hacer planes. Soy de los que sobreviven y la van llevando. Me considero objeto de ciertas injusticias que tal vez mencione, pero no me victimizo. Al contrario, soy despiadado conmigo mismo.

Pero ya que mi vida ha sido más o menos así durante estos últimos 10 años, estoy acostumbrado. Y es mejor ahora por la ausencia de ciertos factores de los cuales quizá hablaré. Cierta fortaleza se ha cristalizado en mí pero no podría definir su grado. Soy sensible a la vez que indolente, como un samurai que escribe poesía después de un combate. A pesar de las malas experiencias me jacto de no haberme envilecido tanto, sólo se ha agriado mi carácter. Pero no perjudico ni agravio a nadie porque entregarse a esas debilidades denigra la propia alma. De hecho, estas adversidades, de las cuales posiblemente escriba, me han volcado a la superación personal, así que las he canalizado bien. Hice lo mejor que pude en esas circunstancias y creo que lo sigo haciendo.

Y me siento con derecho a externar algunas cosas en este blog provisional, sin rendirle cuentas a nadie de mis motivaciones ni dar más explicaciones o detalles de los que considere convenientes.

— Lo que se lleva dentro.

Omnia mecum porto se refiere a los bienes que uno lleva dentro; esos bienes son principalmente la sabiduría y la virtud. Estoy de acuerdo con este concepto, pero en mi interior resuena con otra connotación. Lo que uno lleva dentro es lo que se ha callado por años, por carecer de un medio de expresión, no saber cómo expresarlo o no sentirse libre de hacerlo. Ese mundo interno que vive socavado por ajustarse a la norma. Ese espíritu constreñido a un silencio opresor fomentado por la consideración para con el prójimo, ante la cual cede siempre a la vez que se le niega un recogimiento pleno, libre y sano.

Lo que uno lleva dentro es la mella producto de la lid con esos entes que por más cercanos más mortales. Seres que enferman con el veneno de la envidia, la represión y la inseguridad. Que aguardan para infectar el brío con la ponzoña de la uniformidad y la anulación.

Entonces llega el momento de dirigir nuestras flechas de fuego hacia ellos y exponerlos a la luz para expulsar su influencia nefasta de nosotros. Con un furor que los haga arder hasta consumirse y nuestra alma se torne resplandeciente como originalmente era.

Hay fuego dentro de uno. Hay encono e indignación en lo profundo, demonios que hay que abrazar para restarles fuerza y perezcan. Y también hay una voluntad resciliente que se resiste a desaparecer sin asestar un justo golpe.

— Némesis.

Desde mi adolescencia, en un proceso de años que tal vez describiré en otro momento, comencé a desvincularme emocionalmente de las personas y cosas hasta reducir esos vínculos al mínimo posible, lo cual de principio no me propuse conscientemente. Creí haber logrado una indiferencia para con casi todo pero no es así. Esos escasos vínculos han cobrado importancia con el tiempo. Otros se han fraguado en mi alma por sí solos. Pero ellos mantienen en mí algo de humanidad, la poca que me queda.

Un hombre solitario sobrevalora lo poco que tiene y se aferra a ello. Pero esos lazos emotivos que son su sustento son a la vez su perdición. Si algún factor atenta contra ellos, la estabilidad emocional del auto proclamado "independiente" hombre solitario es sacudida. Ahí estaban esos vínculos latentes en su interior. En ese momento se percata de su existencia y el hombre cobra conciencia de su vulnerabilidad. Y comienza a vivir con miedo de perder lo que tiene.

La soledad y aparente independencia lo hacen a uno sentirse fuerte, libre y hasta poderoso. Cuando uno comienza a jactarse de ese encumbramiento y esa hybris interior se manifiesta orgullosa, aparece su respectivo némesis y la desploma con facilidad y precisión. Entonces uno se encuentra de súbito con la realidad: aquello que amamos, eso poco que amamos, nos puede ser arrebatado en cualquier momento y de forma despiadada. Aunque sea lo único que se tenga.

Y cuando eso sucede, uno concluye que ya no tiene nada qué perder, pero tampoco por qué luchar.



jueves, 8 de julio de 2010

Mi Bebé.

Recuerdo cuando un chico, vecino nuestro, te trajo a casa. Dijo que te habían puesto dentro de su mochila sin haberse dado cuenta mientras viajaba en camión. ¡Vaya historia! Ese es, según la versión oficial, tu origen hasta donde sé y la forma en que llegaste a nosotros. No recuerdo el día, pero fue en Mayo de 1997, porque ese mes se estrenó Dragon Ball Z y mi conciencia andaba absorta en eso. Mi madre se encariñó contigo de inmediato; eras realmente adorable. No me creerás esto, pero yo no te quería porque ya teníamos a Thomas II y no tenía disposición para cuidar otro gatito más. Además estaba temeroso de que él te atacara pero te aceptó sin ningún problema. Ahí estabas tú, hecha bolita siendo inspeccionada y finalmente aprobada por él.

Cuando te trajeron con nosotros estabas bien chiquita y te calculamos apenas un mes de vida. Aún no podías comer sólidos y te alimentábamos con biberón. Devorabas la leche. Tu pancita abultada y rosada parecía no tener fondo; siempre estabas hambrienta. Sufriste mucho con las pulgas que te pasaban por la cara, pero bastaron 2 o 3 baños para erradicarlas. Eras tan pequeña que mi madre te bañaba en el lavabo.

La primera vez que te servimos leche en un platito te abalanzaste hacia él y casi bebes tu leche hasta por la nariz. Hiciste "bucitos". También fue todo un evento la primera vez que "hiciste" en tu diminuta caja de arena. Maullabas porque era una experiencia nueva para tí; no sabías qué estaba pasando. Perdón, pero es que me causó gracia ese momento y me sigue pareciendo chusco cuando lo recuerdo.

Te convertiste en la hermanita menor de Thomas II, lo seguías a todas partes y eras su compañerita fiel. Desde el principio demostraste ser una ternura; eras bien empalagosa con él, quien parecía sentirse atosigado. Era bien chistoso verlo, tan grande, huyendo de tí y tú, tan pequeña, corriendo atrás de él persiguiéndolo.

Thomas era mi compañero, pero su espíritu aventurero lo hacía ausentarse por días y una vez ya no regresó. No sé qué haya sido de él. Así pasa con los gatos aventureros, que un día ya no regresan. Yo te culpaba en parte porque no lo dejabas en paz y me soportaba en eso para evitar sentir cariño por tí. Pero mi lucha interna para no encariñarme contigo fue inútil; pronto te adueñaste de mi corazón.

El resto es historia. Jugaba contigo arrojándote una bolita de papel que tú cazabas y me devolvías para que volviera a lanzarla. Luego me escondía de tí y tú me buscabas. Te desesperabas al no encontrarme y comenzabas a maullar. Entonces yo hacía algún ruido para que notaras mi presencia y entonces corrías hacia donde yo estaba.

Por las mañanas te gustaba tomar el Sol en la ventana de la sala. Luego pasabas a tomarlo en la ventana de mi cuarto, cuando ya se había movido. Tengo fotos de eso. La esquina de mi cama que da a la ventana era tu lugar. Después, abatida por el Sol, te tendías en el suelo fresco.

Te atemorizaban los truenos. Cada vez que el cielo retumbaba te ocultabas en algún rincón, casi siempre en el tambo del closet que también convertiste en tu lugar.

Poco a poco te convertías en mi verdadera y única amiga. Muchos ignoran que un animal brinda una amistad más noble que la amistad condicional, prejuiciosa y endeble que ofrece un ser humano.

Todos los días me despertabas, levantando las cobijas con tu garrita, destapándome para que te diera de comer.

Extraño que me sigas al entrar a la cocina. Incluso te me adelantabas y entrabas antes que yo. Parecías tener hambre todo el tiempo. Muchas veces te pisé porque te parabas atrás de mí. ¡Pero no entendías! Aunque tu principal alimento era tu comida para gato, te encantaba la avena. Te fascinaba el pollo rostizado. Cada vez que abría una lata de atún corrías a la cocina. La carne de res te enloquecía. Sé que no debía darte ese tipo de alimento pero, ¡qué rayos! Sólo se vive una vez.

Todas estas cosas tan sencillas eran reflejo de tu esencia. Eras la única luz de esta casa.

No estuviste exenta de adversidades, a tu nivel. Como cuando me fui de casa y no te ví por 6 meses. Cuando regresé no me reconociste, me inspeccionabas sigilosa, como tratando de recordar. Sé que quienes te "cuidaron" en esos días no te trataron muy bien. Y a mi regreso se seguían desquitando cobardemente contigo porque no podían tocarme directamente a mí; tal era su impotencia. Pero sobreviviste. Además la vida ya hizo justicia: su propio nivel de ser los ha castigado.

El 16 de Mayo del 2010 te encontré enferma. Cuando desperté estabas recostada conmigo y te veías lastimada. Como en otras ocasiones habías enfermado y te habías recuperado, confiaba en que esta vez sería igual; pero cada día empeorabas hasta que te costaba trabajo levantarte o caminar. Pasabas casi todo el día en el tambo de la ropa. Ahí te llevaba comida, que apenas probabas, y agua. Creo que fue el Miércoles 19 cuando me incliné a tu lado y lloré como niño. Cada vez que abro el closet, te recuerdo ahí y se me rompe el corazón. Me reprocho no haber hecho lo suficiente por tí. Dijo el veterinario que enfermaste de Leucemia pero yo sigo teniendo mis dudas. Mantengo la sospecha de que algo te pasó ese 16 de Mayo porque no es posible que te hayas puesto mal en cuestión de horas. Me siento mal por no haber estado al tanto de tí en ese lapso de tiempo. Pero creo que es inútil torturarse con este tipo de incertidumbres.

El 7 de Junio del 2010 ya estabas muy deteriorada y no era justo que sufrieras de ese modo. Te dediqué unas palabras a viva voz ahí, sentado contigo en el suelo de la cocina. Fui por aquella maleta roja, la acondicioné por dentro para que fueras cómoda y después de una hora de mimarte a manera de despedida, te metí en ella y te llevé al veterinario para que le diera fin a tu sufrimiento. Esa caminata de 20 minutos al veterinario ha sido la más tortuosa de mi vida. Ahí íbamos tú y yo, eran nuestros últimos momentos juntos, y tú debiste pasarlos dentro de una estúpida maleta roja. Cuando el veterinario nos recibió y te saqué de la maleta ya no pude contenerme. Otra vez lloré. Siento haberme comportado así de nuevo, y lo siento también por el veterinario que presenció aquél drama, pero no pude evitarlo.

La última vez que te ví estabas dentro de una bolsa negra de la cual se asomaba tu cabecita inerte. Cerré la puerta del consultorio y te dejé ahí. Regresé a casa con la maleta vacía y el alma partida en dos. Desde entonces ya no soy el mismo, algo dentro de mí se rompió.

A veces me pregunto si fuiste feliz aquí. Yo quiero pensar que sí, así me lo indicaba tu alegría. Este sombrío lugar no impidió que brillaras. Todavía antes de enfermarte y aún a tus 13 años corrías, brincabas, trepabas y jugabas. En el brazo del sillón y las patas del mueble de madera queda constancia de tus afiladas y poderosas uñas. En los demás muebles y mi ropa aún hay mucho pelito tuyo.

Me parece triste que la vida de un ser tan especial como tú pueda ser olvidada, como si nunca hubiese sido. A nadie le importa la vida de un "simple gato". Pero en este medio y en mi corazón sigues viva. Afortunadamente tengo miles de fotos y hasta un par de videos para recordarte. En ellos queda inmortalizada tu alegría.

No quiero que el recuerdo de lo que fueron tus últimos días opaque lo que fue tu vida. Eras inquietud pura, como una niña alegre y juguetona. Dicen que los ojos son el reflejo del alma; pues tus ojos eran pura chispa.


Dios te bendiga.

Entradas más leídas